Es posible que el próximo evento cinematográfico no sea tan grande y sonado como Sony-Columbia se las promete, porque -aún contando con legiones de fans enfervorizadas- falla el efecto sorpresa que tuvo el libro y ha fallado la estrategia de marketing de la película como “víctima” de los presuntos ataques de los cristianos (integristas, por supuesto). Parece que los cristianos no van por la vida con un alfanje en ristre.
Parece que los cristianos, además, en vez de seguir obedientemente esa estrategia escandalosa que les habían deparado los managers del marketing de este fenómeno editorial, han optado por asumir pacífica y deportivamente la cuestión, entendiéndolo como un “tsunami” ante el que lo mejor que se puede hacer es practicar un “surfing” ejemplar y apostólico de primera calidad. Porque lo curioso sigue siendo que la gente que lee el libro tiene ganas de descubrir, conocer y explorar su espiritualidad y el sentido de misterio que tiene su existencia. Pero sin las bagatelas que ofrece el tergiversar o instrumentalizar la realidad de las cosas, como sucede con el Da Vinci Code.
El caso es que Brian Grazer, el productor de la película, dice ahora (quizá para apoyar el jucio planteado en Londres contra Dan Brown por los autores del libro Holy Blood, Holy Grail) que no es un relato histórico, sino que es "sólo" una ficción informada (“informed fiction”).
La verdad es que son ganas de marear la perdiz, o de dorar la píldora, porque lo mismo que existe la ciencia-ficción, podría haber dicho que se trata de "historia-ficción", y así todos tan contentos. Pero no: prefiere inventar un género literario y cinematográfico fantasmagórico que –según afirma, sin ambages, como experto en la materia- consiste en presentar "símbolos que llevan a ciertas claves que en algunos casos pueden ser probados como hechos". Total: bajo tal sarta de condicionales, lo que dice resulta ser nada con sifón. Bien lejos estamos de las fervientes -y también sin ambages- declaraciones iniciales de fidelidad histórica.
Y bien saben los cristianos, como sabe casi todo el mundo, que la cosa en sí misma es históricamente insultante y teológicamente blasfema y disparatada. Un “museo de los errores”, y no sólo artísticos referidos al Renacimiento, como (entre otros) dice la profesora Elizabeth Lev, o como bien argumenta y razona el profesor Fr. John Wauck.
También saben los cristianos, como casi todo el mundo, que el libro tiene el atractivo de un “page-turner”, y una calidad literaria universalmente reconocida como deleznable. Y casi todos pensamos que está llegando hasta los tuétanos del imaginario colectivo de nuestra superficial sociedad de consumo.
Por eso quizá, en vez de ser escandalosamente arrollados por el fenómeno, según habían propiciado los productores de la película, muchos inconformistas se aprestan a “surfear” la nueva ola con dos ejercicios de probado y tradicional estilo cristiano. Uno, rezar y ofrecer sufrimientos y sacrificios a Dios en desagravio por las blasfemias y disparates. Otro, aprovechar la ocasión de gran visibilidad y curiosidad que proporciona esta ola, para dar a conocer la naturaleza real de las cosas histórica y teológicamente disparatadas y blasfemadas por la película.
(Hay una variante del primer ejercicio, que consiste en rezar y ofrecer sacrificios a Dios para que la película sea –si Dios quiere- un fracaso más bien rotundo. Cosa nada sencilla, vistas las cosas de tejas abajo. De todos modos, si no esta vez, sigue vigente aquello que se atribuye al Quijote: "¡Cosas veredes, Sancho, que no creeredes!").
De tejas abajo, como propone juiciosamente Barbara Nicolosi, cabe aplicar un modo muy profesional de ayudar a que tal cosa suceda, que consiste en acudir al cine el 19 de mayo y ese fin de semana del estreno, pero para ver otra película, como es –en USA, por ejemplo, se estrena el mismo día- Over the Hedge, de DreamWorks [descargar trailer .mov 12MB].
Así disminuyen los ingresos de taquilla del primer week-end de estreno, que es siempre clave para el resultado de una película. De todos modos, se trata de una variante que no exime ni del primer ejercicio de "surfing" -"a Dios rogando y con el mazo dando", dice el saber popular- ni tampoco del segundo ejercicio de "surfing" informativo y divulgativo de la realidad histórica y teológica de Jesucristo y la Iglesia.
Tengo curiosidad por saber cómo afrontarán los medios periodísticos este planteamiento deportivo, que es un "re-framing" refrescante y liberador, en las antípodas del "frame" sombrío y conspiratorio planteado por el libro, la película y sus agentes de marketing.
¿Cómo lo afrontarán? ¿Silencio informativo? ¿Ridiculización de los creyentes "exagerados"? ¿Loores sin cuento al film? ¿Reposición del tradicional invento de una gresca entre cristianos "progresistas" (que "ganan", porque les parece bien el Código) y "reaccionarios" (que "pierden", porque no les parece bien)? ¿Apoyo a los cristianos, como agraviados y discriminados por razón de sus creencias, en una democracia avanzada? ¿Información veraz y opiniones razonadas acerca de lo que suceda?
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Actualización (05 Abril 2006): Agradezco el comentario de AM Burgos, que añade la referencia al genial invento "Crea tu propia novela de Dan Brown". Un cordial saludo a los numerosos lectores que llegan aquí desde ese lugar.
Más, en este mismo blog, y desde hace un tiempo, sobre algunas cuestiones del "Da Vinci Code".