Al estrenarse esta película en España, comienza a moverse ahí el mundo de los comentarios y las críticas. He leído hoy (2 abril, 2004), por ejemplo y entre otros, el magnífico artículo del siempre brillante Juan Manuel de Prada, en el diario ABC. También he leído algún que otro texto que rezuma una especie de aversión visceral al cristianismo, y que -la verdad- no merecen la pena ser mentados. Mucho menos la de ser comentados. Son artículos que aparecen como los saldos, como si fueran restos de serie, que se alinean y copian unos a otros, también penosamente panfletarios. Se trata, por desgracia, de periódicos internacionales influyentes que se consideran obligados a "formar la opinión pública", presentandose como si fueran ecuánimes y "balanceados" en sus juicios. Hablo de diarios como el NYT, IHT, Le Monde o Repubblica. (Para muestra, véase esta simple referencia al último artículo del IHT, o esta otra sobre el caso francés). Se trata de "Periódicos al borde de un ataque de nervios", imbuidos de una sorprendente histeria irracional que -de no ser tan perversa- resultaría tanto o más divertida y al tiempo "dépasée" como era divertida la histeria de las almodovarianas "Mujeres al borde de...".
Con este estreno, en los últimos días he tenido el gusto de atender algunas y variadas peticiones de amigos y conocidos, colegas y antiguos alumnos, en busca de palabras para prensa o radio, y de textos para revistas y sitios web.
Pues bien, además de lo ya publicado aquí mismo meses atrás, puedo decir que hay un valioso y bien documentado sitio web en español, que recoge una versión de ese texto y de algún otro, publicados junto a otros muchos de otros autores, muy interesantes, que buscan -a diferencia de los antes mencionados- valorar la película en lo que básicamente es.
En este sentido, puedo ofrecer a amigos y conocidos otro texto, en donde he escrito a vuelapluma algunas razones y argumentos personales, que pueden ayudar quizá a entender mejor esta película. Sigue a continuación de este párrafo la versión completa de las respuestas a la entrevista que me hizo Jürg Kaufman para la revista "Contraste", publicada el pasado 22 de marzo.
[Si alguien lo desea, puede publicar esta entrevista completa, o tomar algunas de sus partes. Siguiendo el criterio de atribución en "Creative Commons (CC) License", se agradece mencionar la fuente y -como siempre- no tergiversar el sentido o polemizar sin dar noticia:]
JK: En su opinión ¿qué aporta está película a las ya existentes películas de Jesús? ¿En qué se diferencia? ¿Qué la hace tan especial?
JJG Noblejas: Desde el punto de vista de la producción, es diferente o especial porque –siendo un trabajo muy profesional- no se trata de un producto exclusivamente industrial. Porque nace del dinero personal y del empeño artístico y cristiano de Mel Gibson, que es su co-guionista, co-productor y director. Y porque –siendo un trabajo “de autor” en Hollywood, casi un oxímoron- fue en todo caso rechazada, bien por razones extraprofesionales (quizá poco profesionales y poco confesables), bien por las escasas expectativas reales para tomar a priori y en serio su distribución en los USA, por parte de la 20th Century Fox.
Desde el punto de vista del resultado, no es una “vida de Jesús”, como las anteriores. Sólo se detiene en la pasión, muerte y vemos la resurrección y muy pocas y cortas escenas de su vida en retrospectiva. No es Jesús de Nazaret, un personaje histórico o un profeta famoso, sino –por decirlo en pocas palabras- el Hijo de Dios que sufre y muere amorosa y voluntariamente por los pecados de la humanidad entera. Esto es lo que sin duda la hace una película distinta y especial.
