No es fácil del todo ser buena persona, porque para serlo -entre otras minucias- hay que actuar en conciencia, y no siempre tenemos la conciencia a mano y bien preparada para discernir y para decidirnos a una u otra cosa.
Tampoco es fácil ser buen ciudadano. Pero es algo más sencillo, porque -entre otras cosas- eso depende de lo buena persona que se sea.
Sócrates, ya entonces, planteaba con acierto que la pregunta relevante es "¿cómo se debe vivir?", según la dignidad personal añadirá muchos siglos después Robert Spaemann. Pregunta que en cualquier caso -ayer y hoy- va por delante de asuntos más propios de la condición ciudadana como "¿cuál es mi deber?" o "¿qué puedo o debo hacer?" en estas circunstancias.
En todo caso, las cosas no son al revés. No se llega a ser buena persona siendo sencillamente buen ciudadano. Quizá esta simplificación necesita matices, y puede parecer un simple juego de palabras, pero está claro que en cuestión de identidad, lo radicalmente importante es ser un "quién", un "alguien" (una persona), y algo no tan rotundamente radical es ser un "qué", un "algo" (en este caso, un ciudadano).
El sentido de la existencia humana no se reduce a una ciudadanía. Como decía un viejo amigo filósofo, "los humanos necesitamos saber quienes somos para poder serlo". Hace falta disponer de un sentido y un contexto y un horizonte para la vida, más allá de las circunstancias políticas de hecho en que uno se encuentra viviendo.
Desde aquí se entienden bien estas actuaciones de rechazo, por parte de una estudiante de 16 años, y de un matrimonio con cuatro niños, potenciales futuros estudiantes de eso llamado "Educación para la ciudadanía". [Ver en Scriptor, Rechazo de la asignatura "Educación para la Ciudadanía" o La "Educación para la ciudadanía", chanchullo ideológico del gobierno español.]
Objeción temprana
Por esto, es digno de ser recibido con un especial saludo el razonamiento de Blanca Díez (joven "menor" de 16 años, alumna de Primero de Bachillerato) y también el de su madre, Margarita Ponce, ante la estupidez del divulgador filosófico José Antonio Marina, ahora pedagogo y apóstol de Educación para la Ciudadanía (y, casualmente, autor de un "manual" de EPC), que ha cuestionado la "capacidad jurídica" de Blanca Díez para declararse objetora a la asignatura. Dijo Blanca:
"Me presenté al director y a la jefa de Estudios y les dije que me niego a tener que leer libros como los que recomienda el Ministerio. Para empezar, tengo tres sobrinos, uno de ellos de cinco años. Me los imaginé leyendo cosas como Ali Babá y los 40 maricones cuando estén en Primaria o en la ESO, y decidí que tengo que hacer lo que esté en mi mano para evitarlo. Por eso, me he hecho objetora". (Ver más)
José Antonio Marina defiende su libro de EPC y dice, hablando a los periodistas, que:
no existe motivo para plantear la objeción de conciencia en la asignatura de Educación a la Ciudadanía y los Derechos Humanos. Insistió en que al ser una asignatura obligatoria, los jóvenes que no acudan a sus clases suspenderán la materia y, por tanto, no podrán obtener el título de Educación Secundaria, así como los colegios concertados podrían perder el concierto si no la imparten.
Es más que probable que Blanca -además de dejar ver que es buena ciudadana- sea una buena persona. Es "alguien" que se ha tomado en serio a sí misma. Lo mismo entiendo que sucede con su madre, Margarita Ponce, que no solo apoya a su hija, sino que colabora en la inciativa de movilización cívica Observatorio para la Objeción de Conciencia, ahora contra la asignatura de Educación para la Ciudadanía. Dice Margarita a José Antonio Marina y los promotores de esta peculiar "Educación para la Ciudadanía":
(...) Mi hija, leyendo los manuales publicados, imaginó a sus primos y sobrinos con semejante tratado en las manos y se horrorizó. Porque Blanca ha sido educada en valores, pero los de verdad: esfuerzo, honestidad, respeto por el otro, sacrificio y una moral que, por lo que veo, a algunos les falta.
