Es lógico y saludable, en una situación cívica realmente democrática, que haya sectores de la sociedad -y a veces, incluso, sectores mayoritarios- que disientan activamente de las pretensiones de su gobierno y su parlamento.
Lo está poniendo de manifiesto la constante y creciente aparición de rechazos y desacuerdos explícitos con la normativa acerca de la peculiar versión del gobierno Zapatero de la "educación para la ciudadanía".
Algo que -en sí mismo, y según lo planteado por el Consejo de Europa- no tiene sentido rechazar a priori. Pero también algo que -en su traducción: más bien en la peculiar versión hecha en España- está haciendo sonar numerosas y justificadas alarmas. Porque se trata de una versión de la "Educación para la Ciudadanía" más bien torticera (Drae: "injusta, o que no se arregla a las leyes o a la razón").
Lo deja ver muy bien el profesor Jorge Otaduy, en el artículo publicado ayer en ABC: El pecado original de la educación para la ciudadanía. Tras unas acertadas precisiones acerca de la democracia, y de la inflexibilidad ministerial, hace ver que -a pesar de que se hayan presuntamente "rebajado" algunas posiciones-, siguen estando ahí las
"referencias más chirriantes a cuestiones con implicaciones morales inmediatas, como los tipos de familia, la dimensión humana de la sexualidad, la valoración crítica de la división social y sexual del trabajo y de los prejuicios sexistas".
Entre otras cosas, dice a continuación el artículo (Las cursivas y negritas son mías. Destacan algunos puntos clave en esta razonable perspectiva sobre la discutible y discutida "Educación para la Ciudadanía"):
"(...) Me parece injusto tachar de pusilánimes, alarmistas o de paradójicos colectivos anti-sistema a quienes alzan su voz manifestando la considerable incomodidad que les produce la perspectiva de la nueva asignatura. ¿Sobre qué fundamentos se harán descansar los valores constitucionales objeto de ilustración? ¿Cuál será el enfoque con el que los grandes dilemas éticos serán afrontados? ¿Qué tipo de educación afectivo-emocional inspirará la tarea formativa? ¿Qué idea de libertad subyace en los programas?
No es fácil quitarse de la cabeza que el Gobierno que ha pergeñado la disciplina es el impulsor de una legislación social -aprobada por mayorías parlamentarias a veces exiguas- que ha arrollado sin grandes miramientos convicciones y sensibilidades de millones de ciudadanos, en materias como el matrimonio o la protección de la vida humana. (...)
"El Gobierno pretende jugar la carta europea. El Consejo de Europa aprobó en 2002 una recomendación según la cual la educación para la ciudadanía democrática debe ocupar un lugar prioritario en la reforma y ejecución de las políticas educativas. La lectura del documento europeo permite calibrar la notable diferencia de fondo y de forma respecto de los textos españoles.
Lo que preocupa al Consejo de Europa es la apatía política y civil y la falta de confianza en las instituciones democráticas, la corrupción, el racismo, la xenofobia, el nacionalismo violento, la intolerancia ante las minorías, la discriminación y la exclusión social, elementos que representan todos ellos una importante amenaza a la seguridad, estabilidad y crecimiento de las sociedades democráticas. Las referencias a fundamentos ético-morales brillan por su ausencia y el mundo afectivo-emocional no aparece mencionado entre los objetivos de la educación para la ciudadanía democrática.
Por otra parte, no parece que la responsabilidad de transmisión de las mencionadas competencias a los ciudadanos haya de reposar, poco menos que en exclusiva, sobre el sistema educativo. La educación para la ciudadanía democrática es tarea de toda la sociedad y en especial, precisa el Consejo de Europa, de la familia. La búsqueda del pasaje paralelo en los textos españoles resulta infructuosa.
"El maquillaje de última hora ha disimulado los defectos más vistosos, pero no ha transformado la naturaleza de la disciplina. La actual educación para la ciudadanía no puede ocultar que es hija de un poder adornado con ribetes de laicismo, que tiende a una interpretación exclusivista y autoritaria del «mínimo común ético constitucionalmente consagrado», en lugar de reconocer los derechos de libertad ideológica y religiosa de las personas y favorecer su libre ejercicio.
No es inocente que la propia LOE advierta que los contenidos de la asignatura no pueden considerarse sustitutorios de la enseñanza religiosa. El legislador respira por la herida; parece comprender que una lectura sin prejuicios puede razonablemente conducir a la conclusión de que el sentido de la educación para la ciudadanía es contribuir a establecer, con patrocinio estatal, un código ético alternativo o a crear una nueva conciencia social, mejor acomodada a la realidad legal.
"La educación para la ciudadanía es una hermosa criatura, pero, en España, ha venido al mundo con pecado original."
En efecto: entender la crítica y el rechazo social ante una medida gubernamental como algo injusto y dañino para la vida cívica democrática tiende a recordar demasiado otros procederes, peculiarmente "democráticos". Sin ir más lejos, como los del gobierno del presidente Chávez y su respeto por la libertad de información en Venezuela.
En el sentido de esta anotación, es también recomendable leer lo publicado por Aceprensa: La Educación para la Ciudadanía, asignatura discutida. Organizaciones familiares promueven la objeción de conciencia frente a la asignatura.
Y puede resultar de interés la documentación contenida en las diversas secciones del website del Observatorio para la Objeción de Conciencia.
Otras anotaciones en Scriptor.org sobre la "Educación para la Ciudadanía":
• Objeción de conciencia ante Educación para Ciudadanía: aumentan los objetores y también las amenazas gubernamentales.
• Personas y ciudadanos: ser "alguien" antes de ser "algo": objetores contra la "Educación para la Ciudadanía" [+ Actualiz.]
• Familia presenta escrito de objeción de conciencia frente a la "Educación para la Ciudadanía".
• La "Educación para la ciudadanía", chanchullo ideológico del gobierno español.
• Rechazo de la asignatura "Educación para la Ciudadanía".
Recibo ahora mismo (como casi todos los días, desde hace semanas, y desde Profesionales por la Ética), una información según la que -ayer, esta vez- La Asamblea de la Asociación de Padres y Madres de Alumnos del Instituto de Educación Secundaria "Javier de Uriarte", de El Puerto de Santa María, ha aprobado por unanimidad mandar un escrito (adjunto para descargar) a la Dirección del Colegio en el que se exponen las razones por las que los padres del Instituto se oponen a la asignatura EDUCACION PARA LA CIUDADANIA en los términos previstos en el decreto de enseñanzas mínimas del Ministerio de Educación.
Los padres solicitan, además, que se respete el derecho a la Objeción de Conciencia de los padres ofreciendo a los alumnos una actividad alternativa y evitando ningún tipo de represalias hacia los alumnos.
Todo un ejemplar ejercicio de civismo democrático.
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