Claudio Magris lleva unos treinta años escribiendo que la equívoca contraposición entre “creyentes o católicos” por una parte y “laicos” por otra se funda sobre la crasa ignorancia del sentido del término “laico”.
“Laico”, dice Magris, es un término que ni es opuesto a “católico” o “creyente”, ni tampoco indica que alguien es, de suyo, ni un creyente, ni un agnóstico, ni un ateo. Sobre este asunto ha escrito hace poco en el Corriere della Sera, a propósito del próximo referéndum en Italia sobre la manipulación de embriones o -dicho eufemísticamente- sobre la "reproducción asistida".
Con el referendum se trata de modificar la "ley 40", que en cierto modo puso fin en Italia a una especie de "ley del más fuerte" (tipo "Far West" político científico empresarial de la fecundación artificial). La "ley 40" reconoce ahora al embrión humano el derecho a no ser considerado un mero "grumo de material biológico". Si en el referéndum hay quorum y resulta afirmativo, en la confusión de los cuatro diversos asuntos sometidos a votación, se pasará a considerar que el embrión humano es precisamente un mero "grumo de material biológico", exclusivamente interesante para la investigación. No es interesante para dejarle seguir creciendo como persona.
Pues bien, Magris habla desde la laicidad, contra este cambio. El sentido de los términos "laicidad, laico, laicismo, etc." está suficientemente entremezclado y confuso como para ser malentendido en el actual contexto español, según leo a propósito de la publicación del libro "España: ¿un Estado laico?" (Civitas, 2005). Tiene razón su autor, Andrés Ollero, cuando sintetiza su visión diciendo que en España “el laicismo es puro clericalismo por lo civil”. Es decir, una especie de "clericalismo oficial del Estado", en el que el gobierno trata al ciudadano como mero súbdito y –por tanto- "no considera o no tiene en cuenta" ni a los ciudadanos ni sus creencias, de acuerdo con su libertad y dignidad, que es precisamente en lo que radica el carácter positivo de la “laicidad”.
Yo personalmente diría, dentro de mis limitadas posibilidades de expresión, para no ser malentendido o malinterpretado al decirlo por lo breve, que la “laicidad” de que habla Claudio Magris, está cercana a la de Andrés Ollero, y consiste en el hábito intelectual y vital propio de quienes se exigen a sí mismos vivir y trabajar según una explícita “mentalidad laical”. Algo que supone, cuando menos, la capacidad de asumir personalmente (y por tanto, racionalmente) las propias responsabilidades en asuntos de opinión moral y de referencia religiosa trascendente, tanto como en asuntos de opinión de partido en confrontaciones cívicas, sin servirse, escudarse o parapetarse tras la doctrina de la Iglesia o tras la ideología de un partido político, la de un grupo mediático, o lo que sea.
El caso es que Claudio Magris es considerado un defensor tradicional de la “laicidad”, al menos en Italia. Una postura que ahora le lleva a mostrar que está (o debería estar) de entrada asociada a la “tutela de quien ha venido al mundo”, mientras algunos que parecían (y se autoconsideran) paladines de la “laicidad” ahora dan impresión de haber enloquecido. El caso es que en estos momentos Italia tiene por delante un referéndum [ya mencionado en este blog: “cuando fuimos embriones (3)”] que pretende ampliar las posibilidades de manipulación genética en la mujer reducida a mero cuerpo, o en la debilísima materialidad corporal de “quienes” ya están en nuestro mundo, estén físicamente donde estén. El interés está en señalar que hay muchos “laicos” que están explícita y públicamente en contra de semejante proyecto, por “razones de conciencia”. Es decir, han hablado tras haber pensado las cosas en serio por su cuenta. Dice Magris:
"No sé si venir al mundo es un bien o deja de serlo; sé que se debe respetar y tutelar a quien ha venido al mundo. La vida de un ser humano es una curva sin interrupción desde el momento de la concepción hasta el de la muerte, una curva que avanza hacia la potenciación, para luego declinar hacia el progresivo empobrecimiento biológico e intelectual. Una curva, una parábola, que está expuesta a las agresiones de la enfermedad, de la desnutrición, de la violencia, de la carencia afectiva y que no conoce solución de continuidad. Entre un neonato y un hombre de veinte años hay más diferencias que las que hay entre el mismo neonato y él mismo en el séptimo mes de gestación, o entre éste séptimo mes y el cuarto, etc.