Aunque no es el momento para desarrollar esta idea, pienso que esta película (con independencia de lo que Mel Gibson haya pretendido hacer, cosa que desconozco), de hecho no consiste en una mera “representación” de una parte de la vida de Jesucristo: consiste más bien en una “presencia” de Jesucristo ante los espectadores, en cine de hoy, pero hecha al estilo de la tradición de los iconos orientales. No hablo con esto de milagrerías fantasiosas, sino de un modo de hacer arte cristiano, que en cierto modo toma la palabra y cumple lo que George Steiner plantea con sus "Presencias reales". Y esto la convierte en una película muy especial. De otro modo no se entienden bien muchas de las reacciones, de uno u otro signo, de quienes la han visto.
JK: Algunos críticos la tachan de morbosa. El psiquiatra sevillano Luis Rojas Marcos, por ejemplo, dice que la película convierte en consigna no el amor, sino "el dolor, la tragedia, el sacrificio" (extracto del ABC, domingo 22 de febrero). Por lo tanto, yo le quisiera preguntar: ¿mostrar tanta violencia tiene su sentido? ¿se puede considerar arte?
JJG Noblejas: La opinión del psiquiatra sevillano y muchas otras opiniones serán bienvenidas, suponiendo que tengan algún fundamento explícito para hacerse. No sé si Luis Rojas ha leído el guión, ha visto la película, si lee el Evangelio de vez en cuando, si cree en la divinidad de Jesucristo, si piensa que El, precisamente en forma libre y amorosa, se entregó por sus pecados (los de Luis Rojas), los míos, los de quien esto lee, y los del resto de cada uno de los mortales. Se entregó al suplicio corporal de la flagelación y crucifixión, y desde luego al suplicio y la suma violencia moral de no ser entonces correspondido por el pueblo elegido, ni ser ahora correspondido por todos los redimidos, precisamente en correspondencia a esa “consigna de amor” que se menciona, y que es la que mueve la historia narrada en esa película, también en ese duro tramo final.
No sé bien qué relación directa hay o pueda establecerse –a estas alturas de Tarantinos y demás- entre violencia y arte. O, a fin de cuentas, no sé si hay que preguntarse por el sentido de la violencia representada, con todas sus consecuencias. Se puede pensar, por decirlo en pocas palabras, que la violencia real e injusta, la persecución del chivo expiatorio por parte de la masa, de la que habla René Girard al considerar la constitución de las sociedades humanas, es algo de lo que es mejor dar cuenta pública. En vez de ocultarlo y disimular la violencia, como sucedía en la cultura mitológica griega.
La tradición judía y cristiana siempre han estado de la parte del inocente injustamente perseguido. Por eso parece mal que Caifás y otros se pongan de la parte de la masa que quiere la muerte de un chivo expiatorio. Los griegos pensaban que los hombres somos buenos y los dioses eran malos. Los judíos y los cristianos pensamos que Dios es bueno y nosotros no lo somos. De hecho, esta cuestión es un lugar común de nuestra cultura, de nuestra literatura y nuestro cine. A menos que alguien piense que el progreso de nuestra cultura consiste en retroceder veinticinco siglos, hacia tiempos de Pericles o de los sofistas o de los cínicos.
Volviendo a nuestro asunto: está claro que hay mucha violencia física en esta película, y que choca el verla. Lo que no está tan claro es que sea gratuita. Y desgraciadamente, tampoco está claro que se asocie por parte de la crítica con la redención de la humanidad. Ni lo está el que sólo se entienda como violencia la sangre y los latigazos, los golpes, el peso de la cruz y el dolor de las espinas clavándose en las sienes. Es igual de brutal y tremenda la violencia moral y psicológica, por ejemplo, de la escena de Caifás negociando y chantajeando “políticamente” a Pilatos para que Jesús sea condenado a muerte. Pero quizá ésta violencia ni molesta ni se menciona, porque realmente hay muy poca sensibilidad ante estos tipos de violencias (morales, psicológicas, etc.) que no son aparatosamente físicas.
