Hace un mes, el 29 de noviembre, publicaba una anotación (el ruido de la libertad) sobre una iniciativa del periodista y parlamentario europeo Luis Herrero. En síntesis, trataba de una petición, avalada por firmantes europeos, para que se desactive la operación política que amenaza con dejar a la COPE sin emisoras en Cataluña.
Hoy leo en el blog de Luis Herrero:
(...) Las firmas de medio millón de españoles ya están donde deben. Pronto les acompañarán otras más. Estamos a punto de superar la barrera psicológica de las seiscientas cuarenta mil.
A partir de ese momento habrá más firmantes de la petición que votantes de ERC. Si ellos quieren medir el respeto a las ideas por el criterio cuantitativo (lo que no deja de ser una estupidez más de Carod) que lo hagan.
Ni nos ganarán en el terreno de la firmeza de las convicciones ni tampoco en el de las mayorías. Lo llevas claro, Rovira.
La cursiva es mía. Dar esta noticia y destacar este aspecto puede parecer un modo de recordar o de resaltar las paradojas o curiosidades de la democracia. No es eso.
Más bien, recordar con Spaemann [que ahí hablaba de creyentes y no creyentes en una democracia] que "todos los ciudadanos en una democracia, son parte del sujeto de la soberanía. No sólo están sometidos a las leyes, sino que son corresponsables de las leyes. No se pueden contentar con no hacer nada injusto, pues son corresponsables de la injusticia que permita el legislador, ya que son parte del legislador, y, en una democracia, deben incluso esforzarse por ser la parte mayor posible".
A fin de cuentas, es cierto que cada país tiene las leyes y los legisladores que democráticamente "se merece": lo votado en las elecciones. Aunque el juego político hace curiosas componendas, algunas con efectos poco menos que irreparables, que la ciudadanía aún no termina de prever a tiempo. Entonces, cuando no se ha sabido prevenir, hay que saber curar.
Esto último es lo que parece estar haciendo Luis Herrero y quienes suman (sumamos) firmas a su petición.
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