El pasado 19 de octubre publicó Javier Reverte en ABC un "Fuera de foco" comentado dos fotografías. Una del candidato Kerry reflexionado mientras camina con descuido por la orilla del mar. Otra, del mismo asunto, pero con un ángulo que permite ver que a Kerry también le rodea un grupo de gentes de su séquito de seguridad o lo que sea. Imagino que Reverte escribe sobre el periodismo que nos permite ver las dos fotos con un hilo de ironía fina y también con un aire algo melancólico, añorante, nostálgico. Y al final concluye que sigue vivo el anhelo de verdad del periodismo:

"(...) El periodismo moderno no perdona a nadie. Si ya vimos a Ford tropezando en un avión y a Carter asustándose ante el ataque de un conejo, e incluso a Bush con cara de memo en un colegio y rodeado de niños mientras le comunicaban el desastre del 11-S (ver la película de Moore sobre el asunto como referencia), ¿por qué no tener ahora, para la colección de cromos, a nuestro reflexivo Kerry rodeado de guardaespaldas y actuando en busca de una imagen que pueda darle votos? Fotografías así nos hacen pensar que el periodismo no ha muerto todavía. O sea: que el anhelo de verdad sigue vivo."
No dicen lo mismo los variados lectores de Arcadi Espada, de quien tomo las fotografías. Imagino que Reverte escribe con ironía y algo de nostalgia, porque no puede perder de vista que en demasiadas ocasiones sólo nos llegan las fotos destinadas a producir el efecto deseado, no el hecho y acontecimiento que supone el pensarlas y ponerse a hacerlas para "dar imagen". Aunque muchos quisiéramos pensar que la fotografía de Kerry cavilando mientras juegan las olas con sus pies fue tomada por pura casualidad, o por un fotógrafo omnisciente que captó aquel momento de intimidad y reflexión y nos lo brinda como regalo con infinita benevolencia. Un fotógrafo omnisciente que trata a todo el mundo con igual vara de medir. La ironía y la nostalgia asoman por esta herida.
Sobre todo, si al mismo tiempo nos topamos de frente -por ejemplo- al señor ex-ministro Trillo, vapuleado una vez más por El País, sobre el asunto del avión Yak que pudo ser Tupolev y los soldados españoles desgraciadamente muertos. Según puede leerse, por ejemplo, en Libertaddigital.com, "el ex ministro de Defensa ha anunciado en La Mañana de la COPE que va a estudiar si en la "redacción manipulada" de la última noticia de El País sobre el Yak-42 hay algún motivo, "de una vez ya", para presentar una querella." Tiene razón en esto el ex-ministro, por mucho que haya descuidado -precisamente su imagen, entre otras cosas- en su etapa de ministro: "Ejerciendo el poder, hay que ser respetuoso aunque sea con insidias como ésta con la libertad de expresión. Pero cuando ya sólo se conserva la dignidad personal, una persona que tiene una trayectoria política, probablemente habrá que defenderlo en los Tribunales".
No sé si los servicios aéreos del caso del Yak o del Tupolev deben o no someterse a concurso entre varias ofertas, ni me imagino que en tal caso sea el ministro quien decida la adjudicación. Responsabilidades políticas siempre las hay. Normalmente - y casos hay a la vista- esas responsabilidades se paran en algún punto de la estructura jerárquica, en principio por alguna patente razón de justicia. Las cosas no funcionan de otro modo. Para muestra, y no precisamente ejemplar, el botón que nos brinda El País en el alcance de responsabilidades ofrecido con las medidas adoptadas como resolución de "el caso del anuncio de las torres gemelas".
Remedando a Reverte, parece que -en algunos casos- "campañas así nos hacen pensar que el periodismo no ha muerto todavía, (pero tiene un cáncer de difícil curación). O sea: que el anhelo de verdad sigue vivo, (por el momento, y no en todos los casos por igual)."
Comentarios