Recibo hoy en el correo este "cartoon" del New Yorker, que trae consigo una imprevista asociación de ideas:
La asociación de ideas sucede al recibir también hoy mucho texto periodístico, más o menos soliviantado y escandalizado sobre la moral católica. Me parece que quizá a algunos de los "expertos o políticos o activistas" que declaran, pontifican y escriben en esos periódicos -de nuevo usando diversos tonos del escándalo fingido-, les convendría -por ejemplo- leer el Catecismo de la Iglesia Católica, en torno al artículo 6 de la sección 2 de la tercera parte, donde se habla del "sexto mandamiento". Según veo, son sólo unas 15 páginas.
También entiendo que no les vendría mal a algunos de los mismos periodistas que -como si fueran una especie de Real academia de la vida misma- limpian, fijan y dan esplendor, pontificando también, cuando (algunos, insisto) recogen y editan esas declaraciones. No es fácil evitar la incomodidad al ver expuestas opiniones con tono dogmático y suficiente. No es fácil evitar una creciente incomodidad al ver encarnada en algunos textos esa tercera acepción del Drae para "pontificar".
Sólo digo que es conveniente leer bien esos textos del Catecismo si se quiere saber qué entiende la Iglesia Católica por el amor conyugal y las correspondientes relaciones sexuales. Me da la impresión que eso no debe venir en el "Moral values for dummies" que hoy nos ofrece el New Yorker.
De ahí que -entresacando de todo lo leído en la prensa, que es demasiado- encuentre dos textos de interés:
-- "La Iglesia católica insiste en su nota en que mantener la castidad y la fidelidad mutua es la «única conducta segura generalizable frente al peligro del sida»."
-- "Beatriz Gimeno, presidenta de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays y Transexuales (FELGT), repetía anoche: «Lo sabía, lo sabía. Mira que dije ayer [por el martes] que no me lo acababa de creer»."
Me parece que, en este asunto recurrente, no hay nada nuevo bajo el sol, y menos "for dummies". En la red he visto la elocuencia de Montse Doval en Internetpolítica.
Esta es la asociación de ideas venida con el e-mail de esta mañana.
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[Actualización (21 Enero 2005): agradezco la referencia de Arp en Compostela.
>> Mejor no "dar palos de ciego"
Me parece que quien sitúa el tema y cierra esta polémica es Joaquín Navarro-Valls, en La Vanguardia (entrevista de María Paz López, corresponsal en el Vaticano), cuando dice que "ver en ese artilugio la única solución es no abordar el problema en su origen":
"personalmente, cuando alguien me plantea ese asunto, tiendo a decirle: "Mire usted, ese artilugio me interesa poco". En cambio, podemos hablar en profundidad sobre antropología humana y antropología de la sexualidad humana. Por desgracia, el razonamiento sobre esos aspectos se ha depauperado tanto que, al final, se ve en ese artilugio la única solución, y eso no es abordar el problema en su origen. Yo trato de resolver un problema en el origen del problema, no en su conclusión.
-¿Cuál es para usted el tema de fondo, entonces?
-El tema de fondo es: ¿qué es el amor humano entre un hombre y una mujer? Hablemos de eso. Segundo: ¿qué sentido tiene la sexualidad humana? Hablemos de eso. Cuando la sexualidad humana se desvincula del amor humano y de la procreación, entonces queda la sexualidad humana como una variable independiente, y no se sabe qué hacer con ella, porque no está ligada a nada. La sexualidad humana tiene un sentido, y no estoy hablando como católico, sino con una visión antropológica precristiana. Hay que estudiar la sexualidad humana en el contexto de qué es un ser humano, y sobre todo, de qué ocurre cuando un ser humano se pone en relación con otro ser humano. Pero si se aborda la sexualidad humana como una variable independiente que no está ligada a nada: ni a la fidelidad, ni al amor, ni a la procreación, ... el resultado es un caos moral, y un caos antropológico.
-Pero, ¿qué ocurre cuando se introduce la variable enfermedad?
-Cuando ejercía como médico, se hablaba también de eso. En aquellos años se planteaba con otras características, pero viene a ser lo mismo: analicemos todo el problema, no solamente una parte. Si usted me dice que tiene dolor de cabeza, no voy a limitarme a darle un analgésico; trataré de ver de dónde viene ese dolor de cabeza. Quizá el paciente te pide que le des un analgésico, pero resulta que, en realidad, le está creciendo un tumor. Hay que estudiar los problemas en su conjunto. No censuro la discusión que se ha abierto estos días en España, pero el tema de fondo es de antropología, del sentido de la sexualidad. E, insisto, más que un tema moral, es un tema antropológico."
Planteando así las cosas, se puede hacer justicia a la realidad de los más terribles problemas humanos, sin rebajar la dignidad personal. En este caso, me parece que otra postura, planteada sólo como solución inmediata de un problema grave y urgente, es mera réplica de la situación en que "es peor el remedio que la enfermedad".
Forzar técnicamente la naturaleza de las cosas, sin conocer y valorar bien los implícitos científicos y antropológicos, filosóficos, del problema, es "dar palos de ciego" (expresión que proviene de los juegos de niños como "la gallina ciega" o "la piñata", en los que el fundamento consiste en privar ocasionalmente de la visión a los participantes, y que el Drae recoge como "actuación titubeante y desorientada que no logra alcanzar los fines perseguidos"). Y en este caso lo que hace falta es ver bien, sin anteojeras o -no digamos ya- sin vendarnos los ojos. (No blindfold: this is not for dummies).
