[Continuación de "Embriones fuimos (2) – Palabras, personas, bioética e industria", que a su vez continuaba "Popurrí: razón de amistad en los blogs / Europa · We Media · Embriones fuimos" y sus respectivos comentarios].
El punto es éste: cuando fuimos embriones (o pre-embriones, si los hubiere) nos dejaron seguir creciendo, viviendo. Y aquí estamos. El caso es que cada uno es siempre “el mismo”, aunque evidentemente no sea siempre “lo mismo”. Aquella nuestra pre-historia, indocumentada (sin registro civil, sin DNI ni pasaporte digital, sin código fiscal, sin carné de conducir, sin seguros ni informes médicos, sin nómina, quizá aún sin nombre propio), ha hecho posible nuestra actual situación documentada (registros civiles, militares, incluso policiales, carnés, seguros, informes médicos, etc.).
Al menos, así veo y entiendo la situación de quien esto escribe y quien esto lee. Y aunque no tengo especial dificultad en ponerme en el lugar de quienes ven esto diversamente, no sé pensar acerca del asunto de los embriones de otro modo. No consigo imaginar qué pueden tener de especial tantos experimentos de inseminación o fecundación artificial para que sean considerados legítimos (quizá es que son “científicos” en cuanto manipulan técnicamente la naturaleza), al precio de deslegitimar lo que hace de suyo la madre naturaleza (quizá porque nos da cierta vergüenza reconocer que no conocemos bien, “científicamente”, lo que hace).
No creo que convenga hablar con especial detalle de lo que en estos días circula por la prensa italiana. Aunque sí me parece que mencionar algunas cosas sirve a los propósitos del largo diálogo entablado con Maty en este blog, acerca de los embriones humanos (y otros asuntos asociados, que ahora dejo de lado para evitar nuevos excesos de longitud). El caso es que resulta natural que fuera de Italia ni interese ni se sepa demasiado en torno al cuádruple referéndum, convocado para la primavera próxima, que pretende abrogar la ley n. 40 sobre la procreación médicamente asistida, aprobada el 10 de febrero de 2004.
Dicho sin tecnicismos, en román paladino, la reforma propuesta implicaría (de ser aprobada) mayor capacidad legal para manipular embriones. Si la política es compleja de suyo, la italiana lo es por excelencia. Quizá por eso, también, parece que el gobierno italiano –como cualquier otro gobierno- convocará el referéndum en circunstancias que propicien el resultado preferido. En este caso, será probablemente en un fin de semana soleado y primaveral, adecuado para que las familias vayan al campo con los niños y se abstengan de votar un confuso asunto. El caso es que, por el momento, en estos días se habla mucho de embriones y personas en los periódicos italianos. Y hay, al menos, dos o tres aspectos de interés general:
Italia: intercambio de papeles argumentativos
Por una parte, no deja de ser curiosos que algunos de los políticos y algunas de las gentes egregias de cultura “laica”, que de ordinario se declara más bien atea (Emanuele Severino, Giovanni Sartori, Umberto Eco), resulta que ahora se pasan el día hablando de Santo Tomás de Aquino, de la fe católica, de Dios Creador y del alma espiritual humana.
Por otra parte, egregios eclesiásticos y académicos católicos (Elio Sgreccia, Roberto Colombo), además de hablar de Dios, que es lo suyo, hablan también de ciencia, de razón lógica y de que la cuestión del inicio de la vida individual no es cuestión de fe. No sé por qué hay que recordar expresamente que los católicos tienen, por lo común (como lo han tenido a lo largo de los siglos), un gran respeto a la razón, y tienen en gran concepto el pensamiento científico y filosófico. Debe ser que la mentalidad "laica" implica aceptar como premisa la idea de que los católicos sólo tienen "la fe del carbonero".
Arrimarse a estas alturas a Aristóteles y Santo Tomás como hacen Giovanni Sartori y Umberto Eco no deja de ser más bien peregrino, porque la embriología que ambos (el Estagirita y el Aquinate) podían tener a mano para afirmar que el alma “venía” / ”era puesta por Dios” al cabo de tres meses de vida vegetativa y animal, ni responde hoy al mínimo análisis científico, ni es sostenida hoy entre embriólogos que se precien de serlo. Incluso resulta un poco patético el profesor Sartori, enmendando la plana al Aquinate para decir que –para él- lo que hay en el viviente (extraño viviente, pardiez!) en el seno de una mujer embarazada no tiene alma vegetativa al inicio, sino que siempre es alma animal en esos primeros meses. Y no tiene tiempo de dar razones.
