El viaje de Benedicto XVI a Turquía está lleno de interés. No por su encuentro con masas fervorosas (que allí no las hay) ni por la circunstancia (más bien política y pasajera) de las trazas mostradas por cierto fundamentalismo musulmán.
No están en juego cuestiones de "rabiosa actualidad" al gusto del periodismo sensacionalista. El interés está en asuntos que vienen de más atrás en la historia y que tienen una raigambre y también un alcance de futuro mucho más duradero de lo que se considera "interés periodístico".
Benedicto XVI dijo que iba a hacer pocos viajes. Si ha insistido en hacer éste, alguna razón habrá para acudir a un lugar con muy pocos católicos, fría acogida de las autoridades civiles, y algunos brotes y promesas de violencia islamista.
Para entender bien este viaje, es muy ilustrativo leer el documentado artículo publicado por el periodista y ex-portavoz papal Joaquín Navarro-Valls en El País, Un viaje de mil años de duración, traducción (sin duda mejorable) de lo publicado hace unos días en Repubblica, Benedetto XVI in Turchia. Un viaggio lungo mille anni.
Son muchos, dice Navarro-Valls, quienes se preguntan por los porqués de un viaje tan poco en consonancia con la lógica política del momento. Para esos, dice que:
la actitud del Papa se distingue de la de los otros líderes religiosos, cristianos o no. Benedicto XVI quiere transmitir un testimonio de abnegación y de sobriedad, revelando el profundo y exclusivo sentido religioso de la misión que lleva a cabo. No actúa siguiendo una lógica de utilidad política, precisamente porque, en caso contrario, en la situación actual, no habría proyectado en absoluto un viaje como éste, en un momento como el presente.
Leyendo su artículo se puede contextualizar bien esa lógica del viaje, y saber, por ejemplo, algo acerca del Estado turco, del Gran Cisma que tuvo lugar en 1054, o de las actuales buenas relaciones entre el Patriarcado Ortodoxo y la Iglesia Católica, o de la difícil situación actual de las minorías étnicas y religiosas en Turquía, entre otras cosas que de ordinario no se destacan en la prensa. Valgan estos párrafos finales para animar a la lectura:
El viaje del Papa es (...) un itinerario que viene de lejos, un camino iniciado ya hace tiempo, de un milenio de duración y que en los últimos años ha acelerado sus pasos. Y llevar un mensaje de adyacente identidad implica siempre, además del peligro de ser "usado", una generosa apertura que no es exclusivamente política, que no se deja interpretar en los márgenes de un limitado y coyuntural cálculo de intereses. (...)
Y es que, en realidad, lo que impulsa el Papa al encuentro de Estambul se parece mucho a esas motivaciones que Thomas Mann definía "consideraciones impolíticas". Y hoy resulta realmente indispensable que alguien dé un paso audaz en esa dirección, por más que pueda costar desde un punto de vista personal.
Es evidente, sin duda, que nos hallamos ante una gran cita de la historia, y este importante encuentro de mutuo reconocimiento de la identidad común sólo podrá realizarse con el concurso de todos y sólo si todos tienen el coraje de vencer el temor más peligroso e insidioso que existe, el terror a afrontar el propio tiempo.
A Benedicto XVI hay que reconocerle la gran valentía de afrontar personalmente los desafíos de la historia y de nuestros días. Sin darles la espalda, y sin gran aparato de propaganda mediática, como hoy observamos en los estilos políticos al uso. También en esto, el viaje no se entiende bien si se mira con esclusivos intereses políticos.
Quizá ya va siendo hora de tomar en serio a Benedicto XVI cuando explica las razones de lo que hace. En esta ocasión ha dicho que este viaje "no es político, sino pastoral" y que tiene como objetivo "el diálogo y el compromiso común por la paz". Falta nos hace.
Aunque hay que reconocer que los turcos son lo menos fríos que hay, por el contrario, son carinosos y muy expresivos.
Siempre tienen té o café o alguna delicia turca para ofrecer, como se ha visto en la foto en que el Papa recibe una taza de té, gesto típico de la hospitalidad turca.
Y que no son fríos, lo han demostrado.
Si el Milliyet, cercano a los islamistas, habla de la Paz de Estambul...
Si el el diario islámico Yeni Safak dice que este es un momento histórico...
Si el influyente (y oficialista Hürriyet), dice que el Sto. Padre ha sorprendido al mundo...
Y otra editorial turca titula "Yo amo a este Papa"...
Es increíble. Scriptor y lectores de este estupendo blog: conozco muchos turcos (turcos y kurdos) y puedo testimoniar que es gente excelente y que no esperaba menos de ellos.
Un saludo y gracias por tu excelente y fundado artículo!
Publicado por: Marta Salazar | 01 diciembre 2006 en 04:26 p.m.
Gracias Marta. Es muy justo lo que dices.
Yo no entiendo turco: me gustaría mucho saber con más detalles lo que dicen los periódicos que mencionas.
¿Te animas a hacer unas síntesis?
Publicado por: csb | 02 diciembre 2006 en 09:46 a.m.