Según parece, todos tenemos dos hemisferios cerebrales. El izquierdo, más dado a la gestión, a lo técnico y los esquemas previos, orientado hacia el pasado, a lo planificado, ordenado, rígido y preciso, con limitada capacidad de riesgo. El derecho, más dado a la creatividad, orientado hacia el futuro, es más bien impulsivo, y favorece la intuición, la flexibilidad, el sentido y la visión de conjunto, con suficiente capacidad de riesgo.
También es cierto que (salvo accidente), todos tenemos dos pies, y que usamos ambos por igual para caminar, tanto si quien anda es diestro o es zurdo o siniestro. Lo curioso es que no se plantea otro tanto con el trabajo de quienes son más bien diestros o más bien siniestros en sus habilidades cerebrales.
Parece que aún hoy (quizá por aquello de promover la "alta especialización", tanto ejecutiva como creativa) se cultiva más el desequilibrio que el equilibrio. Y esto sucede no sólo en cada persona, en cuanto se pretende desarrollar al máximo una de estas dos tendencias, en detrimento de la otra.
Sucede algo semejante en el trabajo académico y profesional, donde se desarrollan y extreman igualmente las diferencias entre personas con predominio cerebral diestro o siniestro. Aunque en este último caso de predominio "ejecutivo" se pretende además que los expertos en “management” gestionen la creatividad ajena, cosa que –obviamente, por su propia especialización- de entrada desconocen. Y si lo desconocen, no pueden apreciar lo que está en juego con esa creatividad, en términos de cultura.
Es éste un asunto más problemático de lo que en un principio pudiera pensarse. Porque no es lo mismo gestionar una fábrica de –pongamos- muebles o zapatos que gestionar un estudio de cine, un periódico, una televisión o una editorial literaria. El dinero y el éxito no son criterios prioritarios adecuados para valorar los llamados “productos culturales”.
Estudios y Profesiones de Comunicación y "Plan Bologna"
El caso es que casi todos sabemos que este problema resulta especialmente grave en las profesiones de comunicación pública. Y también en los ámbitos universitarios de estudio de la comunicación pública.
Y no estoy seguro de que algún aspecto del Plan "Bologna" de Convergencia universitaria europea tenga previsto estudiar y corregir esta tendencia mercantilista. Algo que, a corto plazo es sin duda rentable, en dinero, fama o votos políticos, pero que a medio y largo plazo parece más bien nefasta.
En los trabajos relacionados con el Plan "Bolonia" predomina más bien ahora cuestiones administrativas de equiparación cuantitativa de los "curricula", en claro detrimento de cuestiones de índole cualitativa y del estudio y planteamiento de los contenidos y modos de desarrollo de los programas de estudios. Véase, por ejemplo, El papel de las universidades en la Europa del conocimiento (.pdf), Declaración de Bologna: adaptación del sistema universitario español a sus directrices, y otros enlaces últiles.
Es obvio decir -como queda dicho- que existen estas dos tendencias, que genéricamente separan a los "ejecutivos" (crerebralmente siniestros o zurdos) de los "creativos" (cerebralmente diestros). También es obvio decir que en nuestros días, al menos hasta el momento, parece que han recibido y reciben mayor atención los "ejecutivos" que los "creativos".
Es obvio decir que tal orientación tiene una gran ventaja, asociada a la comodidad que supone en la organización de la formación de los estudiantes en las escuelas y universidades: siempre parece más exitoso y menos problemático “producir” ejecutivos que creativos. Igual comodidad que se encuentra en la asunción de profesionales en las empresas de comunicación: es más fácil discutir y resolver los asuntos centrados en cuestiones de dinero o de poder, que asuntos centrados en cuestiones de saber y de ideas, valores o principios morales.
Siempre es más fácil de "preparar" y de "gestionar" una persona con mentalidad ejecutiva que una con mentalidad creativa. El primero tienen a pensar, de entrada, en satisfacer lo que le gusta o parece oportuno a quien manda en cada momento: primero el profesor que califica y luego el jefe que puede promocionar en la empresa, con tal de lograr así salir adelante y arriba en la profesión. Mientras que el segundo tiende a pensar, también de entrada, en lo que a él mismo le gusta o le parece oportuno.
