La pequeña iglesia de Täby, población a unos quince kilómetros al norte de Estocolmo, tiene muchas cosas interesantes. Además de reconocerse su planta original del s. XIII, tiene un espléndido tríptico del s. XV y un púlpito del s. XVII, regalo del rey Carlos XI. Pero el caso es que también tiene 66 pinturas murales del s. XV, sobre todo con temas del Antiguo Testamento, obra del famoso Albertus Pictor, Alberto el Pintor. Una de esas pinturas, envuelta en la penumbra, es sólo visible al subir hacia el coro por una empinada escalera de madera, y mirar hacia arriba sobre la pared de la derecha. Representa a la muerte jugando al ajedrez con un caballero. De esta pintura, que Ingmar Bergman conocía muy bien, nació la inspiración que en su momento le llevó a hacer “El Séptimo Sello”.
El Caballero Antonius Block y su escéptico escudero regresan de una cruzada y llegan a una playa rocosa. El Caballero encuentra una figura envuelta en un amplio manto negro, que le dice que ha estado siguiéndole desde hace mucho tiempo, en espera de este justo momento. El Caballero sostiene la mirada de la Muerte, cara a cara, y le dice: ¿”Tu eres capaz de jugar al ajedrez, no”? –- “Sí”, responde la Muerte, ¿”cómo lo sabes”? –- “Lo he visto en las pinturas y he leído las leyendas”, replica Block, el Caballero.
Ingmar Bergman conocía lo escrito por Chrétien de Troyes, y desde luego había visto -según cuenta, probablemente varias veces- la pintura de la iglesia de Täby.
"Cuando era niño acompañaba muchas veces a mi padre cuando tenía que ir a presidir el servicio religioso en las pequeñas iglesias aldeanas de los alrededores de Estocolmo. Mientras que mi padre predicaba desde el púlpito y la congregación de los fieles rezaba, cantaba o ponía atención, yo me concentraba en el misterioso mundo de la iglesia. Había pintados animales aterradores como la serpiente del paraíso, la burra de Balaam, la ballena de Jonás, el águila del Apocalipsis. Todo rodeado de un paisaje, celestial, terreno y submarino, hundido en una extraña belleza que, sin embargo, era bien conocida. En un bosque estaba la muerte sentada y jugaba ajedrez con el caballero.”
"La idea de “El Séptimo Sello” me vino contemplando los motivos de pinturas medievales: los juglares, la peste, los flagelantes, la muerte que juega ajedrez y las Cruzadas. Esta película es un intento de poesía moderna, que traduce las experiencias vitales de un hombre moderno en una forma que trata muy libremente los hechos medievales. En mi película el caballero regresa de las Cruzadas, como hoy un soldado regresa de la guerra. En el Medioevo los hombres vivían en el temor de la peste. Hoy viven en el temor de la bomba atómica. “El Séptimo Sello” es una alegoría con un tema muy sencillo: el hombre, su eterna búsqueda de Dios y la muerte como única seguridad."
Quizá hoy Bergman puede pensar que el temor terrorista ha sustituido al atómico. En todo caso, su historia ya es una clásica alegoría del hombre moderno que busca a Dios y se enfrenta con la muerte. Algo que viene a la memoria cuando se pasa por Täby y se contempla e imagina que en un bosque estaba la muerte sentada y jugaba ajedrez con el caballero.
[PS-- Para los expertos en la red, y por si tiene algún interés, puedo añadir que este post lo estoy escribiendo y poniendo, via WiFi, sentado en un banco en los jardines de las calles de Estocolmo]. ¶
Esto-esel-colmo: de vacaciones y presumiendo de WiFi. Sólo te ha faltado decir lo fresquito que se está.
Yo te acuso, JJG Noblejas, de incitador de uno de los pecados capitales: la envidia, tan español (Unamuno dixit: Abel Sánchez).
:))
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Apuntes sobre el cine de Bergman (16 capítulos)
http://www.trendesombras.com/num0/bergman01.asp
Capítulo IV: Un toque de religiosidad. http://www.trendesombras.com/num0/bergman04.asp
Publicado por: maty | 19 julio 2005 en 06:00 p.m.
Puede serte de utilidad:
Genbeta Encuentra conexiones Wi-Fi por todo el mundo
Publicado por: maty | 19 julio 2005 en 06:43 p.m.
La verdad es que no pretendía presumir ni mucho menos dar envidia. Ya siento haber producido uno de esos indeseados "efectos perversos" de la comuncación. Ya sé también que Maty lo dice como lo dice... El caso es que yo creía que lo del WiFi era asunto más bien normal, pero que no había tenido tiempo ni ocasión de activar el de mi portátil. Los ignaros, cuando aprendemos algo de alguien que casualmente está sentado en el mismo banco del mismo parque, lo decimos a los amigos. Muchas gracias por la dirección. En mi caso, pienso que he trabajado con una conexión "default" de una oficina bancaria cercana o algo así.
Pero lo interesante es Bergman. Al estar en Täby y luego al escribir esta anotación, quien me ha venido a la memoria es un viejo colega y amigo, Javier Zubiaur, que sabe mucho del cine de Ingmar Bergman y el año pasado publicó un libro más que interesante -y, por fortuna, pensando en el común de mortales- titulado "Ingmar Bergman. Fuentes creadoras del cineasta sueco" (Eunsa, 2004).
No quisiera provocar envidias innecesarias, pero, en efecto, estos días hace un tiempo inmejorable por estas latitudes (ahora que además hay 20 horas de luz al día: lo malo es a partir de octubre, cuando solo hay 4).
El domingo pasado, como todos los domingos por la tarde, hubo concierto en Engelbreks Kyrka. Bergman, que es un habitual del lugar por vivir en las cercanías, no estaba entre el público. Debe andar, como todos los suecos que pueden, de vacaciones.
En fin, que estoy de acuerdo con Unamuno, cuando dice que "la envidia es mil veces más terrible que el hambre, porque es hambre espiritual."
:))
Publicado por: JJGN | 19 julio 2005 en 06:56 p.m.