Hace unos días ha fallecido Wayne C. Booth (1921-2005), muchos años profesor de Retórica en la Universidad de Chicago, una persona admirable, admirada y querida por cuantos le conocieron personalmente, coincidieran o no con sus ideas. Y por muchos que le conocimos solo a través de sus obras, técnicamente innovadoras, dotadas de un fino sentido de la autoironía, de una comprensión del alcance ético-político de la retórica, así como de un sensible respeto por el lector. Booth es autor de libros que han dejado profunda huella en la crítica y teoría literarias, más allá de las universidades estadounidenses. Entre ellos, el primero y más famoso, "The Rhetoric of Fiction" (1961), y luego "A Rhetoric of Irony" (1974) y "The Company We Keep: An Ethics of Fiction" (1988).
Excelente conocedor de la retórica clásica, entiendo que Booth distinguía muy bien el abismo que hay entre la concepción de la finalidad retórica, “to pithanon”, vista según la idea que hoy asociamos con la “persuasión” (lograr que el oyente o lector haga exclusivamente –cueste lo que cueste- lo que el orador o escritor pretende) y la concepción que asocia el objetivo retórico con la “convicción” (lograr que el oyente o lector haga libremente –porque así lo decida en conciencia- lo que el orador o escritor pretende). Booth, como es de suponer, se encontraba más bien entre éstos últimos.
Quizá el trazo más característico de sus trabajos es el que observa, destaca e inserta una dimensión ética en la crítica literaria, para situar ésta lejos de un trabajo abstracto, sin compromisos ni referencias vitales. Se puede discutir aún si las proximidades iniciales de su pensamiento a las corrientes del New Criticism le hizo trabajar demasiado desprendido del contexto histórico y demasiado interesado por las “intenciones” de los autores. No es así su modo habitual de ver las cosas, y no siendo éste lugar para discutirlo, dejaré de lado la cuestión. Quizá basta recordar su consejo en The Company We Keep: “Read as you would have others read you; listen as you would have others listen.”
Las aportaciones más técnicas de Booth, como son las nociones de “autor implícito” y de “lector implícito”, así como la de “narrador digno / indigno de confianza”, son quizá hoy tan de uso ordinario y repetido por otros autores, que más de uno puede ignorar que su origen está en los textos de Booth.
Uno de sus libros no-académicos, es el best-seller "For the Love of It, Amateuring and Its Rivals" (1999), en el que cuenta su pasión por la música clásica, probablemente nacida al calor de su esposa, Phyllis, violinista. Una pasión que le llevó a aprender a tocar el cello a los 35 años y a participar con amigos en conciertos de cámara amateurs a lo largo de más de 40 años. Entendía el amateurismo como "a celebration of what it means to do something worth doing for the sheer love of it, with no thought of future payoff."
Valgan estos recuerdos descosidos para no perder memoria de un genuino profesor, generoso y desinteresado, como lo es un artista "amateur" en sentido pleno de la palabra (una especie hoy en vías de extinción), y por eso uno de los más interesantes profesores de retórica y critica literaria del siglo pasado.
Más sobre Booth: Wayne Booth, Professor Emeritus of English, 1921-2005 (Un. of Chicago News Office), Wayne Booth, 84; Teacher of Literary Criticism Wrote 'The Rhetoric of Fiction' (Los Angeles Times), Professor Wayne Booth (Times Online), Wayne C. Booth, Critic Who Analyzed Rhetoric, Dies at 84 (New York Times).
Gracias por el recuerdo. Se lo merece. Si los libros, aún los más "técnicos", reflejan un poco el carácter de quien los escribe, Booth debió ser sin duda una persona encantadora. Un maestro de esos que te llevan de la mano.
Publicado por: DC | 20 octubre 2005 en 09:16 a.m.