Después de hablar en el post anterior de una temible "discriminación por razones de salud", veo hoy una noticia o un adelanto de noticia, sobre algo llamado "Código de laicidad" que el partido en el gobierno de España prepara, con idea de prohibir o limitar (en todo caso, controlar) las manifestaciones religiosas públicas.
Supongo que incluirá el footing o el trekking en los parques, o la gimnasia china en las calles, entre otras manifestaciones públicas de religiosidad, dado que el culto al cuerpo y el culto a la salud es algo de ordinaria administración.
El caso es que vivimos en buena parte rodeados de auténticos y diversos tipos "cultos a la salud física", con sus lugares específicos de reunión obligatoria periódica (fitness, gimnasios, golf, paddle, etc.), sus tiendas de atrezos específicos (chandals, zapatillas, herramientas y maquinarias variopintas) y sus manifestaciones públicas de culto en calles, parques, jardines y desde luego, en la moda que destaca "inocentemente" este o aquel aspecto del cuerpo humano, ahora empezando por el ombligo, y luego animando a ir a comprar la leche y el pan con zapatillas y chandal Nike, o llevar la camiseta del Barça a la Universidad. Etc.
Signos exteriores de religiosidades más bien espúreas, desde luego, pero son formas colaterales de la vigente religiosidad de la salud y el deporte. Con cierta propiedad, cabe hablar de una religión en toda la regla, en la práctica, con sus manifestaciones públicas. Ahora precisamente cuando -en España- parece que con el mencionado "código de laicidad" se prepara la prohibición de las manifestaciones públicas de las religiones.
Es decir, parece que quiere imponerse como obligatoria y desde el Estado o desde el gobierno, la "práctica obligatoria pública de la religión laica". Quizá ésta permita las manifestaciones públicas del culto a la "diosa Salud", prohibiendo el culto a Dios. Curiosa discriminación de culto, ya puestos a hablar de discriminaciones abusivas, en una sociedad que se quiere moderna y sobre todo democrática. Es decir, respetuosa con la mayoría de sus ciudadanos.
Si un político o un gobierno es ateo, o le resulta racionalmente muy incómodo que Dios exista, no parece razonable que por eso pretenda imponer, desde su autodenominación beligerante de "laicidad", controles y prohibiciones para las manifestaciones públicas religiosas. Porque entonces, cuando menos, en buena ley, debería imponer también prohibición o limitación para las manifestaciones públicas -no sólo de las religiones auténticas- sino, sobre todo, de algunas cosas que son "auténticas religiones", como de hecho son -entre otras- el culto a la "diosa Salud", o a la "diosa Razón", y desde luego el culto a la "diosa Laicidad".
Siendo esta última la que -al parecer- quiere imponerse potestativamente desde el poder, con toda su parafernalia de manifestaciones públicas, que -al menos quienes las promueven, y por un mínimo de verguenza torera- deberían saber, o caer en la cuenta de que implican auténticas procesiones "laicas", con pancartas en vez de estandartes, gritos y rosarios de consignas en lugar de jaculatorias y oraciones, cánticos "laicos" en lugar de religiosos, etc. Un remedo o caricatura "auténticamente religiosa", de manifestaciones religiosa auténticas, cuando menos. Es fácil hablar de fundamentalismo islámico tras ver en televisión, una y otra vez, manifestaciones de este tipo, en nombre de Alá. El fundamentalismo de la "diosa Laicidad" parece que empieza a apuntar sus maneras. Eso sí, con aspavientos de corrección política mucho más "educada".
¿No será el planteamiento de una especie de presunta "oferta alternativa" de una ideología o pseudo-religión laica por algo que no es ninguna ideología, sino una religión (católica, en este caso, aunque pudibundamente no se mencione)? Una oferta que más bien parece un timo, ofreciendo gato por liebre.
Quizá todo esto tiene que ver con aquello de «más gimnasia y menos religión» que propugnaba Zapatero en su campaña electoral. No sé. Quizá sucede que vamos a tener ocasión de presenciar en vivo y en directo la verdad de aquello dicho por G.K. Chesterton: "Cuando la gente deja de creer en Dios, no es que no crean en nada, es que pasan a creer en cualquier cosa."
Esperemos que se trate sólo de un globo sonda más, que veremos desinflarse o perderse en el limbo de los restantes dislates proclamados con seriedad kierkegaardiana en los últimos meses.
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[Actualización (04 Marzo 2005): aunque sólo fuera por curiosidad, en interesante leer lo que se dice en un medio tan poco sospechoso de afinidades trascendentes como The New Republic , a propósito de la constitucionalidad, en Estados Unidos, de exhibir alusiones a los Diez Mandamientos en los juzgados. El caso, dice Jeffrey Rosen en su artículo "The Court and religion. Big Ten", es relevante, porque
"the Ten Commandments case is an important window into the Supreme Court battles to come, because it reveals the stark difference between conservatives like O'Connor, who genuinely believe the state should be neutral between religion and secularism, and conservatives like Justices Antonin Scalia, Clarence Thomas, and William Rehnquist, who yearn to resurrect open state support for religion, including school prayer."
El editor de asuntos legales de The New Republic concluye sus razonamientos considerando que
"As Europe confronts the growing threat of Islamic extremism, countries like France are attempting to denude the public square of all religious displays--for example, forbidding young Muslim girls from wearing headscarves as a threat to the secular state. But the French effort to crack down on even private religious speech is an expression of the same overzealous secularism that led the French revolutionaries of earlier times to smash the faces of carved saints in the cathedrals. There is a similar zealotry in the air in the United States, as radical separationists are attempting to cleanse the public square of even ceremonial acknowledgments of our religious history while radical supremacists yearn for open state support of religion. The Supreme Court should reject both extremist positions."
No estoy muy seguro de que el gobierno español se encuentre cercano a estas tesis, incluso después de que el presidente del gobierno haya dado fugazmente la mano al presidente estadounidense. Más bien parece inclinado a situarse en la peregrina y antidemocrática órbita jacobina (Drae: "Se dice de un partido francés de la época de la Revolución, partidario de dirigir la educación de los ciudadanos") de los vecinos franceses.]
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