Algunos representantes de la cultura “laica”, sin darse cuenta, parece que añoran y se quejan de algo así como de que la Iglesia Católica no se enzarce hoy en un nuevo “Caso Galileo”, o algo parecido, manteniendo la postura de Santo Tomás sobre los embriones. Porque entonces quedaría muy bien poder atacarla desde fuera, desde la razón científica y lógica, sin necesidad de citar al Aquinate para intentar rebatir la postura de la Iglesia.
Por otra parte, puestos a hacer mención de ilustres clásicos ignorantes de embriología, pero con otra visión concreta de esta misma jugada, al menos habría que no olvidarse, con cuquería, como quien no quiere la cosa, de decir con Tertuliano (s. III), o incluso con Gregorio de Nisa o Macario de Egipto, que –desde un punto de vista jurídico- hay que tratar como persona a quien va a serlo. Interesante cuestión, no sólo jurídica, pues pone sobre el tapete la “causa final” en un terreno, como es el de la vida, bien distinto del de los seres inanimados, que resulta excesivamente lleno de “causas materiales” y “formales”. Exceso de hilemorfismo, que resulta argumentativamente reduccionista en este asunto. Porque no se habla de los seres vivos, y menos del hombre, como si fueran piedras del cosmos mineral. En los vivientes, y sobre todo en los humanos, hasta donde a mí se me alcanza, es la causa final lo que “tira” desde el inicio de la vida del viviente.
El caso es que el Cardenal Ruini, presidente de la Conferencia Episcopal, que ha creado un comité llamado “Ciencia y vida”, propone en público y sin tapujos la abstención en el referéndum, porque (dirá luego "la Iglesia debe hacerse oir") y porque sin quorum, sin mayoría de votantes, es nulo el resultado. Y el cambio propuesto deja las cosas –según el Cardenal Ruini, entre otros muchos italianos de a pie- bastante peor de lo que están en estos momentos. El candidato del centro-sinistra, sin embargo, un "católico adulto" como il Professore Prodi, dice que él irá a votar. No dice qué votará. Aunque algunos interpretan que esto significa que votará "no", pero buscando ayudar a sus aliados de Ds y de Rifondazione Comunista a lograr el quorum.
No han faltado otros autodenominados "católicos adultos" que han dicho que se abstendrán de votar. Y es de suponer que el Cardenal Ruini también es un "católico adulto", al menos tanto como Prodi y los demás. Tampoco ha faltado [Actualización 10-03-05: ver Corriere della Sera] la voz de Francesco Cossiga, ex-Presidente de la República, capaz de ironizar sobre lo dicho por Prodi, diciendo que no quiere polemizar con él, porque -además de pensar en conciencia que debe abstenerse- admira la suerte que tiene Prodi de ser un "católico adulto", porque él piensa que no está de más tomar en serio lo dicho por la Conferencia episcopal: "en todo caso no creo tener una conciencia tan bien formada como para poder disentir de los obispos: y añade «io sono un cattolico bambino, mica come Prodi...»". Y es que Cossiga entiende que "una Iglesia libre en un Estado libre significa Estado libre e Iglesia libre: esto siginifica ser laicos, mientras que el laicismo desearía que sólo hubiera Estado libre".
El “framing” periodístico de Repubblica
Por otra parte, tampoco deja de ser curioso observar el enfoque o el trato que algún periódico, en este caso Repubblica, da al asunto en su conjunto. En un viejo e interesante juego de palabras, deja caer que la cosa consiste en un choque entre “católicos” y “laicos”. Aunque, como se verá, de los primeros hay dos tipos. El periódico, fiel a esta línea editorial, se centra en una especie de duelo que pone a prueba la antigua amistad que une a Ruini, el Cardenal y a Prodi el Profesor. Ahora se encuentran distantes, en razón de sus posiciones ante el referéndum.
El interés de Repubblica, claramente inclinado por Prodi, está en el sutil manejo del término “católicos” a secas cuando se menciona a los que ven las cosas como Ruini, y el no menos sutil manejo de la expresión (casi un término) “católicos democráticos” cuando se trata de los que parecen estar más de acuerdo con Prodi. En este último caso, quizá por casualidad, se asocia “cattolici democratici e laici”, y se afirma sin ambages que “Prodi è il punto di riferimento del cattolicesimo democratico”. (Ya lo saben los “católicos” a secas: se juegan ser demócratas auténticos si contradicen a Repubblica). Sin que falte el experto, en este caso la experta, que pontifica: “l’astensione è un errore politico”. Y, por supuesto, nadie quiere estar en el error, aunque sólo sea un error político.
