Cuando hace ocho o nueve meses escribí a propósito de "Mar adentro", con ocasión del Festival de Venecia, no quise hacer referencia a la película alemana de Wolfgang Liebeneiner, "Ich klage an" ("Yo acuso", 1941), encargada según parece por el entonces Ministro de Propaganda Joseph Goebbels.
En aquel momento podía parecer querer cargar excesivamente los tonos del contenido ideológico y del apoyo político del gobierno español a la película de Amenabar, trayendo a cuento una eficaz película nazi sobre el mismo asunto. Lo que no quita que -a pesar de todo- la película de Amenabar me pareció, como entonces dije y razoné, "una trivial apología estetizante de la eutanasia". Y como corroboré aquí mismo (Oscares, Mar adentro, Million $ baby: discriminación por "razones de salud" para los tetrapléjicos) cuando recibió el Oscar, curiosa "coincidencia" cultural, junto al suavemente insidioso "Million $ Baby" de Clint Eastwood.
El caso es que en los últimos días -cosas de la red- me he topado con dos referencias a esa película alemana, en el mismo contexto de la eutanasia, y haciendo referencia al fuerte impacto e influjo que el cine tiene sobre la gente al tratar con emotividad simplista asuntos humanos que -cuando menos- son difíciles y complejos, si no escabrosos.
Y el caso es que también ahora ya es de dominio público el patente apoyo oficial, institucional, a "Mar adentro", por parte del actual gobierno español. Cosa que produce un cierto desgarro al asociarlo al gobierno alemán en el poder, en 1941, pero que a fin de cuentas es lo que hay. Ahora no se ven los resultados de la política del gobierno socialista español como se aprecian los del gobierno alemán de 1941, pero el asunto del apoyo político a la eutanasia, por medio del cine, es algo que no se puede obviar.
La primera referencia al film pro-eutanasia nazi proviene del artículo "Eutanasia y cine" de Damián Muñoz (publicado en Revista Médica - Número 51 - 2 de Mayo de 2005):
"En 1941 Joseph Goebbels, ministro de propaganda de Hitler, promovió la producción de una película que tuvo un gran impacto emocional en la población alemana: Ich Klage an (“Yo acuso”). Cuenta la historia de Hanna, una joven enferma de esclerosis múltiple que suplica a su marido Thomas –médico prestigioso de Munich- que acabe con su vida, pues no soporta la idea de verse degradada físicamente por la enfermedad: “Si me quieres de verdad, prométeme que me librarás de eso con anticipación”, le pide entre lágrimas. Algo más tarde, en una escena muy emotiva, Thomas echa un producto letal en el vaso de Hanna, y ambos se repiten una y otra vez que se quieren, mientras las notas de un piano llegan hasta el dormitorio. Poco antes de morir, ella le dice: “Me siento tan feliz, quisiera estar ya muerta”. En el proceso judicial posterior, Thomas acusa (“Yo acuso”) de intransigencia a los jueces y les grita: “¡Júzguenme!” Cualquiera que sea el resultado, su sentencia será una señal para todos aquellos que se encuentran en mi situación. Sí, yo confieso: maté a mi mujer, una enferma incurable, pero fue porque ella me lo pidió”. Al final, hasta Bernhard –amigo de Thomas y médico de su mujer- que le había recriminado su actitud inicialmente, acaba apoyándolo ante el tribunal.
"El film formaba parte de la campaña pro-eutanasia nazi e iba dirigido a la población general y especialmente a los médicos, pues en bastantes de ellos no había calado todavía suficientemente la idea de que hay “vidas indignas de ser vividas”. La película tuvo un gran éxito. Los que la vieron quedaron profundamente impresionados y tuvo una gran influencia en el cambio de postura de muchos médicos que hasta aquel momento se habían opuesto a la eutanasia. Tras finalizar la Segunda Guerra Mundial, el director de la película –Wolfang Liebeneier– reconoció abiertamente que “Yo acuso” se había realizado con la intención de preparar el terreno para la legalización oficial de la eutanasia. Desde luego, consiguió su propósito y todos conocemos las consecuencias." (...)