Lo que varía es la relación afectiva y social que los demás instauran con este ser: es obvio que nos sentimos más ligados con un hijo de tres años que con un infante nacido una hora antes. Es obvio que se sufre de modo distinto ante una persona, según que muera en la plenitud de sus cualidades y de sus relaciones con nosotros, o que muera en un estadio de edad o enfermedad que la haya mantenido al margen, desde hace tiempo, de cualquier realción con nosotros.
Pero la relación sentimental con un ser humano no es el criterio de medida de los derechos de los demás sobre él".
Magris afirma que un ciudadano “laico” –sea creyente o no-, ante la formulación de una ley, no debe estar condicionado por ninguna iglesia, ni positiva, ni negativamente. Magris niega que la laicidad consista pura y simplemente, a efectos prácticos, para entendernos, en contradecir por sistema a lo que diga, por ejemplo, la Iglesia católica. "Si la Iglesia condena en el cuarto y en el séptimo mandamiento el homicidio y el robo, eso no es razón para que un ateo despenalice jurídicamente el delito de homicidio y de robo."
Magris entiende y defiende la “laicidad” en cuanto coincide con la “capacidad de razonar, de dar razón de un asunto”. Y habla, por tanto, de “laicidad” como capacidad de actuar racionalmente en defensa del indefenso ser humano concebido y no nacido. No en cuanto puede ser una postura que coincide y deriva (directamente, a ciegas) de determinada ideología política o filosófica, o coincide y deriva sin más de determinada fe religiosa.
Para Magris, la “laicidad” reside en un hábito mental, en la capacidad de distinguir lo que es racionalmente demostrable de lo que en cambio puede ser sólo objeto de una fe, con independencia que se profese o no. La “laicidad” es la capacidad de distinguir las esferas de los ámbitos de las diversas competencias: lo que corresponde al Estado y lo que corresponde a la Iglesia, lo que corresponde a la ley y lo que corresponde a la moral, etc.
La “laicidad”, por tanto, no coincide con ninguna filosofía o ideología, sino que es la actitud crítica capaz de articular las propias convicciones según reglas y principios lógicos (racionales) que no pueden ser condicionados, en su coherencia, por ninguna fe religiosa o política, sin caer entonces en una chapuza o un embrollo, siempre oscurantistas como son todos los atolladeros.
Magris recuerda que muchas veces algunos políticos anticlericales se han mostrado facciosos e intolerantes, y por tanto, nada “laicos”. Porque “laicidad” significa de entrada tolerancia, capacidad de poner en duda las propias certezas, autoironía, demistificación de todos los ídolos, incluídos los propios.
Magris se plantea por tanto la laicidad, también frente al cientifismo eugenista y comercial, convertido un invasor mortal del seno materno con “guantes esterilizados y bata blanca”, autoproclamado incluso “defensor de la vida”, sin aclarar que se trata de defender la vida de unos/as (digamos que futuros/as guapos/as y saludables) a costa de quitar la vida a otros/as, quizá no tan guapos o tan saludables, o incluso que podrían ser muy guapos y saludables, pero que resultan más interesantes y productivos si son considerados como “material biológico” para la experimentación biomédica.
Una experimentación que, casualmente, casi no se informa que cuesta cientos de millones de euros, y que es una inversión financiera que hay que rentabilizar, porque se espera de ella que produzca miles de millones de euros. Estos de hoy no son ya tiempos en los que hay que dar de antemano y necesariamente “mordidas” o “sobres” mafiosos (como a quienes recalifican terrenos) a los que promueven leyes que hagan legal tal rentable carnicería humana. Basta con comprarles con un poco de imagen y visibilidad públca, haciéndoles decir que se trata de defender y promover el progreso imparable de la humanidad. Y los dividendos financieros ya llegarán a quienes han vendido su “laicidad”, su “mentalidad laical” y su conciencia cívica por un puñado de votos por otros vericuetos más sutiles. Y se han convertido así en una especie de “legos clericales” de rentables religiones intramundanas.
Magris habla de “laicidad” para quejarse, en concreto, de un telediario de la primera cadena de la Rai, en el que, además de conceder un amplio espacio al “comité por el sí” en el referéndum sobre la manipulación de embriones, hubieran al menos hecho mención de la existencia del “comité Ciencia y Vida”, con orientación opuesta. "Un “laico”, dice Magris, hubiera deseado –por ejemplo- ver en ese telediario las argumentaciones de Angelo Vescovi, un biólogo contrario a la manipulación de embriones que ha logrado notorios resultados en experimentos con células estaminales adultas."
Ya se ve que, en algo tan concreto y limitado como es un mínimo de “fairness” pluralista en una televisión pública, cuesta vivir la “laicidad” o la “mentalidad laical”. Quizá porque supone arriesgar en un diálogo racional la propia falta de racionalidad.
