Dice hoy el diario "El País", en un artículo editorial, que hay que "educar sobre lo real".
¡Cáspita, no es fácil caer en eso! Menos mal que hay un editorialista en un periódico que se atreve a recordar esa verdad tan recóndita e ignorada por la ciudadanía. Gracias por esta ración de educación. Gracias, además, porque quizá lleva el implícito de que hay que informar sobre lo real, que a lo mejor viene a ser muy parecido.
El caso es que ahora habría que hablar algo acerca de qué es lo real y qué deja de serlo. Qué es lo natural, y qué deja de serlo. Si hay realidad y naturaleza o no los hay, y demás zarandajas ("Cosas menudas, sin valor, o de importancia muy secundaria", que le dice el Drae) ontológicas y epistemológicas.
Habría que hablar también, por supuesto, acerca de qué es informar y qué educar, o informar educando y educar informando... Pero como con esto y aquello se trata de zarandajas académicas sobre el "ser", cosas alejadas de lo que realmente importa, que es "tener" (en política, en dinero, en poder; también "tener" la manía de "tener" razón, etc.), el caso es que no hace falta hablar ahora de esas cosas tan baladíes.
Basta quizá decirle al señor articulista editorial que la enhorabuena es porque se entiende muy bien lo escrito. Es decir, su disgusto porque el gobierno "transija" en que la ciudadanía sea educada sustituyendo la referencia a los "tipos de familia" por "la familia en la Constitución española".
Al señor articulista editorial y a la línea editorial de ese periódico le interesa la realidad que ellos mismos construyen. Faltaría más! Con el caos de cosas que hay en la realidad real, hay que organizar mejor esa realidad. Y ya puestos, en vez de organizarla, mejor y más eficaz -a todos los efectos- es construirla. Científicamente, por supuesto.
Así queda la realidad como es debido, organizada, limpita y tal. Los buenos son los buenos, los malos son los malos, etc. Esta es la realidad, "lo real" de que habla este periódico en su editorial de hoy. Algo que se ha tomado la molestia y el esfuerzo (¿informativo, educativo?) de hacer en los últimos tiempos.
Y este es el constructivismo "a gogó" ("sin límite", dice el Drae) que practica este periódico. Y es que el diario "El País" ha dedicado muchos, muy abundantes medios, y largos y árduos esfuerzos en lograr que -en los papeles periodísticos y legales, al menos- familia, familia, lo que se dice familia, ya no haya.
Y que en su lugar, "lo real" sea un amplio surtido de "tipos de familia", que por supuesto son de entrada muchos y muy variados, pero tendiendo a marginar ("un poco", añadiendo el latiguillo para quitar yerro al asunto) esa rara especie de familia compuesta de varón y mujer con hijos concebidos y nacidos según métodos que brinda la naturaleza.
Y se entiende que a estas alturas de unión familiar para "construir la realidad" entre el periódico y el gobierno, venga éste y le cambie la realidad, (o "lo real", que dicho así en plan neutro, queda poco feminista, la verdad: no sé si alguien puede molestarse). Y se entiende, y es normal, que el periódico se enfade un poco con el gobierno: cosas de familia.
Pero el caso es que, a fin de cuentas, estamos de enhorabuena: hay coherencia entre lo que el periódico hace como "lo real", en su esforzado y generoso trabajo de construir día a día la realidad, y lo que luego -como quien no quiere la cosa- el periódico luego dice que hay que enseñar. Porque eso es "lo real".
Genial: al fin hemos vuelto a inventar la rueda que mueve la comunicación y la política, que no son precisamente el sol y las estrellas de Dante. Quizá se trate, a fin de cuentas, del invento nietzcheano de la pescadilla que se muerde la cola. O, sin más, del simple círculo vicioso, con petición de principio incluída.
Así son las cosas del constructivismo social y comunicativo. Y así se pueden ver en vivo y en directo, sin necesidad de acudir ahora a sabias digresiones sobre Boghossian cuando habla del relativismo y del miedo que hay, al menos desde Kant o Hume, hasta Bateson, Niklas Luhmann y demás, a algo tan simple y digno como es arriesgarse en la aventura de conocer la realidad.
Esta "ética de la personalidad"-como la define Covey-de los poderes se transmite al lector de periódicos a través de las noticias (temas políticos, sociales, religiosos, culturales, internacionales...) que aparecen en sus páginas. Este tipo de ética (progresista, solidaria, atractiva...) y las lentes que todo hombre tiene entre la percepción y su interpretación, consiguen un terrible efecto en el hombre: que predomine el "mapa mental" que le indica "cómo es la realidad" frente al otro tipo, el que le dice "cómo deberían ser" y que atesora los valores del individuo. Gran parte de la sociedad simplemente da por sentado que el modo en que vemos las cosas (o nos las presentan ciertos medios y poderes, ya que el hombre no puede presenciar todo lo que le interesa con sus propios ojos) "corresponde a lo que realmente son o a lo que deberían ser". Ambos mapas mentales ya son uno sólo.
Publicado por: sopadeletras | 07 noviembre 2006 en 06:56 a.m.
Gracias, Sopadeletras, por este comentario y por publicar en "Amalgama de letras" el largo desarrollo de la idea. Como allí no están abiertos los comentarios, le he dado un "meneo", aunque quizá este tipo de textos, en ese contexto, queda un poco fuera de lugar.
Como ando mal de tiempo, no me alargo ahora en abundar en el asunto, en el que coincido con lo que dices. Espero seguir en contacto. Un cordial saludo.
Publicado por: JJG Noblejas | 07 noviembre 2006 en 09:27 a.m.