En todo caso, entiendo que estábamos acostumbrados a la estética limpia de sangre, sudor y lágrimas de un Fra Angelico, y nos hemos encontrado con la sangre, el sudor y las lágrimas de la estética de un Caravaggio. Pienso que la película de Mel Gibson hubiera quedado mejor eliminando unos cuantos latigazos, y un par de detalles más. Y pienso que –si se hace contando con la sensibilidad de nuestros días- hay que optar sin duda por el realismo, con todas sus consecuencias. En todo caso, se trata de una muy respetable obra de arte cinematográfico, que agradezco profundamente haya sido hecha. Como –según veo- parece que piensan bastantes millones de personas.
JK: Algunas partes de la comunidad judía (Liga Anti-Difamación) han tachado la película de antisemita. ¿Realmente contiene escenas polémicas? ¿En algún momento se da a entender que los judíos fueron los únicos culpables de la muerte de Jesús.
JJG Noblejas: Entiendo que cada uno va a ver las películas con su propia vida a cuestas. Y también en muchos casos cada uno va con sus prejuicios más o menos conscientes: no se pueden dejar sin más a la puerta del cine, o a la puerta del periódico, como se deja el paraguas. Entiendo que los profesionales de la Liga Anti-Difamación hayan querido ganarse su sueldo difundiendo un amplio abanico de “críticas preventivas”, muchas de ellas auténticas barbaridades, sobre Mel Gibson (implicando a su pobre padre desquiciado) y sus intenciones, y desde luego sobre la película. Desde luego, entiendo muy bien que haya dimitido alguno de los directivos de esa Liga, al ver el exceso de celo contra Mel Gibson y contra esta película, porque no es ese el tenor habitual del trabajo de la ADL. De hecho, muchos judíos se han quejado de que ha sido la larga y potente campaña (curiosamente “difamatoria”) desplegada por la Anti-Defamation League, lo que ha aupado a la película a un puesto de máxima notoriedad pública.
No creo que haya algún lunático romano de nuestros días que tenga una Asociación atenta a la difamación de que son o puedan ser objeto “los romanos”. Ni creo que –en ese caso- se haya molestado y haya protestado por la bestialidad sádica de los soldados romanos que azotan a Jesús, o por la postura cínica del romano Pilato. Estas figuras, a fin de cuentas, podrían, hipotéticamente levantar prejuicios y empañar la imagen de los romanos de nuestros días. En todo caso, no creo que hayan dispuesto ni de los medios económicos de la ADL ni de un apoyo logístico y mediático mínimamente parecido para lograr sus hipotéticos propósitos.
Parece que Mel Gibson ha eliminado –en el último momento- la traducción en subtítulos de la frase “caiga su sangre sobre nosotros y nuestro hijos” (literal del evangelio de Mateo). El la había puesto en boca de Caifás. Y el Evangelio dice que era la muchedumbre la que gritaba semejante barbaridad. A mi modo de ver, eso puede tener al menos dos comentarios. Uno, de tipo profesional: cabe hacer y es razonable admitir semejante licencia poética, porque no es fácil lograr en el rodaje que más de un centenar de personas (extras italianos) griten en arameo la traducción de esa frase: resulta más cómodo –aunque quizá tenga menos fuerza dramática y no sea literalmente evangélico- ponerla en boca de un único actor. Sobre todo – y este es el segundo comentario, de corte psicológico- sabiendo que aquella muchedumbre difícilmente podría decir o gritar al unísono algo que entonces contradijera lo previsto por Caifás.
En todo caso, quienes esgrimen y exigen la vigencia de la literalidad del Evangelio de Mateo en el capítulo 27, versículo 25, deberían además esgrimir con semejante nivel de exigencia la literalidad el resto del texto. Cosa que, por supuesto, ninguno ha hecho, ni por equivocación. Es curioso, fascinante y patéticamente ridículo observar cómo algunos que ni son cristianos ni les aprecian en razón de su fe, pretenden erigirse en maestros y decirles a los cristianos en qué consiste comportarse “cristianamente”, y explicarles en qué consiste realmente la fe y la moral cristiana, y dónde está la “herejía” o la “impiedad”, etc.
