Algo pasa en nuestra cultura popular, que insiste de nuevo en referencias religiosas más o menos afortunadas. No es manía: es asunto de llamar a las cosas por su nombre. Acabamos de clausurar (en este blog) el largo y más bien penoso episodio del fenómeno Código da Vinci. Y ahora resulta que para hablar de "Superman returns", el bueno de Richard Corliss cae en la superficialidad de titular su crítica en Time The Gospel of Superman, y en el New York Times, una tal Manhola Dargis titula 'Superman Returns' to Save Mankind From Its Sins.
Estas explícitas alusiones religiosas (la de Corliss, alabando el film, la de Dargis vituperándolo) se repiten igualmente en no pocas de las críticas de medios estadounidenses, tras el estreno de la película. Eso sí, son alusiones combinadas con una visión orientada al mercado internacional, que de paso supone una pérdida de referencias al “american way of life”, según se comenta desde algunas posiciones conservadoras. El lema de Supermán ya no es "Truth, justice and the American Way", sino que ahora se ha convertido en "Truth, justice, and all of that stuff."
Puede suceder, como sucede, que hoy haya una generalizada sensibilidad entre las gentes en busca de horizontes de trascendencia para la propia vida. Y puede pasar, al mismo tiempo, que haya también una especial ignorancia y temeridad, por no decir frivolidad, entre los autores y los críticos de relatos y dramas destinados al entretenimiento, que no dudan en asociar, sin más, algunas de las características de los géneros narrativos y dramáticos por un lado, y por otro los datos propios de la redención y la fe cristiana.
No deja de ser una cierta frivolidad abusar de los paralelos y decir –como, por ejemplo, hace la articulista del NYT en el arranque de su escrito- que así como Jesús de Nazaret estuvo 40 días en el desierto, Supermán de Hollywood ha languidecido casi 20 años en los vericuetos del "infierno del desarrollo" (el development hell es parte del proceso de pre-producción de una película).
Sigue siendo una cierta frivolidad abusar de las metáforas y decir que –a diferencia de los anteriores Supermanes- en vez de volar alto y lejos, ahora éste "vuela hacia abajo, abajo, abajo, enviado desde lo alto para salvar a la humanidad de sus pecados".
Es una manera de ver las cosas, sin duda. Y sin duda algo habrá en el guión escrito por Michael Dougherty y Dan Harris, basado en una historia escrita por Bryan Singer, el joven director de la película. El mismo que en 1995 nos sorprendió con la encandilante Sospechosos habituales (The Usual Suspects), y luego puso en marcha la trilogía de X-Men, dirigiendo también la segunda entrega (en 2000 y 2003).
Al margen de las ironías del NYT, algo habrá en la historia, y algo habrá en el ambiente y las expectativas de la sociedad que permite el mercado global para subrayar la dimensión religiosa de redención, cristiana, en una historia de superhéroes y supervillanos que de suyo no la tiene en su origen, ni hoy la exige. O quizá sí que la necesita el "socializing" indudablemente asociado al marketing de nuestro días. Sin olvidar que se trata de una sociedad global que el año pasado aclamó en las taquillas The Passion de Mel Gibson. Cosa (me refiero a las taquillas) que es lo que cuenta en Hollywood. Es bien sabido que, si hasta ahora la moda consistía en poner un gay o una lesbiana en las películas, ahora hay que poner al menos un cristiano.
Otros críticos, sean entusiastas como Stephanie Zacharek, neutrales como Kenneth Turan o más bien contrarios como Dana Stevens, se quedan en comentar otros aspectos más "técnicos" en sus análisis.
Veremos en qué queda esto, cuando dentro de poco se estrene por los lares europeos.
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Actualización (06 Julio 2006): A.C. Grayling, en el británico The Spectator (The philosophy of Superman) insiste en la presentación y apariencia "cristológica" de Supermán.
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Actualización (05 Julio 2006): Hoy dice Pedro Rodríguez en su crónica desde Washington que EE.UU. deconstruye a Superman, en el contexto ideológico político, y sin referencias trascendentes, según el previsible esquema ya indicado:
(...) Desde la «progresía», con Irak y Guantánamo en mente, no faltan reproches de que el último Superman, protagonizado por el relativamente desconocido actor Brandon Routh, no hace más que prolongar una visión fascista y maniquea del mundo, con malos que se pueden derrotar por la fuerza. Para la comunidad «gay», la malla ajustada del musculoso Clark Kent, su fabulosa capa, su identidad secreta y su problemática relación con Lois Lane -pese a la apuntada existencia de un hijo común- sigue inspirando toda clase de fantasías y cavilaciones sobre la verdadera orientación sexual del hombre de acero.
Pero, con diferencia, la película de la Warner parece haber excitado especialmente las emociones de sectores conservadores, que critican con vehemencia la forma y los términos en que uno de los más reconocibles símbolos de EE.UU. en el mundo ha sido resucitado de nuevo en la gran pantalla tras un receso de casi un cuarto de siglo. En un fascinante torbellino de artículos, tertulias y blogs, la derecha estadounidense clama al cielo porque el largometraje dirigido por Bryan Singer presenta un héroe todavía súper, pero sensiblero, globalizado y que parece haber renunciado a sus esencias patrióticas. (...)
Y, sí. A mí me llamó mucho la atención cuando en un mismo tiempo (digamos...) aparecieron películas que en menor o mayor grado bordeaban el tema del mesianismo: _Star Wars_ con su _Episode 1: The Phantom Menace,_ en la que se ve toda la vocación de Anakin Skywalker; _The Matrix,_ con la vocación de salvador del "único": Neo (_the one,_ si jugamos con su nombre); _The Lord Of The Rings,_ con un Frodo Baggins llamado a derrotar al Señor Oscuro; _Harry Potter,_ con un argumento muy parecido, en el que el pequeño Harry es el llamado desde siempre a derrotar a Lord Voldemort (quien, por cierto, es innombrable, como lo eran Dios y el Diablo para los hebreos). A eso hasta podemos sumarle ---corriendo un poquito el tiempo--- aquel fracaso de película inspirada en la novela de Frank Herbert: _Dune,_ en la que el tema del mesías es mucho más fuerte y explícito con el llamado trascendental del Muad'dib, Paul Atreides. En fin, que no me parecía muy casual que en una misma época aparecieran tantas referencias mesiánicas. Algo sabe la humanidad... o los productores de Hollywood.
Publicado por: Kike | 24 agosto 2006 en 08:05 a.m.
Muchas gracias, Kike, por el comentario, que además de bien sensato es también erudito en el repaso de películas. He visto tu blog (http://fueradebromas.blogspot.com) y me parece estupendamente escrito. Enhorabuena y mucho ánimo. Un cordial saludo, en esta sociedad que -como dices- en conjunto, sigue sabiendo de modo más o menos consciente que entre nostros no hay sólo una especie de auto-redención, como dice Paul Auster que quiere plantear en su "Lulu On The Bridge", con el personaje de Harvey Keitel. Sin embargo, y sin destripar aquí la película, me parece que -a fin de cuentas- lo muestra es que lo que hay es trascendencia y redención. Si no, ¿qué sentido tiene el gesto de Mira Sorvino en el último plano del film? En fin, me parece que algo de esto sabe incluso Paul Auster, aunque quizá no quiera saberlo o no quiera que se sepa que lo sabe, de modo explícito. Y con Paul Auster, tantísimos otros.
Publicado por: JJG Noblejas | 24 agosto 2006 en 09:42 a.m.