En la anotación anterior, un lector me pide hacer, si pienso que vale la pena, lo que viene a renglón seguido. No estoy del todo convencido de que valga la pena, pero algo cabe decir sobre la actitud “ética” de Slavoj Zizek y Arcadi Espada.
Entiendo que no compensa dedicar mucho tiempo al artículo en pro del ateísmo que hoy publica Slavoj Zizek (“Defensores de la fe”, El Mundo: descarga en Diarios de Arcadi Espada). Entre otras cosas, porque no es fácil leerlo del todo en serio, siendo Zizek, como es, uno de los recientes “enfants terribles” de la filosofía europea.
No compensa, aunque su defensa y alabanza del ateísmo sea coreada por Arcadi Espada en sus Diarios (16 de marzo 2006) como “El legado más excelso de Europa”. Y no compensa, aunque ya hablé aquí de acuerdo con la postura de Zizek en lo relativo a la muerte de la constitución europea.
El artículo de Zizek en principio se decanta -y eso no está mal- por la exclusión social de cualquier religión beligerante, con profetas que predican con la cimitarra en la mano, y cuyo “proselitismo” significa guerra y exterminio del infiel. Esta postura es una razonable condena del fundamentalismo, siguiendo la ineludible referencia al 11/9, que es a fin de cuentas el detonante implícito del artículo de Zizek. Pero su desarrollo resulta preocupante, porque parece tomar rumbos un tanto erráticos, que terminan por ser un alegato en pro de la institucionalización social pública, pura y dura, del ateísmo.
De entrada el texto, aprovechando ser "periodístico", aparece como un ligero divertimento o jugueteo verbal en el que escasea tanto el compromiso como la coherencia racionales. Pensando en la sociedad y el mundo ateo que propone, viene como símil a la memoria una fantasía imaginaria de tipo “Alicia en el país de las maravillas”, antes que la vida real en países reales con regímenes de vida social oficialmente ateos.
De todos modos parece que un asunto del calado que supone proponer el ateísmo como núcleo de civilización y cultura, caso de ser tratado con un mínimo de justicia, no deberían predominar –como sucede en el artículo de Zizek- algunos “vistosos” juegos de palabras, algunas “sugerentes” paradojas o “divertidos” contrasentidos.
“Por amor a Dios”
A modo de simple ejemplo, dice Zizek:
(…) Yves le Breton contó que se había encontrado en cierto momento con una anciana que vagaba por las calles con un plato en su mano derecha, del que salían llamaradas, y con un cuenco lleno de agua en su mano izquierda. Al preguntarle la razón por la que llevaba las dos vasijas respondió que con las llamas iba a prender fuego al Paraíso hasta que no quedara ni rastro de él y con el agua iba a apagar las llamas del Infierno hasta que no quedara ni rastro de ellas, «porque no quiero que nadie haga el bien con el fin de ganarse la recompensa del Paraíso o por miedo al Infierno, sino sola y exclusivamente por amor a Dios». Hoy por hoy, esta actitud ética, verdaderamente cristiana, se mantiene viva principalmente en el ateísmo. (…)
Me limitaría a preguntar: ¿Es desde el ateísmo desde donde se hace el bien sola y exclusivamente por amor a Dios? Si ya es difícil hacer el bien con la sola y recta intención que responde al amor que Dios nos tiene, como se plantea en una “ética verdaderamente cristiana”, mucho me temo que resulte una especie de cuadratura del círculo hacer tal cosa desde el ateísmo, desde una explícita negación de la existencia de Dios.
Con este planteamiento parece razonable dejar de lado a Slavoj Zizek y sus despropósitos más bien delirantes en este asunto. Pero sigamos viendo un poco más, por si se tratara de una mala traducción o de un lapsus.
“El legado más excelso”
Arcadi Espada, remitiendo en su blog al artículo de Zizek, se limita a declarar: “El legado más excelso de Europa”. Es decir, hace en principio una simple paráfrasis de una frase del artículo en cuestión (“¿dónde se ha quedado el legado más preciado de Europa, el del ateísmo?”).
Es significativo que no se dé cuenta de la “gaffe” más bien ridícula en que incurre, al pretender ir un poco más allá de lo dicho por Zizek: porque decir “excelso” es querer ir más allá de “preciado”. Y “excelso”, en su tercera acepción del Drae, da la casualidad de que significa literalmente “Dios”:
1. adj. Muy elevado, alto, eminente.
2. adj. Dicho de una persona o de una cosa: De singular excelencia. Excelsa majestad. Ánimo excelso.
3. m. Dios.
Cosa que poco tiene que ver con el ateísmo que da a entender pretende exhibir, siguiendo la bandera enarbolada por Zizek.
“El ateísmo es un legado europeo”
No sé, por ejemplo, qué sentido histórico puede tener la frase “El ateísmo es un legado europeo por el que merece la pena luchar, y entre las razones para ello no es la menor la de que genera un espacio público en el que los creyentes pueden sentirse a gusto.”