JK: A su parecer ¿es una película fiel a los Evangelios? Tengo entendido que Mel Gibson ha incluido alguna escena que no aparece en estos libros sagrados. ¿Podría comentarnos una de esas escenas (o más si lo desea) y decirnos si le parece acertado?
JJG Noblejas: Hay muchas pequeñas cosas en la película que no están en los Evangelios. Unas me han gustado más que las otras. Si las menciono y no se ha visto la película quizá esto disguste. Pero si he de responder a la pregunta, diré que me ha conmovido mucho, por ejemplo, algo tomado de Anne Catherine Emmerich, que consiste en ver a la Virgen María y la Magdalena recoger, con unos paños regalados por la mujer de Pilato, la sangre derramada en el suelo durante la flagelación. No me gusta la apariencia de satanás en la desesperación de Judas. Me gusta San Pedro pidiendo perdón a la Virgen tras negar a Jesús. Me encanta Simón de Cirene. No me gusta nada el cuervo en el calvario.
JK: El Miercóles de Ceniza se estrenó la película en EEUU y a principios de abril llega finalmente a los cines españoles... Si nos podría hacer algunas previsiones sobre su acogida: ¿Cómo la acogerá el público en general? ¿Y la crítica especializada?
JJG Noblejas: No siendo profeta, me parece que el sorprendente fenómeno social que ha supuesto el estreno de la película en USA (215 $ millones de taquilla en los primeros 10 días) no se repetirá en Europa y menos en España. En USA ha tenido malas críticas –muy contrarias, casi un linchamiento- por parte del NYT y del LAT, mientras que otros medios, muy numerosos y menos pretenciosamente preocupados por crear y dirigir la opinión pública, pero más atentos a observarla y entender sus razones, la han acogido sobre todo con sorpresa y admiración y también con entusiasmo y con algunas limitadas reservas.
En USA hay una especie de “orgullo cristiano” entre quienes lo son, que les hace ser lo que son y hacer lo que les da la gana, con menos miedo o prevención ante el “qué dirán”. Entre nosotros hay aún mucho “cristiano en el armario” (si se permite la expresión, a pesar de su incorrectas connotaciones), presionado por el miedo al “qué dirán” si no se sigue lo que digan los medios de comunicación que se consideran “progresistas”, por ejemplo, o “modernos”, o “liberados”, o “políticamente correctos” etc. Pedro Almodóvar (que retrasa el estreno de su película quizá para que el trauma profundo del salvaje atentado en Madrid no le dañe en las taquillas) dice, por ejemplo, lo que le da la gana sobre la “pedofilia” del clero español católico en su última película, y hay –a mi modo de ver- excesiva “callada por respuesta”. Cosa que es inmediatamente tomado social y culturalmente en el sentido de que “quien calla otorga”. Algo de “comunicación institucional”, no exactamente como la de la ADL en este caso, sino una comunicación serena, razonada y veraz, no estaría de más. El cine y la realidad histórica y cultural no suelen ir por sendas separadas.
De todos modos, en términos generales, pienso que se está hablando con exceso de La Pasión, hasta casi reducirla a “la-polémica-película The Passion”. Cosa que no deja de ser una política comunicativa adversa o cuando menos con efectos colaterales perversos. Porque este exceso de parloteo distrae del sentido natural específico de la película, que tiene que ver más con asuntos personales de conciencia y sensibilidad espirituales, que con debates políticos o culturales, dicho sea por resumir lo que veo, tras seguir de cerca los avatares de producción y estreno de esta película, desde hace más de un año.
JK: Por último, ¿Podría hacernos una valoración personal de la película? ¿qué escena le impresionó más de la película? Qué supuso para usted la película?
