Leyendo el titular de la entrevista que Ángel Peña me hizo en La Gaceta: 'La ciudadanía y los medios deben conspirar: compartir el mismo aliento' ($, 19/03/2007), he pensado que quizá eso puede ser entendido como una utopía. Hermosa e irrealizable, como todas las utopías.
Luego, al ver el texto, muy bien editado a partir de preguntas y respuestas más extensas, he pensado que lo dicho, a propósito del libro que da pie a la conversación, no deja de ser, más que una utopía, una posibilidad real. Un modo de entender la convivencia cívica que -en vez de encanallar, corromper o envilecer a todos- nos puede hacer mejores a los ciudadanos en general, a quienes nos gobiernan política y económicamente y a quienes nos cuentan -entre periodismo, publicidad, propaganda y ficción- lo que nos pasa.
Quizá es solo que en estos días -aunque caigan chuzos de punta- se presiente la primavera. Lo dejo al buen juicio de quien tenga a bien leer el texto no editado de ese diálogo (la edición publicada es más jugosa, por más breve - descargar aquí pdf, con foto antigua), diálogo en el que Ángel Peña me hizo pensar:
Hace años, durante un simposio, Juan José García-Noblejas, profesor de la Pontificia Università della Santa Croce de Roma, almorzó con un político que trabajaba en una importante televisión europea. "Fue aplastante la seguridad con que me dijo que, en ese negocio, los informativos sirven para ganar las elecciones, y los dramáticos, para cambiar la sociedad, adecuándola a la ideología de su partido", recuerda. El profesor pensó que sólo cabían dos opciones: vivir con resignación en la órbita del despotismo ilustrado o conspirar. El resultado de esa reflexión es Medios de Conspiración Social (Eunsa).
- Conspiración es una palabra bastante provocadora, sobre todo últimamente. ¿Es a propósito?
Sí: "conspiración" es provocadora porque según el lenguaje de hoy en día suena de entrada, mal. Como los malos de una película tramando algo contra el protagonista. Aunque la palabra que debería sonar mal es "conjura". Porque "conspiración" es de entrada algo neutro o positivo: "compartir el mismo aliento". Los romanos cuando usaban la palabra se referían a lo que hoy -en principio- entendemos por "concordia", por "estar plenamente de acuerdo". Cuando Cicerón trató de evitar el poder absoluto de Marco Antonio, le dijo que el senado y el pueblo de Roma "conspiraban": compartían la idea de que es mejor no reinstaurar el poder absoluto...
Hoy conviene recordar que importa, y mucho (otra cosa es lograrlo de verdad), compartir el mismo aliento entre la ciudadanía y los medios de comunicación. Hay un común denominador en torno al bien común, que es compatible con la diversidad de los modos y las maneras de procurarlo.
- En cualquier conversación, el uso partidista de los medios de comunicación aparece como algo dado: ¿nos estamos volviendo un poco cínicos, en ese sentido?
Cínico es, entre otras cosas, el desvergonzado en el mentir. Si a base de cinismo se ridiculiza la búsqueda de la verdad y del bien, la democracia se convierte en partitocracia. Y el "respirar juntos" por el bien común se pervierte, y pasa a ser pura y dura "conjura" en pro de intereses propios. Y los medios pasan a ser -en unos casos- extensiones más o menos directas de los partidos políticos. Y en otros, al revés: hay partidos políticos que poco les falta para ser extensiones de grupos mediáticos.
- Dice que en Europa es más propio de la centro-izquierda, a diferencia de EEUU. ¿Por qué?
En Europa el centro-izquierda no tiene que demostrar que pretende "ser bueno" y "hacer el bien". Dice que lo es a priori, por definición, y ya está. Muchos medios, acomplejados, lo asumen, lo proclaman, y ya está. El centro-izquierda, impulsado por el viento de la historia, imagina que no tiene que demostrar nada a nadie. Lo malo es que hay gente que se lo cree. Al centro-derecha, sin embargo, se le exige -desde esos mismos medios arrimados al progreso ineluctable de la historia- que demuestre constantemente que respeta a la ciudadanía, que es demócrata, que no es golpista, etc. En EEUU las cosas son de otro modo: los "think tanks" de centro-derecha llevan relativa ventaja en el manejo interesado de las palabras y frases políticas y mediáticas.
- ¿Cómo ve la situación, en este sentido, en España?
Desequilibrada, por el momento. En casi todos los sentidos de la palabra.
- ¿No nota una sensación de especial enconamiento?
Cierto que se nota, y produce vergüenza ajena: la política y los medios no tiene por qué ser un juego "win-lose", en el que para que uno gane, otro tiene que perder. Eso no es así, si se trata de política genuina y de auténticos medios de comunicación, y no de conjuras circunstanciales de unas cuantas pandillas de astutos, aprovechados o jugadores de ventaja. La política y los medios son (o deberían ser) juegos "win-win", en los que ganan todos los que participan.
- Pero ahora, además, el mercado empeora las cosas: los medios están orientados por una ideología mercantil. Pero sin mercado no hay competencia: ¿Cómo se salvaguarda el pluralismo?
La sociedad no es de suyo un mercado. En toda sociedad que se precie, además del mercado como lugar de compraventa, hay sitio para el parlamento, y para el estadio y para el templo, y para el teatro. Y hay competencia en todos esos campos. Reducirlo todo a mercancía, dinero y compraventa es desnaturalizar la vida social.
- En cualquier caso, ¿cómo se puede desplazar el interés económico del primer plano?
Colocando ese interés en el lugar que le corresponde, que desde luego no es ni el primero ni el segundo, dentro de una sociedad que se dice "del conocimiento", y "sin fronteras".
- Y una vez que se consiguiera, ¿qué ponemos en su lugar? ¿Qué es el bien público? ¿Cómo decidimos los valores que deben articularlo?
Dicho en pocas palabras, buscar y luchar por la "vida buena", digna de las personas (de todas, sin excepciones de fronteras raciales, ideológicas, económicas, religiosas, etc.), en vez de la cómoda y egoísta búsqueda de darse la "buena vida". Y eso tiene que ver con los estilos de vida y los personajes que se ofrecen como admirables y envidiables (en España, la envidia cuenta mucho) en los medios, sobre todo la televisión. No se puede olvidar que el "gossip" equilibrado es también una necesidad social.
- ¿Qué puede hacer un periodista de a pie al respecto?
Conspirar con el empresario de su medio, para que éste sea un profesional de la comunicación, y no un simple empresario a secas. Hoy de la comunicación, por la cercanía que proporciona al poder político, y mañana de los frigoríficos o de la construcción. Las profesiones de comunicación tienen entre manos un saber propio, acerca de la identidad de las personas, que equivale a otros saberes específicos, como los que tienen los profesionales del derecho, del mercado, de la salud, o de la ingeniería. Si no es bueno poner la salud en manos de un ingeniero, tampoco para saber de la propia identidad se acude a un mercader.
- ¿Qué papel pueden cumplir los nuevos medios: Internet, etc.?
En Internet, dicho en general, hay y habrá de todo, ya sea en su versión 2.0, o en la 3.0 que llega. Pero es un lugar perfecto para la conspiración social, para la difícil búsqueda del bien común y de la verdad. Decía Machado: "¿Tu verdad? No, la verdad, y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela"... Internet permite dialogar desde la condición de persona y de ciudadano. Falta que algunos mirones dejen de serlo y participen en el juego de la comunicación cívica, seguros de salir ganando.
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