He visto la televisión y leído la prensa acerca del rápido viaje de Benedicto XVI a Valencia. En síntesis apretada, entiendo que llama positivamente la atención la mentalidad abierta del Papa en la prudencia de lo dicho y hecho. Y, por contraste, también llama la atención –ya lo siento- la cortedad de miras de Rodríguez Zapatero en el error de cálculo astuto de sus ausencias y silencios.
Phillip K. Dick decía que "realidad es eso que, aunque dejes de creer en ello, no desaparece". Todo un criterio para discernir lo que es una mentalidad amplia y abierta a la realidad. Es decir, una mentalidad abierta, de entrada, a reconocer la realidad de los propios errores, cuando se dan, respecto de la realidad de las cosas. Un criterio que a la vez resulta válido para detectar una mentalidad cerrada o corta ante la realidad.
Los cristianos llevan muchos siglos considerando de igual modo la realidad de la familia y el matrimonio. Y eso no ha impedido que haya habido cristianos que hayan malvivido esa realidad, que no hayan sido coherentes con ella. Pero no por eso han pretendido cambiar la naturaleza de la familia y el matrimonio, para conformarla a sus conveniencias.
Todo un ejemplo de mentalidad abierta a la realidad de las cosas. A esto sin duda ayuda –en el caso de los cristianos, y entre otras cosas- el sacramento de la penitencia. Uno puede actuar muchas veces como un sinvergüenza, sin realmente serlo del todo.
Algunos piensan y viven las cosas de otro modo. Quieren por encima de todo salirse con la suya, sin reconocer que quizá actúan como un sinvergüenza, y -por esa falta de reconocimiento- se convierten en genuinos sinvergüenzas, que entonces pretenden cambiar mágicamente la realidad cambiando (o dejando sin sentido) las palabras que designan las cosas.
Algunos, quizá como Enrique VIII, eligen un proceder propio de mentalidad más bien cerrada o corta (closed-minded, narow-minded). La de quienes pretenden que –puesto que ellos, faltaba más, actúan bien- es la realidad la que debe cambiar a su alrededor. Aunque para ello haga falta cortar alguna que otra cabeza: las de quienes prefirieron atenerse a la realidad de las cosas y no a la veleidad de su opinión.
Entiendo que en tiempos de Enrique VIII debió ser relativamente sencillo entre la población dar por bueno el capricho del que mandaba, y no dejarse cortar el cuello, como Thomas Moro, por respetar la realidad de las cosas. Moro, a diferencia de Enrique VIII, era un señor de mentalidad muy abierta (open-minded), tanto que Robert Bolt, cuando escribió su magistral drama, luego llevado al cine por Fred Zinnemann, lo tituló "A man for all seasons", que en este caso tiene más sentido que su traducción española, "Un hombre para la eternidad".
El caso es que Benedicto XVI ha dejado tras de sí el señorío de la razón abierta y dialogante, sin por eso negar la realidad de las cosas del matrimonio y la familia, ni tampoco la realidad política y legal ahora vigente en España. Y sin negar que hay que seguir recordando en público y en privado que "actuar como si [Dios] no existiera o relegar la fe al ámbito meramente privado, socava la verdad del hombre e hipoteca el futuro de la cultura y de la sociedad".
Rodríguez Zapatero, por desgracia, deja tras de sí una muestra de poder bruto, de falta de racionalidad, de mentalidad más bien cerril o corta, pensando quizá egoístamente que con su ausencia evitaba el abucheo de los presentes.
No cayó en la cuenta de que, de haber estado presente, prácticamente nadie (siempre hay gente rara) le hubiera abucheado. Entre otras cosas, porque los cristianos –que de ordinario tienen muy buen olfato litúrgico- hubieran seguido de inmediato el ejemplo de Benedicto XVI en su mentalidad abierta ante la realidad.
En cualquier caso, para bien o para mal, ahora sabemos algo más acerca de la amplitud de miras de los actuales gobernantes españoles. Incluso tras haber leído el editorial de el País con su exégesis oficial ad hoc para narow-minded bienpensantes.
(Esta anotación ha surgido tras la lectura de "El Papa en Valencia", en La libreta de Lluis Foix, viejo amigo y colega, que en su día me introdujo en la jungla cervecera de los pubs londinenses: quizá entonces hablamos acerca de lo que significa ser open-minded).
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Actualización (11 Julio 2005): ·El diario ABC y la Agencia EFE (El Papa, a Zapatero: «Problemas no nos faltan, esperemos encontrar la solución») ponen de manifiesto el talante de Benedicto XVI al hablar con R. Zapatero, según recogen de "altas fuentes vaticanas" algo de la conversación entre ambos:
«Problemas no faltan (en las relaciones entre España y la Iglesia) y esperemos encontrar la solución», dijo el Papa Benedicto XVI en Valencia al presidente del Gobierno español (...) Rodríguez Zapatero defendió ante el Papa, en su conversación celebrada en la ciudad española, el matrimonio entre homosexuales y Benedicto XVI se lo rebatió con una argumentación «antropológica de derecho natural».
¿y?
LA diferencia es que Su Santidad (como ejemplo me sirve) antes de hablar de algo se documenta, antes de elaborarse una opinión; esta gentuza imponen su opinión y luego elaboran un corpus de justificacion: no escucharán a nadie. No son dignos de rebatir con ellos
Publicado por: Ignacio | 11 julio 2006 en 08:13 p.m.