Vargas Llosa publicó hace días un artículo en el diario El País (pago), alabando empalagosamente la política del gobierno Zapatero en materia de uniones homosexuales, en la medida en que (injustamente, conviene recordarlo) las equipara al matrimonio. El escritor peruano incluía en su artículo un buen cúmulo de afirmaciones erróneas, en las que es mejor no entrar, puesto que lo hace un experto.
René Flores, Presidente de la Sociedad Peruana de Sexología Médica, aclara a la agencia ACI las afirmaciones a favor de las uniones homosexuales expresadas por el escritor Mario Vargas Llosa, debido a que desinforman a la ciudadanía.
Flores se refiere al artículo “El matrimonio gay”, también publicado por la revista Caretas, y observa que el pronóstico de Vargas Llosa de que en el futuro “las familias más estables las descubran las estadísticas entre los matrimonios gay”, no tiene relación “con los hechos conocidos a la fecha: en los países en los que esto es posible una muy insignificante minoría de la población homosexual busca legalizar su unión; la duración promedio entre parejas homosexuales no pasa los tres años; y la violencia duplica la que se da en el caso de heterosexuales”.
Flores precisa que tampoco puede afirmarse “el efecto sobre la salud de los niños criados en hogares homoparentales al cien por ciento sobre bases empíricas, aunque muchos estudios y la ciencia sexual advierten que no es el mejor medio para su desarrollo psicosexual por sus efectos dañinos”.
“El debate sobre si la homosexualidad es una enfermedad o una variante de la conducta sexual lleva más de cien años y no está ni de lejos cerrado. Lo ‘perfectamente natural’ como califica nuestro escritor a la homosexualidad no es sinónimo de ausencia de patología. Más aún cuando el famoso psiquiatra americano Dr. Spitzer (ya mencionado aquí en el post previo), que lideró el movimiento de normalización de la homosexualidad en los ‘70s, ha publicado ahora un estudio que demuestra la modificación exitosa de la orientación homosexual con diversas técnicas terapéuticas”.
Según Flores, “se contribuye mejor al debate si no confundimos los derechos humanos y la libertad, la autonomía del ciudadano y la defensa de las minorías, que todos compartimos, con las restricciones que puedan darse para una determinada conducta, en términos de salud pública”.
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Actualización (08 Julio 2005): Como digo en un comentario al post anterior, al estar de vacaciones, ni leo lo escrito en el blog, ni tampoco escribo en él. De todos modos, al asomarme a la red para saber de la barbarie londinense, he decidido hacer un post aludiendo a las vacaciones y, de paso, he publicado éste, para tratar de cerrar el tema por una temporada. Pienso que las ideas y planteamientos quedan claros, y -si es el caso- el diálogo racional sobre tan complejo asunto puede seguir en otro momento. A ser posible, cuando se trate de asuntos técnicos médicos, antropológicos o jurídicos, de la mano de alguien más experto que quien esto escribe.
Siendo el matrimonio un sacramento cristiano, creo que se debería hablar más apropiadamente de "casamientos gay". Esto, entendiéndose que se produce un contrato entre dos, con cierta aceptación social y ahora legal en algunos países.
Pero el matrimonio, la unión amorosa delante de Dios... Yo, que soy creyente, no creo que se pueda consumar mediante ninguna práctica homosexual.
Particularmente invitaría a los creyentes y a la Iglesia a distinguir bien estos términos ('matrimonio' y 'casamiento', que muchas veces se han usado como sinónimos, pero no lo son), para no contribuir a la confusión secular.
Publicado por: Joaquín | 11 julio 2005 en 06:50 p.m.
Entiendo lo planteado por Joaquín. Aunque en el lenguaje ordinario -el que recoge el Drae- "casamiento" y "matrimonio" resultan sinónimos.
Casamiento:
1. m. Acción y efecto de casar (contraer matrimonio).
2. m. Ceremonia nupcial.
3. m. Der. Contrato por el que un hombre y una mujer se comprometen a vivir en matrimonio.
Matrimonio:
(Del lat. matrimonĭum).
1. m. Unión de hombre y mujer concertada mediante determinados ritos o formalidades legales.
2. m. En el catolicismo, sacramento por el cual el hombre y la mujer se ligan perpetuamente con arreglo a las prescripciones de la Iglesia.
3. m. coloq. Marido y mujer. "En este cuarto vive un matrimonio".
Si lo que se desea expresar, como dice Joaquín, es lo dicho por el Drae en la segunda acepción de "Matrimonio", para distinguirlo de lo penosamente tratado por Vargas Llosa, mejor no acudir a "casamiento". Ni tampoco -por ejemplo- a "esponsales" (1. m. pl. Mutua promesa de casarse que se hacen y aceptan el varón y la mujer. // 2. m. pl. Der. Promesa de matrimonio hecha en alguna de las formas que la ley requiere para que surta algún efecto civil de mera indemnización en casos excepcionales de incumplimiento no motivado).
De todos modos, no está de más recordar que el Drae se limita a "recoger" los usos de palabras en la lengua viva. Quizá, por desgracia, dentro de un tiempo, la palabra "matrimonio" incluirá como una acepción el esperpento ("hecho grotesco o desatinado") pergeñado y perpetrado con alevosía ("a traición y sobre seguro") por el gobierno Zapatero.
Por todo esto, prefiero referirme a este último asunto como "pseudo-matrimonio". Queda claro que se trata de una adulteración o falsificación del sentido del término.
Publicado por: JJGN | 12 julio 2005 en 11:10 a.m.