Es éste un caso más de “framing” semántico, como luego dirá algún experto, dentro de la indiscutible e impertérrita neutralidad objetiva de Repubblica, muy semejante a la de El País en España.
Con esa misma actitud impertérrita, el periódico italiano –mucho más equilibrado y flexible que el mencionado partner español- es capaz de recoger también la perspectiva que ofrece el Presidente del Senado, Marcello Pera: “el embrión es una persona, no es una especie de moho (de hongo)”. Y añade, recogiendo lo dicho por Pera en una entrevista televisiva: “mantengo, aunque no soy creyente, que el embrión es persona desde el momento de la concepción. Entiendo que esta es la postura moralmente más responsable y que es –desde el punto de vista laico- la posición más coherente con mi historia, con mi tradición de italiano y de europeo”.
Y añade que lo que está en discusión con el referéndum es “por una parte, el valor de la persona humana-embrión. Y por otra, el valor de la libertad científica, o el derecho a curar enfermedades por medio de la investigación científica. Estos dos valores han de ser combinados. Se puede decidir que el valor de la persona es preeminente respecto del de la libertad de investigación. Y se puede decidir de otro modo. Lo único que no debería hacerse es creer que en este caso es posible experimentar como Galileo con sus bolitas metálicas rodando por un plano inclinado, o como hacía Fleming con los mohos (los hongos) para descubrir la penicilina. Porque –subraya el presidente del Senado- el embrión no es un moho (un hongo)”.
“Lo que está en juego –insiste Pera- (según recoge Repubblica) es exactamente esto: ¿cuáles son los límites de la investigación científica y cuáles los de los individuos: derecho a la salud y a concebir; derecho a tener un hijo que quizá, algún día, se querrá que sea alto, rubio y con ojos azules? ¿Hasta qué punto estos valores prevalecen sobre el respeto a la persona? Esto es lo que está en juego”.
Si este material lo hubiera publicado El País, dudo que el redactor de turno hubiera olvidado en esta ocasión añadir unas cuantas gotas del “framing” especial de la casa, quizá alguna ironía o sarcasmo ligth que desautorizara o ridiculizara indirectamente lo dicho por el Presidente del Senado Pera, o quizá alguna asociación de ideas semejante a la utilizada por Repubblica en el caso antes mencionado. Cosa que no quita que este periódico haya seguido luego publicando artículos de políticos que contradicen a Marcello Pera.
Argumentos y razones lógicas
Es interesante, a los efectos de esta (última, por el momento, espero) entrega de la serie “embriones fuimos”, ver que el académico profesor Roberto Colombo, esgrimiendo suavemente el principio de identidad y el de no-contradicción, tratando de hacer ver que el embrión es vida, y vida humana, por razones de lógica y no por razones de fe.
Esgrime Colombo el principio de identidad, al constatar que el proceso de desarrollo del individuo humano es continuo, desde la fecundación hasta el adulto (sólo la muerte o la crioconservación del embrión paran su crecimiento). ¿Cómo puedo no identificar mi “yo” con lo que se encuentra en mi continuidad sustancial, y sin cuya existencia (o su muerte) yo no sería lo que soy en este momento? Y esgrime el principio de no-contradicción al razonar que si la única diferencia cualitativa, ética y jurídicamente relevante, entre la vida de un ser humano y la de un animal, consistiera –como plantea Giovanni Sartori- en dos de sus atributos (la autoconciencia y el sufrimiento psicológico), entonces hay que asumir todas sus consecuencias. Cosa que nadie está dispuesto a hacer, porque resulta absurdo: ¿qué sucede con el neonato, el paciente anestesiado, el anciano demente, el descerebrado? ¿Quedarían excluidos –al ser considerados “vida animal”- del respeto y la tutela debidos al ser humano? Estas son las cuestiones que implica razonar con lógica rigurosa.
Argumentos colaterales eugenésicos
Me crispa tener que mencionar los argumentos eugenésicos en este contexto de los embriones y su humanidad. Pero me parece que debe hacerse, porque es donde se esconden “embedded” rasgos de una mentalidad colindante que parece rebrotar cuando pensábamos que era algo históricamente superado. Hoy no es politically correct, hoy no se puede hablar explícitamente de seres humanos de “tipo A”, frente a otros de “tipo B”, como se hizo en Suecia hasta bien avanzado el siglo pasado. Pero no puedo evitar el temor de tener que volver a recordar –con Las Casas- que los indios son humanos y tiene alma, aunque a algunos parezcan bestias salvajes. Y no puedo evitar el temor de que –sin mencionarlo explícitamente- se puedan hacer consideraciones sobre “seres humanos tipo B, o C, en todo caso provisionales”, que son propiamente animales o vegetales, como en buena ley deberían decir Sartori, o Umberto Eco, citando hoy, a un Tomás de Aquino embriológicamente descolocado. “Seres humanos provisionales”, con los que se puede experimentar, o elegir a los que vayan a tener ojos azules, o eliminar a uno o a unos cuantos –tanto da- para investigar si es posible sanar con sus células a su “pobre hermanito” enfermo.
