Esta anotación que acabo de hacer, y que sigue a "Cuestiones inquietantes (1)" (ver aquí o directamente en eCuaderno) comienza así:
Hace unos días escribí aquí a propósito de lo dicho por José Luis Orihuela sobre Foremski y los viejos y nuevos medios. Hablaba de lo inquietante que es la falta de profesionalidad en el mundo del periodismo o de la comunicación pública. Puesto que cometí la ingenuidad de decir que hay más fuentes de inquietud, me veo ahora comprometido a decir algo sobre lo precario que es hacer una distinción tajante entre “ficción” y “no-ficción”, o poner distancia entre una “impresión o ilusión de realidad” y la realidad. (...)
Tras situar la cuestión, y evitando disquisiciones demasiado académicas, planteo dos paradojas, que luego paso a comentar:
(...) La primera paradoja es la planteada por Ezra Pound cuando dijo aquello de que “literature is news that stay news”. ¿Es aceptable lo dicho en esta frase, sin recurrir a sentidos metafóricos? El caso es que viene a decir que la literatura (esto es, la “ficción”) consiste en “nuevas” o noticias (esto es, la “no-ficción”: el periodismo, p.e.), cuando resulta que esas noticias “permanecen nuevas” o “siguen siendo noticias”. (...)
La segunda paradoja viene a propósito de la aparición pública, en junio del año pasado, del señor Mark Felt como el “Garganta profunda” del escándalo Watergate. Enseguida los periódicos empezaron a recordar aquello de “Follow the money” como la pista que aquella fuente quiso dar de entrada a Woodward y Bernstein para que indagaran acerca del Watergate. El caso es que esa frase, que se ha integrado en la realidad histórica como una especie de “hecho sagrado”, es estricto fruto de la imaginación creadora de William Goldman, el estupendo guionista de “All the President’s Men”, la película que “ficcionaliza” la historia no-ficticia de los dos periodistas del Washington Post. (...)
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