O quizá supone estar libres de prejuicios y de sectarismos, y no haber enloquecido, como advierte Il Foglio, en “Il dissenso laico”:
Sono letteralmente impazziti.
-- Laici che non tollerano il dissenso laico.
-- Laici che esigono la galera per gli astensionisti cattolici.
-- Laici che mentono in pubblico su quell’astensione referendaria da loro stessi inventata e propugnata fino a due anni fa.
-- Laici che agitano cure taumaturgiche inesistenti e ricattano in forme moralmente ripugnanti il dolore vero e la presunta credulità della gente che soffre.
-- Laici che scantonano, che parlano nullisticamente del come si vota e non del per che cosa e contro che cosa si vota.
-- Laici che si avvinghiano alla cultura femminile per farla cedere alla logica del corpo di donna come esperimento di se stesso, nemici giurati dei bombardamenti che liberano dalle tirannie mortifere interi popoli e amici dei bombardamenti ormonali che aggiogano le femmine al carro del desiderio indotto dalla tecnica.
-- Laici che vogliono emancipare le donne dalla “gabbia biologica” per imprigionarle in quella ideologica.
-- Laici che attribuiscono alla donna e al suo ministro profano di culto, il tecnico di laboratorio, il potere di vita e di morte sulla radice di essere umano prodotta in nome del desiderio di maternità.
-- Laici che trasformano la medicina da cura a selezione, da arte della compassione a tecnica per una scelta, per uno “scegliere” chi eliminare.
-- Laici incapaci di dire che cosa è l’embrione umano, di riconoscere la realtà, il fatto che li scandalizza. (…)
Veremos qué pasa. Como es obvio, si quien esto escribe fuera italiano estaría del lado de la laicidad, con Claudio Magris, entre muchos otros, que en este caso coincide con la abstención planteada por el Comité “Ciencia y vida” y por el Cardenal Ruini. Porque si no hay quorum, las cosas quedan como estaban antes de que algunos laicistas (reunciando a la laicidad que supone ejercer la racionalidad y sumándose al clericalismo del capital y de los ideales pequeño-masónicos, como dice "Il Foglio") plantearan este referendum que desde luego defiende la vida, pero se trata sólo de la vida de unos pocos, lograda a costa de la muerte de otros. Es este un referendum a favor de la vida de los supervivientes de los laboratorios que quieren "investigar" sobre celulas estaminales de embriones humanos. Algo de edad mucho más corta y de tamaño mucho más pequeño que los gemelos sobre los que trabajaba el doctor Josef Mengele, por supuesto.
PS-- Si esta anotación parece de entrada demasiado larga y densa, se puede ver la siguiente, que pretende poner remedio: "Magris, en breve: un embrión no es un "grumo de material biológico".
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Actualización (10 Junio 2005):
Nel file allegato potete trovare, se vi interessa, il testo della Legge 40/2004 sulla procreazione medicalmente assistita in cui il lettore di questo blog che me lo invia ha evidenziato con diversi colori (cercando di non fare errori) le parti che i quesiti referendari vorrebbero cancellare.
Download legge_40_e_quesiti_referendari.doc
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Actualización (09 Junio 2005): Bienvenidos son los lectores que llegan, a pesar de la longitud y quizá densidad (pesadez) de esta anotación, desde Nauscopio, donde Maty se ha dedicado a halagar un poco (no en su tercera acepción del Drae), cosa que de vez en cuando no viene mal. Gracias por las referencias de Mercè Molist y Víctor R. Ruiz -Linotipo-. Desde luego bienvenidos los que llegan -una vez más, gracias, Montse Doval- desde Internetpolítica: no sé qué sería de este sitio sin tantos lectores 'internetpolíticos'. Y sin los nuevos recomendadores que le nacen a Montse, como es el caso de Argepundit. También bienvenidos los lectores que ahora envía, como suele hacer de vez en cuando Avuelapluma: esta vez les avisa de que 'lo más recomendable es hacerlo con tiempo'. Tiene razón: a pesar del tiempo que me ha costado pensarlo y escribirlo, no he conseguido hacerlo más breve y claro. Otra vez será. Cosas de la actualidad en la red.