El caso es que en Italia acaba de salir a la calle un libro (Luca Dotti, “L’utopia eugenetica del welfare state svedese (1934-1975)”, Ed Rubbettino, 325p., € 22) que precisamente habla del caso sueco, bien mencionado por Maty, en comentarios anteriores sobre este mismo asunto, como paralelo al caso alemán. Dice así el artículo que sobre este libro escribe Giovanni Belardelli, en el Corriere Della Sera (3 marzo, 2005, p. 37), con el título “Eugenetica, ombra scura sul modello svedese”:
Un saggio di Luca Dotti denuncia una pratica sconvolgente e autoritaria. Promossa dai coniugi Myrdal, premi Nobel.
Ancora oggi siamo abituati a considerare il welfare state realizzato in Svezia dalla socialdemocrazia come una delle grandi, e più positive, esperienze politico-sociali del XX secolo. Ma che le cose non stessero interamente così, che il tanto magnificato «modello svedese» avesse anche qualche tratto oscuro, perfino qualche venatura autoritaria, venne fuori in realtà alla fine degli anni Novanta quando, quasi per caso, una ricercatrice svedese, Maija Runcis, fece una scoperta sconvolgente.
Si rese conto che nella Svezia socialdemocratica, in cui nessuno - così, almeno, si era sempre sostenuto - doveva essere trascurato o lasciato indietro, erano state compiute dal 1935 al ' 75 (anno di abolizione della relativa legge) oltre 60 mila sterilizzazioni, per il 90-95 per cento riguardanti donne.
Ed erano state compiute precisamente con l' intento, insieme eugenetico ed economico-sociale, di eliminare la capacità riproduttiva delle persone «difettose», cioè degli esseri umani «di tipo B» (come scrivevano comunemente, negli anni Trenta e Quaranta, gli addetti alle scienze sociali e mediche), ciò che avrebbe permesso di utilizzare al meglio le risorse per garantire il benessere della popolazione sana, degli esseri umani «di tipo A». (…)
Furono i coniugi Gunnar e Alva Myrdal i massimi teorici di questo socialismo che attribuiva allo Stato e alla politica funzioni demiurgiche, affidandosi agli scienziati sociali e alle loro soluzioni indiscutibili, poiché queste si presentavano come il frutto del puro calcolo razionale. Economista (e a lungo capo del gruppo parlamentare socialdemocratico) lui, esperta di problemi della famiglia lei, i Myrdal furono anche insigniti del premio Nobel: il solo caso di coniugi premiati per due materie diverse e in due periodi differenti (i coniugi Curie, l' unica altra coppia, avevano ricevuto entrambi il Nobel per la fisica).
Nel 1934 un loro libro dedicato alla crisi demografica svedese non solo ebbe uno straordinario successo, ma svolse anche una funzione decisiva nell' orientare la socialdemocrazia e l' opinione pubblica verso misure tese a eliminare gli «individui superflui» così da evitare che la società sprecasse risorse a causa di persone giudicate irrecuperabili. (…) Un esponente socialdemocratico dichiarò: «Io penso che sia meglio esagerare che rischiare di avere una progenie inadatta e inferiore».
(No hay link directo al texto en Corriere della Sera. Se puede descargar aquí, completo, en .pdf | Hay, entre otras, una dirección -ésta- en la que puede leerse directamente el mismo texto.)
Argumentos científicos, razonados por científicos
He de reconocer paladinamente que no me encuentro en condiciones de abordar con un mínimo de seriedad los argumentos científicos. Una cosa es hablar en el contexto de los saberes prácticos, como hasta aquí se ha hecho, cuando se trata de asuntos políticos y éticos, estéticos, poéticos y retóricos que siempre tienen que ver con la libertad y dignidad humana y con el bien común. Otra cosa es hablar en el contexto científico, en el que lo que está en juego es el conocimiento de la realidad objeto de cada ciencia particular desde dentro de sí misma, de modo que –sabiendo qué son las cosas en sí mismas y por sí mismas- sea posible predecir con exactitud fenómenos asociados con esas cosas. Dado que en su día me dediqué a la física matemática, antes de convertirme a las humanidades, pienso que no es justo 1) entrar directamente en asuntos de embriología humana, ni tampoco 2) repetir así la triste figura presentada por algunos de los “tuttologos” italianos antes mencionados.