Mi hija, ésa de la que usted dice que no tiene capacidad jurídica para declararse objetora de conciencia, si tuviera la mala fortuna de cometer un error algún día, tendría derecho a presentarse en un centro de salud y pedir la píldora el día después y se la darían sin que ni siquiera yo me enterara. ¿Me puede usted explicar, Sr. Marina, qué incapacidad jurídica es ésa para unas cosas y la otra “capacidad” para otras?.
Seamos serios. Ésa asignatura no es, en mi opinión, un medio para educar en nada sino claramente perversión de menores (...)
Una y otra, junto a muchos más, resulta ser "alguienes" que no están conforme con ser reducidos a ser un "algo" meramente ciudadano.
Objeción preventiva
Quizá por la misma razón (informa Profesionales por la Ética) José Luis Marín Moreno y Toñi Ortiz Martinez, padres de cuatro hijos y residentes en Cieza (Murcia), han presentado escrito de objeción de conciencia frente a la asignatura Educación para la Ciudadanía. Se han personado como "quienes" que no quieren ser reducidos a "qués".
José Luis, que es profesor de Filosofía, ha explicado el motivo de su objeción frente a esta asignatura, aunque no les afecte de inmediato:
"En la materia Educación para la Ciudadanía subyace una ideología muy concreta, una concepción del ser humano y de la vida que conduce al aniquilamiento de la persona. Y no quiero que mis hijos sean educados obligatoriamente en esta ideología (...)
El hecho de que esta asignatura no nos afecte a nosotros el próximo curso no nos exime del problema; sobre todo cuando hay muchos padres de otras comunidades autónomas que van a verse afectados en septiembre. Ahora es el momento de que los padres presenten objeciones en toda España. Es una cuestión de solidaridad".
Lo dicho: el sentido de la existencia humana no se reduce a una ciudadanía. Y como "los humanos necesitamos saber quienes somos para poder serlo", mejor que las familias y no el Estado ayuden a las personas a serlo, y tanbién a ser ciudadanos. De primera categoría, no simpáticos borreguillos.
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Actualización (14 Junio 2007): Ayer publiqué sobre este mismo asunto, aquí: Objeción de conciencia ante Educación para Ciudadanía: aumentan los objetores y también las amenazas gubernamentales.
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Actualización (08 Junio 2007): interesante talante el que se refleja en esta noticia de Periodista Digital: La Consejería de Educación de Castilla-La Mancha intenta asustar a los padres:
"(...) Castilla-La Mancha ordena a las direcciones de centros educativos recibir los formularios de objeción de conciencia que se presenten y trasladarlos a la Delegación Provincial. Asimismo, insta a advertir a los padres que si el alumno no cursa la materia Educación para la Ciudadanía, no podrá ser evaluado y, por tanto, no promocionará de curso ni obtendrá la titulación correspondiente.
Para Jaime Urcelay, presidente de PROFESIONALES POR LA ÉTICA, «la nota de la Delegación Provincial de la Consejería de Educación de Castilla-La Mancha evidencia una total falta de sensibilidad de la Administración educativa ante un problema real de millares de padres de familia, es claramente inaceptable desde el punto de vista legal. Esta nota pretende negar a los ciudadanos un derecho constitucional como es la objeción de conciencia, amparado por el art. 16 de la Constitución Española y reconocido en diferentes sentencias por el Tribunal Constitucional» (...).
No he leído el post, pero creo que esta noticia puede serle de utilidad.
"Educación recomienda enseñar que en España se torturó a ETA hasta 1997"
http://www.libertaddigital.com/noticias/noticia_1276307235.html
Tengo la asquerosa sensación de que alguien quiere modelar la cabeza de la gente como si fuese plastilina.
Publicado por: Rafael | 08 junio 2007 en 02:14 a.m.
Tras leer el post, no me hace gracia que el gobierno nos lleve por huertos por los que no tiene derecho.
No es bueno que el estado juegue a ser Dios. Pero peor sería que esa asignatura tenga encaje dentro de un plan calculado y más amplio. Sería pésimo y escandaloso.
Publicado por: Rafael | 08 junio 2007 en 02:44 a.m.
Rafael,
muchas gracias por los dos comentarios.
Entiendo que, si uno no se deja, y no deja que se haga con quienes dependen de uno, se descubre que la cabeza de la gente, por lo común, no es de plastilina, aunque a veces haya algo de serrín.
