Está a punto de comenzar -aquí, en la soleada y ya calurosa tarde de primavera romana, en la Plaza de San Pedro- la Celebración eucarística presidida -como dicen las invitaciones- "per Sua Santità Benedetto XVI in suffragio del defunto Sommo Pontefice Giovanni Paolo II".
En estos momentos me viene a la memoria lo escrito aquí mismo, justo hace un año: "El Papa se muere consciente, lúcido y sereno", primero, y luego "El Papa ha muerto". Textos emocionados y tranquilos, que siguen siendo de actualidad, en la medida en que ponen de manifiesto que aquí "reina una extraña y saludable mezcla de serenidad, dolor y paz".
También me viene a la memoria la tarde de ayer, en la plaza de San Pedro: cuando, hacia las 21:37, a un año justo del fallecimiento del Papa, el Papa resumió "la vida y el testimonio evangélico" de Juan Pablo II con dos palabras: "fidelidad y entrega".
Da un especial regusto, precisamente hoy, poder referirse a dos personas distintas con la misma palabra. Juan Pablo II era el Papa que fallecía. Benedicto XVI es el Papa que ayer y hoy nos acompaña en el recuerdo de este aniversario. Ambos son lo mismo, entonces y ahora: ambos son el Papa. Esto es obvio, aunque quizá no tanto...
No es obvio en cuanto la cultura de los medios nos tiene acostumbrados a hacer distingos de personalidad, a ver en los Papas "personajes" al modo de los políticos o los empresarios, y no personas que asumen de entrada, a fondo, al 100%, todo el peso institucional que supone ser un nuevo Cristo en la tierra, ser la cabeza de la Iglesia. (Por contraste, me viene también a la memoria la triste superficialidad de un diario, que tituló su "especial" -también hace un año, y ahí sigue hoy en su web- "Muere Juan Pablo II. El pontificado más conservador y mediático llega a su fin"... O aquel otro, de ayer mismo, que decía que "Ioseph Ratzinger vuole rendere la Chiesa meno papocentrica"... Es mejor dejar de lado estas pobres visiones de la realidad...)
Decía ayer el Papa del Papa, ante miles y miles de fieles, con miles de velas encendidas iluminando la Plaza de San Pedro:
"Fidelidad total a Dios y entrega sin reservas a su misión de pastor de la Iglesia universal".
"Fidelidad y entrega -continuó-, que resultaron todavía más convincentes y conmovedoras en los últimos meses, cuando encarnó en sí mismo lo que escribió en 1984, en la carta apostólica "Salvifici doloris": "el sufrimiento está presente en el mundo para provocar amor, para hacer nacer obras de amor al prójimo, para transformar toda la civilización humana en la "civilización del amor".
El Papa destacó ayer que la vida del Papa, con
"su enfermedad, afrontada con valentía, hizo que todos prestaran más atención al dolor humano, a todo dolor físico y espiritual; dio al sufrimiento dignidad y valor, testimoniando que el ser humano no vale por su eficacia, por su apariencia, sino por sí mismo, porque ha sido creado y amado por Dios".
Y el Papa aprovechó la ocasión para decir también otras cosas. Pero quedaba clara su insistencia en esas dos palabras, para hablar del Papa: fidelidad y entrega.
Referidas por Benedicto XVI a Juan Pablo II, sin duda, pero -no sé por qué- entendidas como también referidas a sí mismo. O como referidas a cada uno de los allí presentes. O a los físicamente ausentes, lo vieran o no por por televisión.
Hay mucha gente en la plaza de San Pedro. El sol, sin una nube de por medio, cae ya un poco de poniente. Los asistentes quizá han sido -hasta hace un minuto- sobre todo turistas, o curiosos, o romanos, o polacos, estadounidenses, o lo que sea. Lectores de uno u otro periódico. Próximo elector de uno u otro candidato a la presidencia del gobierno. Lo que sea.
Ahora cada uno parece que ha dejado como un poco de lado -al menos por lo que queda de tarde- esas circunstancias de su vida. Como haciendo sitio para ir cada uno al fondo de su ser, en busca de la raíz y el sentido de esa misma vida. Ahora somos asistentes a una ceremonia religiosa, en memoria del Papa está vivo, y con el Papa que está entre nosotros.
"Fidelidad y entrega", parece que repite la leve brisa que -aprovechando ahora algunas zonas de sombra- recorre la plaza de San Pedro. Hace tres cuartos de hora que comezó la ceremonia.
Si es posible, me gustaría que participases en esta interesante discusión:
La esencia de Occidente
http://www.alpoma.net/tecob/?p=400
PD: acabo de invitar a Juan Pedro Quiñonero
Publicado por: maty | 04 abril 2006 en 12:46 a.m.