El resto del artículo, con las referencias a la película de Amenabar, puede leerse aquí. Recomiendo su lectura, porque, entre otras cosas, el autor del artículo considera que en el caso de la película de Amenabar -tratándose de un relato que se presenta como basado en hechos históricos-, hay evidencias que pueden llevar a engaño: "En la película se presenta a Ramón Sampedro con un gran respeto hacia los tetrapléjicos que prefieren vivir. Pero de la lectura del libro que escribió ("Cartas desde el infierno") parece deducirse lo contrario. Así los veía: “la escoria de la vida, las piltrafas”, “taras de cuerpos deformes”, “patéticas sillas de ruedas”, “carnes y mentes atrofiadas”; “piltrafas humanas”; “cerebros sin cuerpo”; “sólo somos de los vivos el espanto”(...)."
La segunda referencia a "Ich klage an" no alude a la película de Amenabar. Pero sí trata de presentar la película como antecedente de un documental estadounidense acerca del mismo asunto. Escribe Paul van der Bijl en el website del "CBHD (Center for Bioethics and Human Dignity)", a propósito de "Live and Let Go, An American Death":
"The year was 1920. Karl Binding, Chief Justice of the German Reich, and well-respected psychiatrist Alfred Hoche posited the question "Are there lives that have forfeited their individual legal protection because their continued existence has permanently lost all value for the person himself, and for society as well?" This was the question behind Binding's and Hoche's famous treatise Allowing the Destruction of Life Unworthy of Existence. They argued that one of the groups to be "considered for killing" are "...incurables dying from disease or injury, who, fully understanding their situation, urgently wish to be released and have given some sign of this...." Unwittingly, this work, among others, became a philosophical foundation for Germany's euthanasia program implemented when Hitler took power 13 years later.
Before Hitler started the euthanasia program, he supposedly commissioned his infamous Minister of Propaganda Joseph Goebbels to make a film that would promote euthanasia to the general public. Goebbels appointed 39-year-old Wolfgang Liebeneiner to make the film, and in 1941 Ich Klage an (I Accuse) hit German cinema. Considered by some to be one of the best films of the Third Reich, it was subtle and powerfully acted--so much so that as of October 2001 the film was still banned in Germany because of its relevant and dangerous content. The film depicts the story of a brilliant doctor's young wife who falls ill to multiple sclerosis and insists that her husband kill her before she succumbs to her agony. After viewing the film, Robert Jay Lifton, author of The Nazi Doctors (1986), understood "why doctors [he] interviewed still felt [the film's] impact and remembered the extensive discussion it stimulated among their colleagues and fellow students about the morality of a doctor's aiding incurable patients to achieve the death they long for."
Para leer lo que Paul van der Bijl dice acerca del documental "Live and Let Go: An American Death", mejor ir al mencionado sitio de origen de estos párrafos.
El tratamiento sentimentalista de la eutanasia en un espectáculo de masas como es el cine, es una bomba de relojería para la sociedad. Lo fue en 1941 y, aunque no nos demos cuenta, lo está siendo en nuestros días. Tampoco se daban cuenta en 1941. Como dice Paul van der Bijl: "Whereas Ich Klage an is a fictional depiction of physician-assisted suicide, this documentary allows viewers to see with their own eyes Sam Niver expire by his own hand." Como suele decirse, bordeamos abismos y damos pasos adelante.
Sencillamente impresionante. Estoy totalmente de acuerdo, no aprendemos de la historia, y estamos anestesiados, no sé si hasta sedados al estilo Hospital Severo Ochoa de Leganés.
Publicado por: Alberto Tarifa | 08 mayo 2005 en 07:47 p.m.
Ya he puesto un enlace desde mi blog (mar adentro) a este blog tuyo, de gran calidad.
Publicado por: Jorge Salinas | 21 mayo 2005 en 12:03 p.m.