Decía Josef Pieper que si en la sociedad “faltan ingenieros”, una escuela logra hacer de 100 estudiantes [casi] 100 ingenieros, mientras que si en la sociedad “faltan poetas”, una escuela logrará a duras penas hacer que de 100 estudiantes surjan dos o tres poetas genuinos. Y el caso es que en nuestra sociedad, hoy en día, parece que hay muchos ingenieros y que faltan poetas genuinos.
A simple vista, no parece exagerado decir que nuestra situación ofrece un aspecto según el cual sobreabundan los "ejecutivos" y escasean los "creativos". Y en todo caso parece que no hay excesiva preocupación o interés prioritario en lograr gentes que procuren equilibrar personal y profesionalmente ambas "vertientes cerebrales".
Las razones para traer ahora a colación este asunto nacen de dos noticias vistas en la red.
La primera proviene de la Federación latinoamericana de Facultades de comunicación social (Felafacs): según un estudio basado en la información proporcionada por sus Asociaciones nacionales y Facultades afiliadas en 21 países, el número actual de Facultades, Escuelas y/o Programas de Comunicación pertenecientes a Universidades de América Latina, alcanza el número de 1.026. Brasil en el primer lugar con 348 y México en el segundo con 321, lo que significa que entre ambos países concentran el 65.20% del total de las Escuelas latinoamericanas.
Problemas de la tecnificación de asuntos prácticos
Pienso que esto es, sencillamente, una barbaridad. Porque en muy buena parte se trata de programas deficientes en una preparación académica efectiva de jóvenes profesionales para las duras y complejas profesiones de la comunicación, muy relacionadas hoy en día con cuestiones muy poco "técnicas" y más bien "practicas", como la política, el bien común, la justicia, la verdad y la libertad. Y la inversión del estatuto de estas realidades, sobre todo la tendencia a tecnificar asuntos y aspectos que son prácticos, pero también la tendencia viceversa, son fuente de efectos perversos no previstos ni deseados.
Esos mismos programas de preparación académica son, sin embargo, buenos planteles para proporcionar mano de obra barata y de fácil renovación para las empresas. Empresas que en los últimos tiempos -y no sólo en las áreas latinoamericanas, sino más bien worldwide, tienden a considerar que su negocio es algo más cercano a los asuntos de "business administration", que a los de "civic communication".
Esto hace que la preparación se oriente, por una parte, hacia oficios técnicos (en los que desde luego cabe la "creatividad", si bien se trata de una creatividad sistemáticamente "gestionada" o gerencialmente controlada). Y hace que esta preparación se oriente, por otra parte, hacia la mera "gestión o administración", entendida como un caso particular del mercado en el que rige el saber acerca de "business administration".
Mientras que -al tiempo- resulta muy defectuosa la preparación de profesionales que -a fin de cuentas- tendrá que habérselas a diario con cuestiones que son sobre todo "prácticas" específicas, es decir, éticas y políticas, y también creativas (prácticas y no sólo técnicas), asociadas con el saber, con la argumentación no sofística en asuntos públicos, con la libertad, el pluralismo y el bien común de las personas en la sociedad.
La segunda noticia apareció hace relativamente poco en "Wired": "Revenge of the Right Brain. Logical and precise, left-brain thinking gave us the Information Age. Now comes the Conceptual Age - ruled by artistry, empathy, and emotion."
Es interesante lo que propone Daniel H. Pink en ese libro ("A Whole New Mind: Moving from the Information Age to the Conceptual Age"). Pero pienso que se queda más bien corto al plantear sólo una alternativa entre una Edad Conceptual, más propias del hemisferio cerebral derecho, que ahora viene a sustituir a una Edad de la Información, más propia del hemisferio cerebral izquierdo.
Me parece que la cuestión no está en un mero movimiento pendular entre alternativas tecnológicas y conceptuales, dependiendo del estado del mercado de trabajo y de la economía mundial. Y que ahora, par razones de este tipo, tras un tiempo más bien tecnológico en los países industrializados, venga uno más conceptual.
