Veo que El País abre sus páginas para que Leonardo Boff se explaye a sus anchas en una entrevista de esas que van servidas en bandeja, entre cariñosona, perdonavidas y paternalista, bajo el título: "Las religiones están enfermas de fundamentalismo". Un buen título, rotundo y con buena sonoridad. Lo malo es que resulta erróneo. No porque no responda a lo dicho por el entrevistado, ni a lo que el periódico quiere que diga. Sino porque no responde a la realidad de las cosas. Los enfermos de fundamentalismo son otros.
Da más bien la impresión -recurriendo una vez más al Drae para abreviar- de que si el fundamentalismo (excluyendo la primera acepción por poco políticamente correcta con el islamismo y la segunda por lo mismo con algunas ramas del protestantismo) consiste en una "exigencia intransigente de sometimiento a una doctrina o práctica establecida", entonces es algo que, en los tiempos que corren, se sale de la órbita de las religiones, sobre todo si se quiere apuntar hacia la religión católica.
Si fundamentalismo es una "exigencia intransigente de sometimiento a una doctrina o práctica establecida", entonces los enfermos están entre los que responden a unas cuantas maneras políticas de pensar y de actuar. O quizá se trata de algunas ideologías políticas que pretenden constituírse en religiones. Religiones laicas, por supuesto. Y como se trata de una enfermedad más espiritual que corporal, y dado que los manicomios están mal vistos, hay por las calles y sobre todo por los despachos y coches más o menos oficiales (pienso en algunas fundaciones aconsejantes a los actuales gobernantes), muchos enfermos del virus del fundamentalismo. Algo más pandémico que la gripe aviar.
He leído muy poco de lo mucho que -por ejemplo- se ha escrito acerca del estatuto catalán y de quienes lo plantean como lo plantean. También he leído muy poco de lo mucho que se ha escrito en (y acerca de) la campaña de acoso, chantaje y derribo de Jimenez Losantos y/o de la Cope. También he leído -por ejemplo- algunas cosas referentes al modo de tratar a TVE, la televisión supuestamente pública, por parte del gobierno, ante las televisiones comerciales, por no decir televisiones privadas (TVE es tan privada del gobierno como la Cuatro lo es de Prisa, por lo menos).
Todo eso que he leído, que sólo es poco en proporción a lo publicado, me parece que pone de manifiesto que hay mucha ideología política gobernante que está enferma de fundamentalismo. Es una pena para los gobernados, porque esta "exigencia intransigente de sometimiento a una doctrina o práctica establecida" es una realidad gobernante. Y aplastante. Y apestante: el fundamentalismo apesta.
(Pido excusas por no incluir enlaces en este post, aunque quizá no hacen falta).
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Actualización (04-XI-05): Leo hoy un interesante artículo de Jesús Cacho, en El Conficencial, "En defensa del derecho de la Cadena COPE a informar como le plazca y de los ciudadanos a sintonizarla". Dice, por ejemplo, que "la experiencia nos demuestra que no puede haber auténtica libertad de prensa allí donde no existe verdadera separación de poderes, como es el caso de España. Lo han dicho voces más autorizadas que la mía: si los dos pilares sobre los que se asienta una democracia digna de tal nombre son una Justicia independiente del poder político y unos medios de comunicación realmente libres, entonces debemos concluir que la situación por la que ambos atraviesan en España no es sino el reflejo de la pobre calidad de nuestra democracia."
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Actualización (03-XI-05): Valgan estos pocos links, en desorden, a petición de un lector:
• Periodistas21: Televisión en el interés de los accionistas
• Crónicas bárbaras: Agitprop televisivo, Radiofonías
• Internet Política: Un país en el que es heroico discrepar
• Libertad Digital: Los lectores llenan El Periódico de cartas a Franco denunciando su campaña contra la COPE , Bono arremete contra el Grupo de Estudios Estratégicos al que define como "secta pseudorreligiosa"
• Nauscopio: ver múltiples posts seguidos
• Hispalibertas: CIU contra la Cope (+)
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