Entiendo también que respecto a planes calculados y demás, es bien posible que los haya, incluso por necesidad: sin caer en mucha "dietrología" ni demasiadas "conjuras", porque en política la "oportunidad", desde luego hay que pensar que -dada la frenética actividad pública de los políticos, convertidos en "figuras" que a veces parecen marionetas- alguien tiene que pensar y escribir los guiones de las historias en las que entran o no entran y los diálogos ("soundbytes", más bien) que ahí pronuncian.
Basta que haya otras personas, con otras ideas y planteamientos, que tengan capacidad de escribir otros guiones y diálogos, es decir, sepan plantear otros planes (otra "agenda") y hagan otros cálculos (otros "frames"), más adecuados a la libertad y la dignidad de las gentes, y desde luego -lejos de quedarse en asunto de queja y comentario en tertulia de café- se propongan ponerlos en práctica en la vida ciudadana. Eso es la noble actividad cívica de la política, asunto que requiere, además de salud, dinero y amor (como dice la canción), tiempo y dedicación. Sin olvidar invertir en papel y mundo digital, es decir, en medios de comunicación que hagan amables esas "figuras" que entran en determinadas "historias", en las que "dicen" unas u otras cosas.
Un cordial saludo.
Publicado por: JJG Noblejas | 08 junio 2007 en 09:43 a.m.
Hola Juan José,
gracias por tu dedicación con este blog. No dejo de aprender cosas leyéndolo.
Al respecto de EpC creo que se está haciendo un flaco favor a la verdad. Se ha exagerago tremendamente el tema y la CEE está quemando todos sus cartuchos en algo sin importancia. La gente, no sólo la de a pie, sino periodistas y educadores creen que el currículum de la asignatura es incompatible con la fe cristiana. Muchos medios se pasan el día recordándonos lo de 'Alí Babá y los...', (por eso me dio pena verlo aquí también), y eso no es más que un hecho aislado en un contexto muy concreto y ultrapolitizado.
Tengo la continua sensación de que en la iglesia española se está perdiendo la libertad evangélica, que se lucha más contra la política de Zapatero que por evangelizar. Es un juicio duro, pero al ver la virulencia del debate y el tono personal con que algunos se lo están tomando pues da que pensar.
Yo soy profesor de religión, seguramente imparta EpC, tengo ya el libro, y me parece estupendo su contenido. Claro, insuficiente para formar personas, para eso hay más asignaturas como Religión, Filosofía, Ética, y ofertas de crecimiento en la fe y como persona (al menos en mi centro). Pero esta asignatura viene a completar un vacío en la educación.
Creo que en los centros católicos se puede coordinar perfectamente con el resto de asignaturas de Humanidades para llegar a formar el perfil que deseamos para el alumno.
Gracias por soportar la lectura de mi comentario.
Saludos
Publicado por: Daniel Pajuelo Vázquez | 11 junio 2007 en 10:26 a.m.
Muchas gracias, Daniel, por el comentario. He de decir que no sigo de cerca lo que aparece en la prensa española sobre esta asignatura obligatoria de EPC. Por tanto, tampoco sé bien qué cartuchos quema la CEE al respecto.
Personalmente este asunto me produce algo parecido a lo que -en su momento, hace ya tiempo- me produjo el tener que examinarme de "Formación del Espíritu Nacional" al hacer las entonces llamadas reválidas del Bachillerato. Algo que -según veo al buscar en google- ocurre a otros también, ">http://www.forumlibertas.com/frontend/forumlibertas/noticia.php?id_noticia=3010&id_seccion=5"> como Josep Miró i Ardèvol. Ya sé que quizá la comparación de esta EPC con aquella FEN puede parecer una exageración, porque entonces estaba vigente (digámoslo con el maniqueísmo al uso) el maldito franquismo, y ahora está la bendita democracia, ahora administrada por manos socialistas... Seguro que Zapatero y su equipo son demócratas y llenos de buenas intenciones para el bien común, pero -por lo que se deja ver- no dejan de tener al tiempo, algo más de un gen de mentalidad totalitaria en su genoma de equipo de gobierno. Y lo que me repugna es precisamente esa mentalidad, aunque aparezca vestida con guante de seda democrática.
