Escribo a propósito de lo leído en El Estado decide quién es periodista (InternetPolítica, Montse), Filemon Wesselink, presunto periodista y presentador de “Chutarse y consumir” (El ConfidencialDigital, La Guindilla) y Will lawmakers raise shields to protect bloggers? (Online Journalism Review, Kimberly Wilmot Voss), entre otros.
Ser y parecer (periodista) están en liza. Ser periodista, según ocasiones y contextos, "queda bien" y supone prestigio social. Según ocasiones y contextos diversos, "queda mal" y supone desprestigio social. En cualquier caso (y con independencia de como se quede), simularlo sin serlo, y lucrar beneficios con la simulación, debería ser algún tipo de delito, y supongo que lo es. Porque con el periodismo está en juego administrar públicamente un saber que beneficia o perjudica a toda la sociedad. Un saber difícil acerca de historias sobre realidades efectivas y posibles de nosotros mismos, y sobre lo que hacemos o dejamos de hacer según nuestra libertad y nuestra dignidad y sobre lo que implica y nos jugamos al apuntar hacia la felicidad.
Con muchas cosas se puede ironizar, relativizar y hacer gracias. Con otras, menos. Esta es una de esas. Porque sucede que es un delito hacerse pasar, en principio, por médicos y abogados, ingenieros, arquitectos y demás profesiones colegiadas. Entre otras cosas, porque el saber que cada una de estas profesiones tiene mucho que ver directamente con la vida y el avance de la sociedad en libertad y seguridad.
Es evidente que la "colegiación" y el autocontrol profesional (sea voluntario u obligatorio) no asegura de por sí el ejercicio digno de la profesión, en este caso, periodística. Pero al menos la gente de a pie, podemos confiar en ese reconocimiento o respaldo más o menos corporativo que puede recibir alguien que reclama ser un profesional de la comunicación. Bien porque se han cursado con aprovechamiento unos estudios universitarios (en unos lugares mejor que en otros), que -en teoría- permiten hacerse cargo de lo que un profesional del periodismo tiene entre manos. O bien porque hay un "Colegio profesional" que selecciona y condiciona esa colegiación a quienes desempeñan el oficio desde otros estudios universitarios. Pero el reconocimiento profesional no es algo que debería ser otorgado a nadie por su cara bonita: porque lo diga él mismo, o porque lo diga el poderoso gobernante o empresario de turno.
Además sucede que una profesión, o una parte de ella, a efectos prácticos, y en determinadas circunstancias, en poco pueda distinguirse de una mafia o banda de delincuentes. Sabiendo que hoy los delincuentes no son gente malencarada ni de mal ver, sino que se parecen a cualquiera de nosotros.
Me refiero a una banda de delincuentes como hace ya unos siglos se refería Agustín de Hipona, hablando de algunos Estados, no sólo de colectivos profesiones: "un Estado que solo mira a sus propios intereses, y no a la justicia en sí misma, a la verdadera justicia, no sería estructuralmente distinto de una bien organizada banda de criminales".
La asociación de ideas llega porque, 1) hay que distinguir los propios intereses y la justicia en sí misma, cuando, hoy, no pocos Estados –y no pocas instituciones políticas o corporaciones comerciales- tienen por justicia aquello que garantiza la estricta conservación de su poder. Y tal cosa no tiene nada que ver con la justicia real. Y porque 2) hoy sucede en algunas latitudes, que el Estado es quien regula y decide o pretende decidir quién es periodista. O quién es profesor universitario de periodismo, que para el caso es igual, como bien es sabido.
Sea asunto corporativo, sea pretensión estatal, sea asunto judicial, lo preocupante es lo que está en juego: es decir, lo que supone "ser" profesional del periodismo. Cosa que de entrada tiene poco que ver con el "parecer", porque éste tiene responde más a los "propios intereses comunes" que al "interés común" o la justicia en sí misma de que habla el sabio Agustín de Hipona.
A buen seguro que a más de uno puede parecer idealista hablar así del periodismo, en términos de bien común. Pero muchos sabemos y por eso tenemos la certeza de que tal cosa es realismo puro.
Sigue en liza ser y no ser (pero en cualquier caso, parecer) periodista, un peligroso juego mientras eso esté 1) en manos del "tecnosistema" de poderes políticos, económicos y empresariales, y 2) habitualmente lejos (alejados por el mismo "tecnosistema") de quienes entienden acerca de los saberes en juego con estas profesiones. Entre estos últimos se sabe bien que muchas veces los genuinos periodistas no lo parecen y quienes lo parecen demasiado, resulta que no lo son.
Porque eso sucede con los saberes y con las profesiones especialmente "prudenciales" (no de entrada "teóricas" ni "técnicas"), como lo es ésta: no existe -como gustaría en ámbitos técnicos e ideológicos del poder- una especie de "periodista-patrón, de platino-iridio", como modelo institucional y unidad de medida.
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Actualización (17 Octubre 2005): Escribe un comentario Juan Varela, recordándome delicadamente el espléndido wiki que hace poco ha comenzado y capitanea sobre el Estatuto del Periodista Profesional. Tengo que decir que mientras escribía este post, estuve con la mosca tras la oreja, pensando que dejaba de mencionar a alguien que no sólo era voz autorizada en este asunto, sino que había leído a propósito. Ya lo siento, estimado y viejo amigo Juan: cosas del poco tiempo y la velocidad y la prisa que nos mata o que mata algunas de las cosas que hacemos. En Periodistas 21 hay todo un almacén bien repleto de buenas y bien pensadas observaciones sobre la profesión, puestas al día. Y además está lo que yo tenía en mente: Periodismo 3.0, la socialización de la información. Seguiremos.
Juanjo, la semana pasada comencé un wiki para ofrecer toda la información sobre el proyecto de estatuto de los periodistas.
Un recurso bastante imprescindible, creo, dado el nivel de desinformación que se difunde sobre este tema.
Saludos
Publicado por: Juan Varela | 17 octubre 2005 en 10:54 a.m.
Juan, perdona el despiste. Como de todas formas es un despiste de mayor envergadura, he escrito directamente el "descargo" en el post.
Tienes toda la razón del mundo al luchar contra la desinformación que (diría) "se" difunde sobre este tema, porque alguien la crea y alguien la difunde. Quizá sin prestarle la mínima atención, pero lo hace.
Sigo convencido de que una buena parte del trabajo de los profesionales consiste en lograr que los empresarios de la comunicación también sean profesionales de la comunicación, y no de otra cosa (que será muy digna, pero es sobre todo distinta).
Publicado por: JJG Noblejas | 17 octubre 2005 en 11:30 a.m.
Gracias por la mención, JJ y tu último comentario me parece especialmente atinado. Mientras los empresarios de la comunicación piensen que venden zapatos, la cosa no va a funcionar bien.
Publicado por: Montse | 17 octubre 2005 en 07:33 p.m.