Pero esto no quiere decir que deje de escribir ya mismo. Antes he de decir que, interesado por ver qué se decía a propósito de la Declaración de la ONU prohibiendo la clonación humana, me encontré leyendo en un diario (ABC, 3 de marzo, 2005), un breve texto de la Catedrática de Bioquímica, Natalia López Moratalla. Se titulaba “La "clonación terapéutica", ni clonación, ni terapéutica, ni necesaria”. Decía así:
La Declaración de la ONU prohíbe todo intento de clonación humana y la explotación de la mujer como donante de óvulos para estas técnicas.
No existen razones de peso para copiar seres humanos; por ello, resulta fácil "prohibir" la clonación reproductiva. Pero parece excesivo "prohibir" la clonación terapéutica, que intenta llegar "sólo" a la fase embrionaria de un clon, con fines de investigación. Se vuelve al manido debate sobre si un embrión tiene o no un valor que haya que proteger por encima de otros, como una lejana posibilidad de nuevos tratamientos, o de los intereses de empresas biotecnológicas.
Un debate que se resolvería llamando a las cosas por su nombre:
1) La tecnología de clonación es muy ineficaz y, en el caso de primates, de 1000 intentos realizados (1000 óvulos) no se ha logrado ningún verdadero embrión. Tenemos un criterio biológico nítido acerca de qué es una asociación de células vivas, más o menos organizada, y qué un individuo. Con algunas cautelas, la "clonación terapéutica" se puede convertir realmente en una tecnología de transferencia de núcleos que no sería clonación.
2) De las tres asociaciones celulares humanas femeninas logradas por los coreanos, consiguieron únicamente una línea celular del tipo embrionario, que no ha encontrado utilidad para investigación, ni uso terapéutico.
3) Y si un día resultase que las células embrionarias sirven para curar, se pueden conseguir por otros procedimientos que no exijan óvulos.
Interesado en la perspectiva de la Dra. López Moratalla, he aquí algunos de sus textos. Tras leerlos, los ofrezco y recomiendo aquí a continuación en formato .pdf . Como cabe suponer con la recomendación de estos textos, en ellos queda racionalmente en pie –esta vez en términos científicos- la realidad humana de los embriones. Y la incongruencia científica que supone hablar de “pre-embriones”. Y algunas cuestiones científicas más, que entiendo más o menos bien, pero que desde luego sería incapaz de formular o discutir con propiedad. Como ésta, que plantea el cigoto como el estado primordial de un nuevo individuo:
(...) La cuestión del estatuto del embrión humano no se plantea con relación a la pertenencia a la especie. En efecto, cada viviente es necesariamente individuo de la especie, que forman quienes comparten el mismo patrimonio genético. Cada nuevo ciclo de transmisión de vida humana se inicia a partir de una célula única –denominada cigoto– formada por un proceso en varias etapas que comienza en la fecundación del gameto materno, el óvulo, por un gameto paterno, el espermatazoide. La célula formada por tal fusión ha de adquirir el fenotipo cigoto: una célula única polarizada y asimétrica capaz de dividirse en dos blastómeras desiguales entre sí diferentes al cigoto. Sólo así, el cigoto puede dar paso a la nueva etapa vital de embrión bicelular, en que las multiplicaciones celulares precisas le permitirán pasar por la fase tricelular, tetracelular, etc. La progenie de las dos primeras blastómeras es diferente desde esa primera división celular y tienen diferente destino en el embrión. El cigoto es el estado primordial de un nuevo individuo. (...)
Estos son los textos científicos anunciados y recomendados de Natalia López Moratalla:
1. La realidad del embrión humano (.pdf).
2. Clones en el contexto de la investigación con células madre embrionarias (.pdf).
3. La racionalidad terapéutica en la medicina regenerativa con células troncales embrionarias o de adulto.
Como también es cierto que las cosas santas deben ser tratadas santamente, tras estos razonamientos prácticos y científicos acerca de la vida humana, y puesto que todos estamos dispuestos a entender que la vida humana es sagrada, también cabe adjuntar el texto de un documento oficial de la Iglesia católica, que dice así:
"Human life must be respected and protected in an absolute manner from the moment of conception. From the first moment of its existence, all rights must be granted to a human being, among which are the unalienable right of every innocent to life” (Instruction “Donum Vitæ” 1,1).
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