No debe haber en estos días una sola persona en el mundo que no desee la paz.
La cuestión está en lo que hay que hacer para lograrla, no sólo en modo egoísta, sino en modo social, global, solidario. Al pedir que 2006 sea el año de la paz para todo el mundo, plantea el Papa Benedicto XVI esto: “En la verdad, la paz”.
Algo que trae a la memoria la imagen genial de Picasso en la que -quén sabe por qué razón- le pone un rostro iluminando e iluminante a la paloma de la paz. Es una imagen mucho más picassiana y sugerente, pero menos conocida que la de paloma con la ramilla de olivo. Probablemente no pensó dibujar el rostro de la verdad que libera y pacifica, pero logró que otros veamos el esplendor del rostro de la verdad en esa paloma de la paz.
Buscar la verdad ("looking for truth" se dice en el lema de este blog), ya desde los sofistas -antes de Pilatos- y a lo largo de los siglos -después de que aquel procurador de Judea se lavara las manos al tener que juzgar una ignominia-, ha parecido muchas veces una tarea absurda. Hoy, tras las promesas incumplidas de las ideologías cientificistas, presuntas poseedoras de la verdad, nos encontramos más bien inmersos en una situación de esas. Hoy parece que soplan vientos de nihilismo y relativismo. Por eso hay muchos a quienes parece un gesto inútil pretender o buscar la verdad.
Quizá por eso, también, intriga saber qué entiende Benedicto XVI cuando afirma que “donde y cuando el hombre se deja iluminar por el resplandor de la verdad, emprende de modo casi natural el camino de la paz”. ¿De qué paz habla? Esto es lo que dice en su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz [text in English], que hoy
"la paz se presenta de un modo nuevo: no como simple ausencia de guerra, sino como convivencia de todos los ciudadanos en una sociedad gobernada por la justicia, en la cual se realiza en lo posible, además, el bien para cada uno de ellos.
La verdad de la paz llama a todos a cultivar relaciones fecundas y sinceras, estimula a buscar y recorrer la vía del perdón y la reconciliación, a ser transparentes en las negociaciones y fieles a la palabra dada."
Y da que pensar, cuando pone de manifiesto que el origen de estas injusticias, de la falta de paz, está en la mentira:
Baste pensar en todo lo que ha sucedido en el siglo pasado, cuando sistemas ideológicos y políticos aberrantes han tergiversado de manera programada la verdad y han llevado a la explotación y al exterminio de un número impresionante de hombres y mujeres, e incluso de familias y comunidades enteras.
Después de tales experiencias, ¿cómo no preocuparse seriamente ante las mentiras de nuestro tiempo, que son como el telón de fondo de escenarios amenazadores de muerte en diversas regiones del mundo?
La auténtica búsqueda de la paz requiere tomar conciencia de que el problema de la verdad y la mentira concierne a cada hombre y a cada mujer, y que es decisivo para un futuro pacífico de nuestro planeta.
Por eso, se entiende bien que, volviendo su mirada hacia el mundo que hoy nos rodea, advierta que
Bien mirado, tanto el nihilismo como el fundamentalismo [el fanatismo religioso] mantienen una relación errónea con la verdad: los nihilistas niegan la existencia de cualquier verdad, los fundamentalistas tienen la pretensión de imponerla con la fuerza.
Tanto el nihilismo como el fundamentalismo coinciden en un peligroso desprecio del hombre y de su vida que, en última instancia, implica un desprecio a Dios. Y de ahí que tanto el uno como el otro puedan inspirar y alimentar propósitos y actos terroristas.
Por eso, por esta inseparable relación entre lo divino y lo humano, concluía Benedicto XVI en su alocución del pasado día 2, "Es necesario un "empuje" de valentía y de confianza en Dios y en el hombre para optar por recorrer el camino de la paz. Es algo que tienen que hacerlo todos: individuos y pueblos, organizaciones internacionales y potencias mundiales".
Parece que -en el camino de la paz- están en juego -juntas, dando forma una sola- la verdad sobre Dios y la verdad sobre el hombre y sobre el mundo. La verdad así entendida (en sus facetas sapienciales, filosóficas, científicas, técnicas y prácticas), tiene derroteros separatistas abismales. Dejan la verdad reducida a pequeñas “verdades”, meras opiniones pasajeras y circunstanciales, manejables según los propios intereses del momento, que son vericuetos y laberintos que no conducen, ni queriendo, a la paz.
Deberíamos saberlo, con tanta experiencia histórica a las espaldas.
hola a todos miren en 1mer lugar eso no dice nada de la paloma de la paz y se burlaron de la paloma de paz chao saludos
Publicado por: andreina roxanny grillett zarate | 11 octubre 2008 en 02:32 p.m.