Decía que hace tiempo tuve que examinarme de FEN. Sólo examinarme, porque, por fortuna, la enseñanza de esa materia brilló siempre por su ausencia. No hubo nada que pudiera ser considerado ni de lejos 'lavado de cerebro' y por lo común, se dejó al buen albur de cada uno decir lo que quisiera en los exámenes escritos. Probablemente, nadie los corregía. En cualquier caso, no había en aquellas circunstancias ningún "ensañamiento pedagógico" al respecto.
Digo que algo semejante a esto de la FEN sucede con el planteamiento de la EPC, pero con la diferencia de ver un algo de aquel "furor pedagógico" entonces inexistente. Algo semejante hay, desde luego, porque esta materia -si no me equivoco- se plantea, según parece, como obligatoria, y con problemas de avance en los estudios si ni se cursa o se aprueba, según amenazas que surgen por un lado u otro (JA Marina, la Consejería de Educación de Castilla-La Mancha, etc.). Pero, además de lo dicho, este asunto es a la vez algo no tan semejante, por algunas razones, dichas así de pronto.
La primera, porque todo el mundo sabía que aquello de la FEN no era una materia "seria", ni importante, ni digna de estudiarse: era, junto a "religión" y "deporte", la tercera asignatura "maría", la más "maría" de las tres "marías". Parecía más bien -como la gimnasia o el "deporte"- un modo pacífico de colocar y remunerar con un pobre sobresueldo como profesores a algunos franquistas con tiempo de servicio genérico a la causa, y quizá en paro laboral.
La segunda, porque -insisto- era una asignatura con pública patente de asunto marginal: era algo al margen del genuino curriculum. Nadie perdía curso o cosa semejante por no examinarse, y lo normal era el consabido "aprobado general", etc.
La tercera, porque era claro que se trataba de "infundir" en los estudiantes el "espíritu nacional" vigente en la cabeza de los gobernates. Pero se trataba de una infusión que venía muy desvaída, debido al matiz de las dos razones previas.
Con la EPC, pienso que hoy está en juego un asunto que no se presenta como "marginal" a ojos de nadie. Y -curiosamente- se presenta como carente de cualquier apariencia de pretensión de "infundir", orientar o -en román paladino- marcar o manipular la mentalidad de los estudiantes. Y si a algunos nos lo parece, resulta que -desde el Ministerio, o desde JA Marina y demás, etc.- llegan voces oficales y oficiosas que dicen que la "marca" que se trata de poner en los estudiantes es 100% natural, limpia, buena, o -si no es buena- en cualquier caso inocua. Nunca nada de naturaleza problemática, forzada, o sin más (lo digo para termiar sin alargar más estas líneas a vuelapluma) orientada hacia la promoción de un tipo de "ciudadanía" en la que la tolerancia se confunde con el relativismo, y el bien común termina dependiendo de la mano oculta o mejor, "invisible", como diría Adam Smith, que sacará bienes comunes de los egoísmos individuales fomentados en la cidadanía de la colmena social.
No, gracias. Ese ciudadanismo de raices racionalistas ni es republicanismo ni liberalismo, porque de entrada eso no es una práctica cívica.
Si se toma en consideración los alcances de la "verdad práctica" filosófica, cabe entender la coexistencia de una pluralidad de doctrinas "verdaderas" incompatibles entre sí. Esta postura supone una apuesta que va más allá del pluralismo de doctrinas (religiosas, filosóficas y morales) meramente "razonables", incompatibles entre sí, tal como lo presenta el liberalismo político de John Rawls.
Hay muchas razones para no aceptar sin más la legitimidad de una EPC que va mucho más allá de lo que pudiera ser considerado un manual de "buenos modales" ciudadanos. Porque si se trata de "la" única educación ciudadana disponible, de entrada presenta visos de absoluto y necesario, visos muy poco prácticos y decidibles, desde un punto de vista cívico y político, sea de corte republicano o de corte liberal.
Sin hacer aquí un largo recurso a la filosofía práctica, y sin por eso hacer tampoco la menor concesión al escepticismo, tiendo a pensar como lo ha hecho un renovador de la filosofía práctica como es Fernando Inciarte, cuando dice que “la inextricabilidad de verdad y no-verdad (a no ser que se tratara de una fe verdadera, pero entonces ya no sería verdad humana), esa inextricabilidad no es una carta blanca para no seguir buscando la verdad; es más bien, al contrario, el mayor acicate para seguir buscándola; para no tumbarse sobre falsos laureles; para no dejarse llevar por el peor de los vicios, por la pereza del corazón”.
