Manuel Martín Ferrand, galaico observador de la vida misma, ha publicado hoy una sabrosa columna, hablando sobre el lenguaje de los políticos.
No tiene desperdicio la concisión de la columna completa, en Estrella Digital, El implacable Zapatero. Valga como simple muestra:
(...) María Teresa Fernández de la Vega, la mantis religiosa del insectario monclovita, acaba de decirle a La Vanguardia que “los españoles quieren unidad ante ETA”. ¿La quieren ahora y no la demandaban antes, cuando Zapatero rompió, con escarnio y prepotencia, el Pacto Antiterrorista que él mismo, en sus días de oposición, le sugirió al PP? No contenta con su sectario diagnóstico social, añade la vicepresidenta que habla bajito: “Espero que Rajoy esta vez no defraude”. ¿A quién?
La sutil censura de la vicepresidenta supera la previa que instaló el franquismo. Es previa a la previa y, además de anfibológica, utiliza un lenguaje más propio de una madama que de un estilista de la política. Hay mucho de feminismo agresivo y excluyente en esa “defraudación” que De la Vega presiente en Rajoy y sospecha y teme en su anunciada nueva visita al presidente del Gobierno.
Para que tengamos más claro el asunto, en ese sospechoso experimento de censura anterior a los hechos y a los dichos, el mismísimo Zapatero, el hombre que piensa como su abuelo y actúa como uno de los nietos que todavía no está en edad de merecer, ya nos ha dicho que será “implacable” ante la amenaza del terror. ¿Lo será a partir de ahora?, ¿por qué no lo fue antes?, ¿quizás pensaba, en la hipótesis de la disposición etarra para el diálogo, que su amenaza resultaba irrelevante? (...)
Yo no hubiera hablado del "in-sectario", pero entiendo que el juego de palabras es muy tentador. Y no digamos, ya puestos, la "religiosa" mantis. Cosas de la escritura rápida.
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