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Actualización (08 Junio 2005): Para no alargar lo escrito en torno a Magris y el caso italiano, no hice ayer referencia a unas recientes declaraciones a propósito del estado actual de las investigaciones sobre células estaminales de embriones. Me llegan via la siempre respetable fuente británica sobre estos asuntos, la Society for the Protection of Unborn Children (SPUC):
-- The South Korean scientist who successfully cloned a human embryo last year has described human cloning as “not only ethically outrageous and medically dangerous, but technically impossible as well.” Hwang Woo-Suk of Seoul Nation University was referring to so-called ‘reproductive’ cloning as opposed to the destructive cloning for research purposes in which he is involved. Dr Woo-Suk refused to enter into a debate about the ethics of human cloning for research whilst talking to reporters. [Yahoo News, 7 June]
-- A leading Australian stem cell researcher who supports human cloning for research purposes has said that therapies using embryonic stem cells would be far too expensive to be of practical use. Professor Trounson made his comments as Australia debates its laws on embryo research and cloning. [Bioedge, 4 June].
JJ, ayer le concedieron el Príncipe de Asturias a Giovanni Sartori. ¿Sabes algo de él? Lo primero que pensé al ver la noticia es que esto merecía un post de JJ en Scriptor, ¿habrá? :o)
Publicado por: Montse | 09 junio 2005 en 12:51 p.m.
Pensaba dejarle más bien en paz al pobre Sartori, pasando de puntillas sobre el asunto, porque se trata de una persona que, como dicen aquí, sobre todo teniendo en cuenta algunas cosas que debate en la prensa, que está un poco viejillo o, con una palabra que no me gustaría oir referida a mí mismo, por exabrupta y exagerada, un poco "rimbambito": con la capacidad de razonar baja de forma, por decirlo suavemente así, sin ir al diccionario. Aunque él mismo ha usado esa palabra en sentido fuerte para hablar, por ejemplo, de Berlusconi, una "bête noire" de Sartori.
Se ve sobre todo que -en los últimos tiempos- tiene una especial preocupación, un poco obsesiva, por el exceso de población en el mundo. De ahí que le parezcan estupendas las medidas que permiten controlar los nacimientos de personas. Y de paso, los embriones humanos. Y de ahí a argumentar -desde la 'altura' de su pedestal académico- que la Iglesia debería seguir al pie de la letra a Santo Tomás en el asunto biológico de la "animación" del cuerpo por el alma, etc., y aceptar de una vez que los embriones son estupendos para investigar con ellos, pero no para dejarlos crecer... Etc. Este es uno de los temas actualmente preferidos por Sartori. Como alguien no haga algo, es fácil que termine siendo el tema que saque en el discurso de aceptación del premio Príncipe de Asturias.
Sería mejor, por ejemplo, que hablara de lo que le pareció Zapatero y la retirada de las tropas españolas en Irak. Cosa fina, que no creo haya gustado mucho al gobierno. No dejará algún ministro, portavoz, o aconsejador que le haga llegar que no estaría bien que hablara de este tema en su discurso.
Pero en cualquier caso, esto tampoco estaría bien: sería utilizarlo, precisamente porque una de sus manías sopla a favor de lo que se quiere mantener. Y eso no está bien.
No está bien cuando el "Corriere della Sera" se aprovecha de él para organizar polémica sobre este referendum de la "ley 40". Y por la misma regla de tres, tampoco está bien usarlo para "darle en la cabeza" a Zapatero. Aunque si en esta vida lo más elevado e importante fuera la política, habría que repensar esto último. Pero, afortunadamente, hay cosas que son más íntimas a la dignidad y grandeza humana que la política.
Publicado por: JJGN | 09 junio 2005 en 01:41 p.m.
Tienes razón, deja, deja. Me temo lo peor en el discurso... :o(
Publicado por: Montse | 09 junio 2005 en 03:07 p.m.
Ya lo siento, pero puesto en el disparadero, he hecho un apunte sobre Giovanni Sartori. Te lo deben los lectores, tanto si no les gusta, como si les parece bien o si les parece mejor... Así -al menos- algún periodista tendrá un poco más de documentación. Como verás, he procurado decir muy delicadamente lo que aquí se dice en algunos ambientes académicos, y que puse un poco ex-abrupto en el comentari anterior. Y también no he podido dejar de argumentar un poco sobre este "pallino" de Sartori con los embriones humanos. Gracias por la "provocación". Ahora vuelvo a corregir exámenes y otras apasionantes lecturas.
Publicado por: JJGN | 09 junio 2005 en 05:57 p.m.
Montse, estoy entre los lectores que te agradecen el apunte sobre Sartori.
JJ, siempre me ha llamado la atención eso de que la política no es lo más elevado e importante. Algún día me gustaría leer más sobre el asunto.
Publicado por: csb | 11 junio 2005 en 10:16 a.m.