Por eso, por ejemplo, encontramos que también advierte Lourdes">http://www.arvo.net/pdf/Fernando%20Inciarte%20de%20oficio%20fil%C3%B3sofo(2).htm">Lourdes Flamarique al hablar del pensamiento de Fernando Inciarte, que, frente a la concepción moderna y abstracta de la razón, Inciarte propone la recta ratio, una razón corregida, vital. Esta —y no la razón sin más— es responsable de nuestras acciones logradas porque decidir sobre el bien es decidirse prácticamente por el bien; supone en definitiva retrotraer la pregunta por el bien —de suyo inútil y vacía— a la pregunta por el modo adecuado de decidirnos, “porque sólo el que se decide deliberadamente, sin dejarse llevar por los vientos de la opinión, de la costumbre, del placer, etc., etc., es capaz de dar con el bien, sea éste el que sea”.
Dice también Fernando Inciarte que tampoco cabe pensar que nuestros conceptos constituyen la realidad según una especie de constructivismo conceptual. “El republicanismo como constante histórica no es ni una realidad de por sí, ni es una vaga serie de rasgos de familia unidos sólo por el uso correcto de una palabra. Ni en realidad se reduce a una sola interpretación, ni sus múltiples interpretaciones posibles son plenamente definibles o aceptables; pero tampoco depende de convenciones pragmáticas el aceptarlas o rechazarlas, y su margen de variabilidad, por más que sean indefinibles, no es ilimitado, puesto que también la realidad histórica se ha formado con anterioridad a nuestras teorías sobre ella. El concepto no miente, pero no es más que una abstracción, no una copia fiel de la realidad, cosa imposible. De ahí la necesidad de una continua investigación y reflexión también sobre las realidades históricas. Porque aunque ya hayan pasado, nunca pueden conocerse de una vez”.
Dicho de otra manera, que quizá pueda parecer a alguno "confesional", por tomar palabras de Juan Pablo II, sucede que sin una verdad trascendente, triunfa siempre sin más la fuerza del poder, utilizado en todas sus virtualidades para hacer prevalecer los propios intereses u opiniones, sin ningún respeto real por nada ni -sobre todo- por nadie. "El totalitarismo nace de la negación de la verdad en sentido objetivo. Si no existe una verdad trascendente -afirma Juan Pablo II, una de las escasas autoridades públicamente reconocidas en este asunto-, triunfa la fuerza del poder, y cada uno tiende a utilizar hasta el extremo los medios de que dispone para imponer su propio interés o la propia opinión sin respetar los derechos de los demás" (Centesimus annus, nº 44). Y en otro lugar añade: "el derecho al respeto de la conciencia en su camino hacia la verdad es sentido cada vez más como fundamento de los derechos de la persona, considerados en su conjunto. De este modo, el sentido más profundo de la dignidad de la persona humana y de su unicidad, así como el respeto debido al camino de la conciencia, es ciertamente una adquisición positiva de la cultura moderna" (Veritatis splendor, nº 31).
Seguir hablando de la conciencia y su formación sería demasiado. Gracias por soportar estos párrafos en pro de la verdad y la libertad, ante los básicos problemas que vienen con el relativismo proclamado como materia de obligatorio estudio y -esperemos que no lo sea- obligado cumplimiento, una vez integrado como si fuera el mínimo común denominador vital.
Ánimo, Daniel, con la asignatura, porque -por lo leído sobre ella- me da la impresión de que no está pensada como si fuera simplemente una visión más, discutible y razonable, junto a otras posibles visiones alternativas del ser humano, algo que los alumnos pudieran o tuvieran que contrastar por sí mismos, dentro de la misma asignatura (sin tener que poner juntos a discutir ante los alumnos a los profesores de EPC, religión, ética, o estética...). La impresión es que con la EPC y sus manuales, casi todas las cosas que atañen a la conciencia ya vienen dadas por contrastadas y bien contrastadas, y se presentan como atadas y bien atadas, sin libre discusión razonada.
La trascendencia real no es algo que sólo pertenece al ámbito privado, individual, como plantea la mentalidad laicista y quiere imponer la política de igual signo. Tiene -como tenemos todas las personas- presencia y relevancia pública.
Publicado por: JJG Noblejas | 11 junio 2007 en 12:44 p.m.