Acabo de leer lo publicado por Steve Outing acerca de la decepción que ha tenido Vincent Maher, profesor de nuevos medios en la Rhodes University School of Journalism & Media Studies in South Africa. Dice ("London attacks 2: bloggers seem a bit slow, maybe they’re all sleeping") que en los pasados trágicos dias de atentados en Londres, no ha encontrado información relevante en los blogs.
"All I saw was a bunch of armchair critics and, frankly, bland repetition. I was hoping to find, easily, some pics taken by people from their phones and posted as close to live as possible."
Robin Grant le responde que no ha mirado en los sitios adecuados: "London Bombs 2: News, Theories and reaction", y "London Terror Attacks - Part 2?".
Es interesante este caso, y habrá que seguirlo, para ver a fin de cuentas qué sucede con un caso real tan cercano. Porque tanto Robin Grant, Vincent Maher, y Steve Outing, aquí mencionados, son incorregibles optimistas acerca del asunto. Quien esto escribe también.
Pero ya se ve que, como dice Maher, hay que dar tiempo al tiempo: "What this says to me, despite my enthusiasm for citizen journalism and the we media, is that we have a long way to go." Es decir, habrá que estudiar y trabajar sobre posibles y variadas fórmulas de periodismo ciudadano, sin poner de entrada especial interés en logros y éxitos inmediatos. En concreto, por ejemplo, en España hay que ver qué sucede con el proyecto de Manel Gozalbo Al Kaafr.
El "periodismo ciudadano", en cierto modo, puede encontrar una parte de sus raíces en lo que hace ya unos años se conoció como "periodismo público", practicado por "periodistas conceptuales". Algo dije sobre esto en el prólogo de un libro sobre "Comunicación y mundos posibles":
"En Estados Unidos existe una fuerte polémica en torno al "Conceptual Scoop". La publicación de James Fallows, Breaking The News, proponiendo el desarrollo de un periodismo "público", en el que los asuntos tratados (los "qués") tengan suficiente amplitud de miras al considerar los problemas políticos de la nación, sin por eso entrar en las páginas o secciones de opinión, y desde luego prevalezcan tales asuntos sobre la creciente actuación personal (los "cómos") de los presentadores y su peculiar sesgo ideológico. Los periodistas, en cualquier caso, no tienen predeterminado el modo en que han de servir al público, y ni su papel se reduce al asunto de la objetividad en los hechos, ni está claro en qué consiste lograr que los ciudadanos comprendan mejor y se involucren más en los asuntos políticos de su comunidad. Son cuestiones, una vez más, de índole práctica, en las que Fallows apuesta directamente por la responsabilidad profesional del servicio al público.
"Paul Starobin describe así el interesante y complejo fenómeno, en el que está en juego, por ejemplo, la posibilidad de dar cuenta de qué es y cómo funciona la "meritocracia" política, o inventar etiquetas acerca de personas o instituciones que permiten empaquetar las noticias bajo nociones generales que terminan siendo otros tantos "mundos posibles":
"los periodistas conceptuales están más interesados por mostrar cosas que por encontrarlas. Su impulso se orienta hacia la explicación, la interpretación, pasando del hecho particular a una proposición general. Lo que hacen no suple a los reportajes acerca de lo que pasó ayer, pero puede ayudar a encontrar sentido en el torrente de hechos brutos que nos llega en "un mundo tipo Internet". La atención de los periodistas conceptuales en ideas políticas y culturales es muy apropiado para una época en la que se fragmentan los paradigmas".
"Los conceptualistas son periodistas postmodernos, más interesados por el subtexto que por el texto. Pero, como dice E.J. Dionne [periodista del Washington Post y autor de Why Americans Hate Politics, uno de los best sellers de 1991], hay necesidad de un "periodismo de investigación de ideas" en la vida política. Y éstos pueden ser de gran ayuda para un público empantanado con la información y hambriento de explicación."
Un público que cada vez es más inteligente y tiene ganas de "saber", no sólo de "estar informado" acerca del mundo más o menos inmediato en que vive. El periodismo ciudadano no es solo asunto de "reporteros" que aportn datos. También cuentan las ideas. Y el conjunto, probablemente, necesita desarrollar fórmulas narrativas aún injustamente consideradas como exclusivas de la ficción literaria o audiovisual. ¶
Lo que yo leí fue que la principal fuente de "noticias paralelas", no de los madios oficiales, provino de los handys, móviles o celulares. Al parecer, bastante gente tomó fotos y películas y las envió de un teléfono a otro.
Publicado por: Marta Salazar | 04 agosto 2005 en 10:44 a.m.
Marta, tienes razón: también leí al respecto. Pero me parece entender que la circulación de esas "noticias paralelas" se parece más a una situación de comunicación tipo "P2P". Y que en ese sentido no se les puede llamar con propiedad "periodismo ciudadano".
Los handys, móviles o celulares son herramientas instrumentales, pero depende del uso que se haga de ellas para que el resultado (sin duda, "ciudadano") pueda ser también considerado "periodismo" con cierta propiedad sustantiva.
Es muy de agradecer este tipo de observaciones como la tuya, porque hacen pensar en el asunto en cuestión ("periodismo ciudadano") con un ingrediente que no había tenido en cuenta.
Publicado por: JJG Noblejas | 04 agosto 2005 en 05:55 p.m.