El NYTimes publica hoy un brillante op-ed, con el significativo y moderado título de "The Revolt of Ennui", escrito por Antoine Audouard, que actualmente trabaja en un libro sobre la "identidad francesa". Es recomendable leerlo. Destaca, quizá por lo inesperado, una pequeña historia autobiográfica de un amigo del escritor, significativa para entener al menos una parte de lo que pasa en Francia:
"I remember," he said, "that when my best friend, Iskander, and I were 18 and we got back home, we were stopped and searched every night, by the same cops, who knew us and knew that we were not part of any gang. Just to put us down, humiliate us, remind us who had the power."
Nadie ha dicho que la integración y la unidad nacional, basada en la diversidad racial, de credo y cultura, suceda de modo natural, ni por decreto, ni en un plazo prefijado. A fin de cuentas, esa integración y unidad son grandes palabras que están por cosas pequeñas y concretas en la vida diaria de las personas. Y son estas vidas las que cuentan de entrada. Las grandes palabras, si realmente responden a la realidad, van detrás.
Una parte de lo que pasa en Francia, como en tantos otros sitios, es que los políticos y algunos periodistas tienden a pensar y actuar como si las grandes palabras fueran por delante de las vidas, marcando el ritmo. Ya vemos que no es así. Primero hubiera debido ir la educación cívica y el respeto personal de aquellos policías que humillaban a diario aquellos dos jóvenes inmigrantes, sólo para hacerles ver "quién manda aquí". Que unos policías hagan de matones no es precisamente el caldo de cultivo en el que nace la integración y la conviviencia ciudadana.
Comentarios
Puedes seguir esta conversación suscribiéndote a la fuente de comentarios de esta entrada.