Sigo pensando que todos tenemos dos pies (siendo cada uno más o menos diestro o zurdo), y que es mejor caminar con los dos, que ir por la vida dando ridículos saltitos, a la "pata coja", siendo ahora el momento de hacer descansar la pierna izquierda tecnológica y dar la alternativa a la pierna derecha conceptual.
Es cierto que hasta hace muy poco (tan poco, que algunos aún no se ha dado cuenta), el énfasis profesional y el énfasis en la preparación académica ha estado puesto en las habilidades técnicas, desde luego de escritura, pero sobre todo en las habilidades de gestión, en las técnicas de “management”. Técnicas que forman un sistema casi autónomo de reglas para la toma de decisiones al estilo de los MBA, con la eficiencia empresarial como el básico objetivo prioritario, como el denominador común de las restantes áreas de estudio y de intereses.
Estas personas cerebralmente siniestras se preparan a centrar su actividad en el “management”, orientándose a desarrollar un control empresarial eficiente de la actividad creativamente orientada de las personas cerebralmente diestras. Muy pocos están dispuestos a aprender a colaborar y trabajar en equipo teniendo como meta prioritaria el bien común, que no necesariamente depende y exige el crecimiento del beneficio económico empresarial.
Auge del "management" en comunicación y caída en picado de la "calidad cultural"
A nadie debería extrañar, aunque no deja de ser curioso, la coincidencia en este mismo período de tiempo de una patente, progresiva, y alarmante disminución de la creatividad literaria, teatral o cinematográfica, hablando en términos de calidad cultural. Por no hablar de la creatividad y calidad periodística, publicitaria o televisiva.
Aunque "creatividad" y "gestión" no sean los únicos elementos en juego, es sorprendente comprobar que –coincidiendo con el auge y predominio del “management” en las profesiones de comunicación- en este mismo período de tiempo, se ha ido imponiendo un sistema “pseudo-profesional” desequilibrado, para el que “calidad” significa de entrada beneficios económicos o políticos rápidos. Sin importar de entrada al “management” de los medios, la zafiedad de los productos y el implícito desprecio (por desconocimiento y desinterés) por las posibilidades del trabajo creativo de sus colegas, y desde luego por los efectos en la sensibilidad cultural de los destinatarios, convertidos en simples consumidores de “productos” de comunicación.
Y es que el desequilibrio que supone el predominio del “management” en sí mismo considerado, en el ámbito de las profesiones de comunicación, termina por reducir ese ámbito al de un puro y estricto mercado, siendo entonces el “marketing” la palabra mágica asociada al “management”. Y cuando este predominio exclusivo gestiona la creatividad, entonces ésta última se pone al servicio del máximo rendimiento (económico, ideológico) con el mínimo esfuerzo (creativo).
Este desequilibrio o descompensación cerebral e institucional, con el predominio de “rasgos siniestros” en los profesionales y en las actividades la comunicación pública, produce –entre otros- un claro efecto perverso, primario e inmediato.
Me refiero a la aparición de algunos fenómenos tan patentes como la fabricación, regida por criterios de “marketing”, de “best sellers” (ahí está Da Vinci Code), o la fabricación de programas televisivos que “necesitan” ser más bien exhibicionistas y procaces (ahí están, entre otros, las “Islas de Famosos” y los “Grandes Hermanos”) para llegar bien colocados al mercado.
Me refiero también, en el caso de los medios periodísticos y programas informativos, a las “exigencias” de atraer y mantener la atención del público a través del morbo, con la exhibición impúdica de cadáveres mutilados en guerras, asesinatos violentos, dramas y crisis pasionales familiares, sin el mínimo asomo de razones vitales, de piedad, de capacidad de contextualización que ofrezca –junto a la presencia de tanto mal en el mundo y en las personas- una mínima razón que resulte -digamos- poéticamente “catártica”.
Es decir, una mínima razón que -al menos- sepa presentar el mal en cuanto tal, en vez de exhibirlo como mera curiosidad de feria de los horrores. La catarsis clásica tiene mucho de conocimiento, de incremento de capacidad de discernir, de crecimiento en comprensión de la identidad personal. No es en ningún caso un mero shock circunstancial afectivo. Con la catarsis no se trata de dar un susto a la gente para que se les vaya algo así como el hipo, como parece que a veces se entiende cuando se menciona esta cualidad poética.