JJG Noblejas: Steven Spielberg –ilustre y poderoso representante de la comunidad hebrea en Hollywood- ha dicho, cuando le han preguntado su opinión, que aún no había visto la película. Y que cuando la viera, el primero en enterarse de su opinión sería Mel Gibson, y no la prensa. Eso es un modo muy “políticamente correcto” de evitar hacer una valoración. Yo ni soy Spielberg, ni he conseguido que fuera Mel Gibson el primero en enterarse de lo que me ha impresionado o disgustado. Quizá algo de lo que más me impresiona es la unidad interna de la película, porque siendo en buena parte episódica, sin embargo sucede que el todo es muchísimo más la suma de sus escenas. Esta película es precisamente “un todo” que tiende a mostrar su fuerte unidad interna, no es sólo un “conjunto” de trazos episódicos unidos más o menos por casualidad o por suerte. Y es un todo “cristiano”, como dije al mencionar su aspecto de “icono”, que nos pone en contacto directo con el escándalo de la Cruz, y con la muerte y resurrección de Jesucristo. Pienso que esta es la razón que consciente o inconscientemente hace que a casi todos resulte cautivante y que inquiete y quizá moleste a algunos.
¿Qué destacar? Quizá la apuesta por el planteamiento general de la película, por su guión. Es decir, la previsión de apuesta por el realismo de los lugares, del vestuario, de los actores, de la fotografía, del montaje. Los personajes que hablan en arameo y latín, en vez de mantenernos fuera, nos abren paso hacia dentro, como si se tratara de un documental subtitulado sobre algo extraño y fascinante.
No puedo evitar que, a propósito del "estilo" de esta película, me venga de inmediato a la mente la figura de la magnífica escritora estadounidense Flannery O'Connor, y la explicación que da del contenido casi siempre extraño y siempre fascinante de sus relatos y novelas. Por una parte, dice la O'Connor (que es católica) que todas sus historias tratan de la acción de la gracia divina en un personaje que no está en buenas condiciones subjetivas y objetivas de responder a esa acción. Por otra parte, dice Flannery O'Connor que ella escribe sabiendo que, al vivir y respirar en un mundo más bien nihilista, hay que gritar a los sordos y dibujar figuras grandes y chocantes o sorprendentes para los cegatos... Algo del tenor de los personajes de O'Connor sucede con los espectadores de la película de Gibson. Y algo de esos modos expresivos, en prevención del nihilismo banal de nuestros días, me parece que se puede apreciar en el "estilo" de esta película.
Puestos a destacar, así de repente, algún detalle grabado en la memoria, pienso –como dije- en la escena del piadoso recoger la sangre tras la flagelación. También, resulta fascinante asistir a la progresiva conversión de Simón de Cirene. También, por ejemplo, caer en la cuenta de las miradas entre Jesús en la cruz y Juan, que actualizan la última Cena, de modo que quienes sabemos que se trata del mismo sacrificio, lo vemos con especial sentido. En fin, más cosas y desde luego la unidad del “todo” que logra hacer olvidar enseguida los detalles que no gustaron. No estoy ni a favor ni en contra, como hoy se busca decir, pretendiendo no se sabe bien qué maniqueísmos artísticos o morales. Estoy sencillamente agradecido de que exista esta película.
¿Qué ha supuesto? Personalmente, como para la gran mayoría de espectadores, un antes y un después de verla, que no explicito por pudor. Y desde luego la satisfacción de confirmar que hay gente capaz de hacer cosas así y la de ver que hay millones de gentes capaces de apreciarlo, de todos los horizontes sociales, raciales y culturales. Y ha supuesto también el convencimiento de que esta película hará mucho bien a mucha gente, aunque haya cosas en ella que raspen la sensibilidad. No es una película para ir a comer palomitas mientras se está viendo en el cine. Desde este punto de vista, entiendo que a los exhibidores no les habrá hecho mucha gracia, porque su negocio no está tanto en vender entradas, como en los ingresos por venta de palomitas, bebidas y demás. El negocio de esta película tiene que ver –a través de una sensibilidad más o menos fuertemente sacudida e impactada, pero no ofendida- con cosas exclusivas de la inteligencia y la voluntad, del corazón y del alma de cada uno. Ahí está su punto de destino y ahí es donde llega y se queda esta película.
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