Como dice Navarro-Valls, mejor ver el problema en su conjunto, porque "quizá el paciente te pide que le des un analgésico, pero resulta que, en realidad, le está creciendo un tumor."
[Actualización (24 Enero 2005): bienvenidas las numerosas entradas referidas a Scriptor.org, y más o menos indirectas a este post, enviadas por Manel Gozalbo Al Kaafr desde HispaLibertas.com y por Virgulilla desde Criterio, entre otros.
>> "Nadar a contracorriente"
Recomiendo, en lo que se refiere al motivo de este post, el magnífico artículo de Juan Manuel de Prada en el diario ABC (22 Enero 2005), "Las ideas de la Iglesia". Según lo visto, al menos en buena parte de la prensa y de los blogs, Juan Manuel tiene mucha razón en confirmar que la Iglesia Católica suele nadar de ordinario a contracorriente:
"... Se repite machaconamente que la Iglesia es una enemiga de las ideas nuevas; machaconamente se la tilda de «carca», «casposa» y otras lindezas limítrofes. Un análisis serio de la Historia nos enseña, sin embargo, que los católicos se han caracterizado siempre por brindar ideas nuevas; y que, por sostener tales ideas, han padecido incomprensiones sin cuento. Cuando San Pablo, y con él las primeras comunidades de cristianos, se oponían a la esclavitud no estaban, precisamente, «acomodándose a los tiempos». Chesterton destaca que los católicos siempre han vindicado ideas nuevas «cuando eran realmente nuevas, demasiado nuevas para hallar apoyos entre las gentes de su época»..."
El "punch", tanto en Chesterton como en De Prada, les lleva a la frase según la cual, resulta que el catolicismo es «la única religión que libera al hombre de la degradante esclavitud de ser un hijo de nuestro tiempo». Quizá convendría decir a algún lector descuidado o acaso enfadado (por considerarse en la obligación de disentir y no saber bien cómo hacerlo), en que las palabras clave de la frase son "degradante esclavitud". Porque ni Chesterton ni De Prada ignoran que, nos guste o no, también somos hijos de nuestro tiempo. Pero quieren destacar que no sólo ni principalmente tenemos ese escaso bagaje de filiación].
Ser hijos de nuestro tiempo es algo por lo que nos debemos sentir más resignados que entusiastas: nuestro tiempo no es el desenlace de la novela, sino un capítulo más. Tal vez no podamos escapar a la tiranía del Zeitgeist, pero tener también que adorarlo, como hacen tantos, me parece ya excesivo.
Chesterton se negó siempre a ser uno de esos adoradores. Por eso escribió en la dedicatoria a The Man Who Was Thursday:
When that black Baal blocked the heavens
He had no hymns from us.
Publicado por: HJA | 25 enero 2005 en 08:21 a.m.
Muchas gracias por el comentario, porque es muy acertado subrayar lo de no ser entusiastas. Precisamente por eso hablaba de "nadar contracorriente". Corriente hay. Lo malo es dejarse llevar por ella, en plan "entusiasta".
Conozco algunos que sí lo hacen, o al menos parece que simulan que lo hacen. Por eso les molestó el artículo de Juan Manuel de Prada, entre otras cosas, y algunos escribieron lo que escribieron en sus blogs. Cosa que no voy a repetir aquí, ni siquiera para criticarla.
Pero he de decir que "resignación" no me parece palabra del todo ajustada para contraponer a esa actitud conformista de ser hijo sólo de los tiempos que corren.
Hay otra cita de Chesterton, uno de los mejores nadadores contracorriente que ha habido. Uno de los que rechazan adorar las tiranías de la época en que viven. Por eso, quizá dijo también que
"The true object of all human life is play. Earth is a task garden; heaven is a playground." (en "All Things Considered").
Sin adorar el "task garden", que sería de tontos, parece que -según Chesterton- hay que trabajar este jardín, aunque pueda parecer que eso no sea necesariamente "play", actividad contrapuesta por el mismo Chesterton con una "task". Pero tengo la impresión de que sin sacar adelante esta "task garden", no es fácil llegar al auténtico "play-ground".
Por eso quizá también cabe tomarse la "task" terrena como si fuera un "play", o un buen ejercicio de entrenamiento para el "play" genuino. En este sentido, más o menos, traté de orientar el comentario. Sobre todo, para quienes entienden que lo único que hay válido es mero "carpe diem", puro lograr dinero y éxito.
Es el mismo Chesterton quien -inesperadamente- llama "avariciosos" a quienes persiguen esas metas como si fueran el único "instinto" humano, como si fuera la principal tarea de los hijos de cada tiempo (en 'The Fallacy of Success', "All Things Considered"):
There are many definite methods, honest and dishonest, which make people rich; the only “instinct” I know of which does it is that instinct which theological Christianity crudely describes as “the sin of avarice.”
Entiendo y compruebo perfecta y personalmente (dicho sea con toda la simplicidad posible en unas líneas, y siguiendo las palabras de Chesterton) que la "task garden" de cada cual no siempre es agradable, y que suponga esfuerzo, a veces mucho esfuerzo, y suponga hacerse violencia (hacerse violencia en los tiempos que corren no es tan sencillo). También entiendo que por desgracia pueda confundirse con (o peor, derivar hacia) este perverso "instinto" del “sin of avarice”, pero no evitar la "task garden" es el modo humano de llegar al auténtico, genial y definitivo "play-ground".
Publicado por: JJGN | 25 enero 2005 en 10:50 a.m.