En fin, el caso es que la tesis que Pink mantiene en su libro es ésta: la “Edad de la Información” en que hemos vivido los últimos tiempos, ha sido un sistema meritocrático en el que han predominado habilidades propias de mentalidades lógicas y precisas, siguiendo el pensamiento lineal y analítico del hemisferio cerebral izquierdo. Habilidades que, desarrolladas por sí solas, hoy vemos que ya no son suficientes.
La informatización y la externalización de trabajos rutinarios y eficientes, sobre todo hacia lugares asiáticos en los que la mano de obra resulta barata, hacen que en nuestros horizontes occidentales empiecen a contar otros rasgos. Es cierto que los ejércitos de millones de “managers” formados en la escuela del gurú Peter Drucker, han logrado producir bienestar material general. Y también es cierto que han producido unos cuantos desaguisados culturales, de no simple arreglo. En cualquier caso, enseguida se ve que se trata de un “bienestar” material insatisfecho: no basta con el estricto consumo de esos bienes materiales en que consistía la meta propuesta.
Hasta aquí, lo sugerido por el libro de Pink. Para terminar este post en un tono esperanzado, porque razones para la esperanza hay, y muchas, cabe señalar un par de iniciativas en las que parece abrirse el horizonte en la perspectiva señalada en estas líneas como deseable equilibrio armónico entre las capacidades humanas y profesionales de gestión y creatividad.
Dos iniciativas prometedoras: buscando el equilibrio gestor y creativo
Primera iniciativa de interés. Hace poco más de dos años, en la Escuela de periodismo de Columbia University, tras pensar las cosas (ver Lee C. Bollinger's Statement on The Future of Journalism Education), decidieron que una escuela universitaria debe tener una fuerte carga humanística en su currículum y, entre otras cosas, debe mantener una perspectiva independiente. Es decir, independiente de las demandas técnicas inmediatas de la profesión y de las circunstancias políticas del momento inmediato en la vida de la sociedad que les circunda.
La Escuela de Columbia no mantiene una perspectiva de servicio incondicional a las demandas técnicas o de gestión de la profesión. No pretende basar su prestigio en que sus estudiantes encuentren trabajo cuanto antes. Piensan que su servicio a las profesiones de comunicación no se orienta directamente hacia las expectativas de esas empresas en cuanto empresas. Se orientan a pensar en las gentes que trabajan en esas empresas, y en las personas y los ciudadanos a quienes llegan los servicios o abusos de esas empresas.
Difícil equilibrio entre el desarrollo de las capacidades técnicas, gestoras y administrativas por una parte, y las capacidades creativas por otra. Equilibrio que, a fin de cuentas, responde al equilibrio que acompaña a las personas con genuina capacidad de liderazgo: equilibrio que calcula y es prudente, a la vez que arriesgado e innovador. Equilibrio gestor y creativo.
La segunda iniciativa de interés apareció publicada en marzo, en el NYT (lectura de pago). El título de Elizabeth Van Ness era ya muy sugestivo, según podemos leer en el blog de Interactive Media Division de la USC, universidad sobre la que versa el artículo: “Is a Cinema Studies Degree the New M.B.A.?” Que unos estudios de tipo tendencialmente “creativo”, pero que incluye no pocos rasgos de “management” sea la nueva estrella que descuelle en el firmamento de la oferta académica es todo un síntoma de cambio de época y de sentido en la preparación del futuro.
Esto se propone Elizabeth Daley, decana de la Escuela de Cine y Televisión de USC: "Me gustaría conseguir que nuestras materias del programa de “multimedia literacy” fueran de estudio obligatorio para cada alumno de la universidad”. Esperemos que estos planes salgan adelante, y esperemos que no lleguen a oídos del ya anciano Peter Drucker, porque este signo del cambio de época le podría producir un infarto.
En todo caso, parece que es mejor manejar juntos y entrelazados -aunque sólo fuera por mor de la interdisciplinariedad- los dos hemisferios cerebrales, tanto por parte de las personas sin más, como por parte de los profesionales y de las mismas profesiones de la comunicación.