Entiendo que es más bien difícil encontrar en la historia espacios públicos declaradamente ateos, que haya hecho las delicias de ningún tipo de creyente. Entre otras cosas, porque cuando menos han impedido la manifestación pública de la fe de esos creyentes.
“No un obstáculo para cualquier cargo público”
Entiendo sin embargo bien dónde va a parar la pregunta retórica vitoreada por Espada, así como la auto-respuesta de Zizek:
“Ahora bien, ¿dónde se ha quedado el legado más preciado de Europa, el del ateísmo? Lo que hace singular a la Europa moderna es que se trata de la primera y única civilización en la que el ateísmo es una opción plenamente legítima, no un obstáculo para cualquier cargo público.”
Este parece el núcleo de la cuestión planteada por Zizek: que –como mínimo- el ateísmo no sea un problema para participar en la vida pública. Eso, aunque los creyentes tengan que ocultarse para practicar sus creencias. Y como ideal, más allá de esa especie de "auto-tolerancia", conseguir que el ateísmo -¿qué sé yo?- sea la única fuente, la profunda raíz, la fulgurante luminaria pública para el comportamiento ético-político de la sociedad.
Parece que para Zizek resulta ser la política la última, definitiva y suprema instancia a la que cabe hacer referencia en la vida pública de una sociedad civilizada. No hay por encima de ella nada ni nadie digno de atención, ni por tanto de respeto. Mucho menos, de culto religioso. Y menos aún, público.
Pienso que no estaría, por ejemplo, de más, que se animara a repensar el sentido de aquellas viejas palabras de Aristóteles, precisamente en la Ética Nicomaquea (1117 b 31), cuando dice que
«si la mente es divina respecto del hombre, también la vida según ella será divina respecto de la vida humana. Pero no hemos de seguir los consejos de algunos que dicen que, siendo hombres, debemos pensar sólo humanamente y, siendo mortales, ocuparnos sólo de cosas mortales, sino que debemos hacer todo esfuerzo para vivir de acuerdo con lo más excelente que hay en nosotros».
Lo más excelente que hay en nosotros es aquella inteligencia que Platón acertadamente calificó de “chispazo divino” (aquel fuego que Prometeo robó a Zeus, según el mito griego, que es la efectiva filiación divina anunciada por el cristianismo): luego vienen las “cosas mortales”, primero -desde luego, sin lugar a dudas- la dimensión política. Algo excelente de suyo, pero que no es "lo" más digno y elevado para la condición humana.
Por eso no resulta hoy en día muy de recibo pretender que tal “chispazo divino” se reduzca -en la senda científico-positivo-ilustrada por la que algunos transitan como si fuera la única via de salvación- a algo que nos llega, bien por el azar, bien porque nosotros mismos nos lo hemos dado.
Es en una Europa de fuertes raíces judeocristianas donde tiene cabida el ateísmo de Zizej o de Espada. No digamos las cosas al revés. Al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios. No todo al César.
Judaísmo, Cristianismo e Islam
Acabo de leer que Benedico XVI ha recibido esta mañana a una delegación del American Jewish Committee y que en su discurso les manifestó, entre otras cosas, esto:
"El judaísmo, el cristianismo y el Islam creen en un sólo Dios, creador del cielo y de la tierra. De ahí que las tres religiones monoteístas estén llamadas a cooperar mutuamente por el bien común de la humanidad, al servicio de la causa de la justicia y la paz en el mundo. Esto es especialmente importante hoy cuando se debe prestar atención especial a enseñar a respetar a Dios, las religiones y sus símbolos y los lugares sagrados de culto".
Espero que tanto Zizek como Espada sepan respetar a quienes creen en Dios. Insisto en pensar que no todos los profetas vienen con una cimitarra en la mano.
Acabo de contestarte al correo, y me encuentro con esta suculenta observación del artículo y su parafraseador. Efectivamente, a esto me refería cuando te pedía un razonamiento elaborado, con tachuelas y recovecos, con detalles y pilares.
En cuanto leí el artículo vino enseguida a mi cabeza una pregunta: ¿No será también cierto que la única civilización en la que reina el ateísmo es precisamente la que bebe de las fuentes del humanismo cristiano, que lo tolera y lo asume?
Cuando Zizek dice que la razón del bien que hacemos se encuentra en el espejo, es decir, en la conciencia personal, ¿no es acaso consciente de que está enarbolando la existencia de una ley natural creada por una entidad superior? La conciencia, definida por JP II, como el sagrario de Dios en el hombre (¿era así?).
En fin, que como dices, JJ, nos encontramos ante juegos florales que tratan de legitimar los atropellos que sufre la fe cristiana, y católica en particular, empezando por la elminación sistemática y sentimental de todo cargo público con esas señas de identidad (caso Butiglione). Es cierto, la tábula rasa del ateo en las esfera pública nos conduce a un estado de paz insustancial, exclavizadora, que trata de anular la libertad de las conciencias. No sé qué diría Dostoievski, pero seguro que artículos como el de Zizek le harían reír. Abrazos y gracias.
Publicado por: Miguel | 16 marzo 2006 en 06:57 p.m.