Ayer he puesto en eCuaderno una anotación: "Derivas del product placement". Trata de algunas derivas de tipo comercial, otras de tipo ideológico y del progresivo avance hacia el "infiltrar" modos de ver las cosas de la vida en las tramas de las ficciones o en los juegos interactivos, en la medida en que ideologías y modos de ver las cosas son considerados como un "producto" que puede ser "colocado" en esos medios de comunicación pública, como si se "colocaran" en una estantería, en un envase, o como parte de un cóctel:
(...) Ya no es sólo cuestión de que la marca “Burger King” aparezca en la vestimenta de los personajes de The Apprentice, sino de que uno de tales “burger” forme razonablemente parte de la trama de una historia. Y sabiendo que en la temporada pasada el negocio del “product placement” en cine y televisión supuso ingresos cercanos a los mil millones de dólares, de entrada guionistas y actores quieren que éste negocio se regule de algún modo. Y que Nielsen se apresta a medir lo que aparezca en el mercado del video.
Es cierto que por el momento, hoy solo se habla -en público- de genuinos productos comerciales. Aún no se habla públicamente de “trufar” o “infiltrar” las tramas de las historias con determinadas ideologías, filosofías o teologías, consideradas como “productos” para “integrar” en esas tramas. Aunque todos sepamos mucho -por ejemplo- de un genérico “american way of life” y al tiempo hayamos oído hablar con ciero escepticismo justificado de los “persuasores ocultos” de Vance Packard.(...)
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Actualización (21 Marzo 2006): se han publicado en eCuaderno unos interesantes comentarios a propósito de esta anotación.
Intersantísimo post en e-cuaderno. Lo he leído y me quedo con las observaciones sobre product-placement, propaganda, estereotipos, etc.
Habría que acuñar el término: "thinking-placement".
Todo esto acaba generando gran confusión: en el post se ha hablado de patrocinio y de product placement casi como si fueran lo mismo que thinktanks, spin doctors o lobbys.
¡Qué diría Kotler!
Es lo que tiene este caos de sociedad occidental y relativista, presidida por lo políticamente correcto y por el sentimentalismo de izquierdas, en una economía liberal y capitalista. Glup.
Al final, la conciencia o el alma podría llegar a entenderse como un product placement de Dios en el hombre. En broma, claro.
Publicado por: Miguel | 21 marzo 2006 en 07:16 p.m.
Pues sí, Miguel, tienes razón. No sé bien qué diría Kotler, el rey del Marketing, en la próxima enésima edición de alguno de sus libros y manuales: quizá confuso ante el mejunje social y la mezcolanza vital que trae consigo centrar las cosas en el mercado, diría algo que leí como síntesis perversa de sus ideas: "Marketing is more than selling with a college degree".
Me parece que conviene, como decía de pasada al final de la contenstación a los comentarios en eCuaderno, que el civismo pide considerar que en una ciudad, además del mercado, hay por lo menos otros lugares de encuentro: el ágora, el templo, el teatro, que no se confunden. O que es mejor no confundir: no vaya a ser que -me viene ahora a la cabeza la imagen de Jesús expulsando con fuerza y sobrado de razón, a los mercaderes del templo- mezclemos lo que no conviene mezclar. Ya bastante mezclado y confuso está el mundo con el "tecnosistema" político-empresarial, o el ágora-mercado... en el que ha tomado carta de ciudadanía la comunicación pública. Olvidando en buena parte -entre otras cosas- la existencia de mensajeros y la presencia del teatro.
En fin, es también curioso que no deje de haber gente que piensa -en la línea de lo que dices en el último párrafo- que a fin de cuentas, la comunicación institucional de la Iglesia, es a fin de cuentas un "product placement" especializado, bien sea de noticias, digamos eclesiásticas, bien de asuntos relacionados con aspectos de la doctrina. Y no es precisamente eso, dado que ni la doctrina es una mercancía, ni la conciencia o el alma son (en principio) artículos de compraventa.
No es fácil articular muchas variables en una ecuación, pero es peor pretender que en definitiva se pueden reducir a una sola. Y en la comunicación pública hay unas cuantas variables, bien lo sabes.
Un cordial saludo y muchas gracias por el comentario.
Publicado por: JJG Noblejas | 21 marzo 2006 en 11:01 p.m.