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Actualización (04 Mayo 2005): Olvidé ayer mencionar, a propósito del "Proyecto Bolonia", lo relativo a las Humanidades. Hoy veo lo escrito por María Rosa Virós Galtier, Rectora de la Universidad Pompeu Fabra, "El espacio europeo, ¿renovación o maquillaje?" en El Mundo, Especial 50 Carreras, y recomiendo vivamente su lectura. Ya de paso, pueden curiosearse los diversos "rankings" que ofrece el periódico sobre las Universidades y Facultades españolas. En su momento recibí el cuestionario correspondiente. Así que también esta es ocasión de corresponder a la confianza.
Lo reconozco, leyéndote aprendo a ser humilde.
Siempre he intentado desarrollar los dos hemisferios, mis intereses son múltiples, mas temo que Dios no me ha llamado por el camino de la oratoria y/o escritura.
Me ha 'llegado al alma': "una escuela logra hacer de 100 estudiantes 100 ingenieros".
Frase rotunda pero errónea por simplista. El nivel de exigencia es muy alto (antiguamente mucho más), por lo que se requiere estudiantes cualificados.
En la técnica, en la ciencia, también existe la creación. Muchos ingenieros y arquitectos han desarrollado también una gran labor artística y literaria, pues no todos son 'cabezas cuadradas' (aunque abundan).
Publicado por: maty | 03 mayo 2005 en 07:26 p.m.
Tienes razón, Maty: lo dicho por Pieper sobre ingenieros y poetas es en sí mismo una exageración, aunque me parece que hasta cierto punto es bastante tolerable, sin tomarla muy al pie de la letra. Porque se ve que -como tal exageración que es- es una manera que utiliza para comparar lo predecible (de que quienes han logrado entrar en una Escuela de ingenieros, cosa que -desde luego, como dices- ya tenía sus intríngulis, efectivamente lleguen a su objetivo), con lo impredecible de los resultados en caso de los "poetas". Es fácil imaginar que el índice de fracasos resultaría altísimo en este segundo caso. Incluyendo que en ambos casos, los aspirantes a esas ocupaciones trabajaran de lo lindo. Desgraciadamente conozca bastantes crisis, algunas tremendas, alguna rayana en el suicidio, entre quienes pretenden ser escritores profesionales, y logran entrar en el "master" correspondiente, y ven con angustia y desesperación que aquello no les es dado... En fin, en cualquier caso, tienes toda la razón en señalar lo que la comparación tiene de peyorativo, de entrada. O de odioso, como sucede con casi todas las comparaciones. Quedaría mejor poner en el texto la palabra "casi".
De todos modos, espero que quede claro en el texto que lo que planteo y defiendo es precisamente la no-contraposición de ambas tendencias. Es más, lo que propongo es el desarrollo al máximo de su armonización, tanto en la formación de cada persona, como en la configuración de las mismas profesiones. Es absurdo separar y jerarquizar en vez de articular y unir las capacidades inventivas y organizativas. Incluyendo, además, esas razones que he señalado en las situaciones límite a que se exponen quienes optan sólo por la creatividad y ven que no llegan a tener suficiente, o no logran desarrollarla en una situación competitiva. Por eso abogo sistemáticamente por la articulación armónica de ambos lados de la moneda, por el equilibrio entre hemisferios cerebrales y entre profesiones técnicas y ejecutivas por una parte y creativas por otra.
Por eso me parece genial que mantengas abiertas esas dos puertas o ventanas en el orden de tus intereses, trabajos y ocupaciones: los aspectos técnicos junto a los aspectos creativos. Pienso que solo los tendencialmente necios o algunos poderosos astutos pretenden desunir lo que en principio está unido. Una cosa es que se diga que haya como dos hemisferios en el cerebro, y otra considerar que tales hemisferios, si es que así se puede hablar figuradamente, resulta que a fin de cuentas son parte de un mismo cerebro.
Un cordial saludo, y muchas gracias por la referencia y el extracto.
Publicado por: JJGN | 03 mayo 2005 en 10:48 p.m.