Da vergüenza leer hoy en el diario El País (celebrado estos días de duelo por la muerte de su editor Polanco, como "el periódico de la libertad"), un titular en el que se lee que el presidente dice que aplicará la asignatura de Educación para la Ciudadanía en todo el país. Viva la libertad!
Y así, Zapatero advierte (amenaza, sería más la palabra más ajustada) al PP y a la Iglesia de que "ninguna fe puede oponerse a la ley". Y el diario El País celebra, con alegría apenas contenida, lo dicho por ZP, al redactar una "noticia", que más bien parece una "apología del jefe", al estilo chavista que ahora se lleva en Venezuela. Más de uno piensa que Polanco -descanse en paz- fue, sobre todo, o bien El hombre que hizo de la libertad un negocio, o bien el editor del poder. En este sentido concreto, hoy dice así El País:
Doble aviso: a la jerarquía eclesiástica y al PP. El Gobierno hará cumplir la ley, porque "ninguna fe puede oponerse a la soberanía popular, que reside en el Parlamento, ni a las leyes que de la misma dimanan". Ésta es la forma que ayer tuvo José Luis Rodríguez Zapatero de advertir a la Iglesia católica y a la dirección del PP de la inutilidad práctica de que traten de boicotear la asignatura de Educación para la Ciudadanía. Tampoco cabe la objeción de conciencia cuando se trata de extender "la Constitución y sus valores". La asignatura "se aplicará en toda España", subrayó.
Es lamentable tener que repetir que el presidente del gobierno español, Rodríguez Zapatero, se equivoque de nuevo en pretender imponer a la ciudadanía -por la buenas o por las malas (parece que más bien por las malas, poco educadamente, a partir de ahora)- la Educación para la Ciudadanía.
O bien está dejando de ser un político (democrático, se entiende; no del modelo Chávez), o bien se la ha subido La Moncloa a la cabeza antes de tiempo (cosa que suele suceder en el segundo mandato de los presidentes), o bien ha asumido definitivamente el papel profético y salvífico que piensa la historia le ha deparado... y se dispone a proclamar la fe en la ley que él dicta como la única religión posible bajo su égida...
En cualquier caso, como bien advierte Alejandro Llano, a falta de proyectos de justicia social,
la ideología socialista recurre a la manipulación del sexo, a la erosión de la familia, a un retorcimiento del significado de las relaciones sociales. ¿Qué tienen que decir al respecto el PP o Unió Democrática de Catalunya? Y, sobre todo, ¿hasta dónde llegará la paciencia y el conformismo de los ciudadanos españoles?
Estimado conciudadano Rodriguez Zapatero: está usted -de nuevo- confundiendo las cosas, e intentando incluir a los demás como prosélitos en su confusión, por aquello de la igualdad de oportunidades para todos y para todas.
Las personas no se identifican con los ciudadanos.
Las personas se rigen por su conciencia, no por las leyes del ejecutivo-legislativo.
Las personas tienen o dejan de tener fe, en su conciencia. Y si la tienen y la viven, es posible que eso les haga chocar con el ambiente legislativo en que les toca vivir -en un momento y lugar concreto- como ciudadanos de una nación, país, o como quiera llamarse.
Eso ha pasado, por poner un poner reciente y bien conocido, con muchas personas en la Unión Soviética y países satélites, hasta la caída del muro, y ha pasado (o pasa) en China. Regímenes totalitarios, en los que las personas han sido reducidas a ciudadanos bajo el exclusivo imperio de la ley. En esos lugares, la doctrina oficial dice que no tiene sentido la objeción de conciencia ante el bien que los que mandan proporcionan con sus leyes a los mandados.
Hay demasiados ejemplos de catacumbas, o de ghetos, que -no por casualidad- recuerdan a las persecuciones de los emperadores romanos. Ellos eran los dioses. Debían ser adorados como tales. Quienes no abjuraran de otros credos y se negaran a adorar al emperado (o cumplir sus leyes: es lo mismo), eran masacrados.
A esto es a lo que suena "ninguna fe puede oponerse a la ley". Ya lo siento por quienes -como Rodríguez Z.- así entienden hoy la soberanía popular: no hay personas que viven cívicamente según su conciencia; sólo hay ciudadanos directamente bajo la ley del ejecutivo-legislativo. Es decir, ahora, en España, bajo las leyes que emana la ideología socialista. Que no es identificable con la soberanía popular. Por eso tiene razón quien afirma que "la fe se propone, la fe no se impone". Y quien insiste en que 'el laicismo tampoco puede estar por encima de la ley'. Ni puede convertirse en una especie de pseudo-religión que se impone con burdas razones demagogicas como algo obligatorio.
Por eso existe, guste o no al señor Rodríguez Z., algo tan tradicionalmente razonable, cívico y democrático como es la objeción de conciencia.
Si en España deja de haberla, en este caso, como ha decretado el señor Rodríguez Z., es porque se trata de una materia que "enseña la Constitución y los valores que de ella nacen".
Señor Rodríguez Z., como todos sabemos -y entre otras cosas- hay un Tribunal Constitucional, porque los valores y las leyes no "nacen" automáticamente de la Constitución. Y además, cabe reformar la Constitución. Así que -si, como bien sabemos, la constitución no es "sagrada"- parece que lo "sagrado" es lo que diga el gobierno. Eso vuelve a ser el totalitarismo (vestido de rosa, si se quiere), pero totalitarismo a fin de cuentas.
Quienes no renunciamos a ser personas y a actuar en conciencia en el franquismo, tampoco vamos ahora a renunciar a hacerlo ahora en el zapaterismo.
Tiene razón Marina (autor citado por Rodrigez Z. en el Congreso, como autoridad en EpC) al decir ahora, así de repente, que la EpC "ha descarrilado" y "va a servir para muy poco" tras las objeciones.
Quizá por eso Rodrigez Z. quiere hacerla obligatoria, por las malas. Sin objeciones de conciencia, como los césares romanos.
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Actualización (27 Julio 2007): entre otros escritos sobre el particular, es recomendable leer a José Luis Restán, en Zapatero abre un debate de fondo sin saberlo y a José Francisco Serrano Oceja, en Los dogmas de Zapatero. Lo mismo, con lo firmado por Aceprensa, La objeción de conciencia a la Educación para la Ciudadanía no es resistencia civil, síntesis razonada del artículo Padres objetores, de José Gabaldón López, vicepresidente emérito del Tribunal Constitucional español.
Tampoco queda al margen del sesgo de la EpC lo que publica El Confidencial Digital: Logias de la masonería recomiendan a sus iniciados un libro sobre laicismo del formador de la Fundación Cives, que redactó el currículum de Educación para la Ciudadanía.
Es también de interés leer lo escrito por Josep-Ignasi Saranyana, Ciudadanía y educación, muy matizado en observar estas dos tendencias: "Por la complejidad del asunto y por ser España plural, tampoco la reacción de los distintos sectores católicos está siendo unánime ante la nueva asignatura de educación en ciudadanía, ni siquiera después de la nota episcopal. Unos han optado por la objeción de conciencia. Otros, quizá más pragmáticos, han preferido organizar la asignatura haciéndola compatible con el ideario de los centros educativos. Ambas opciones son lícitas, pues responden a esa legítima libertad social, sancionada por nuestra carta magna." (Cierto, aunque la segunda opción deja más bien desprotegido al católico -y al no católico- con hijos en centros públicos de enseñanza, en los que la EpC se explique según el "método Cives") Just in case...
Querido Juanjo, espero que tengas unos agradables y provechosos días escandinavos.
Gracias por tus palabras respecto a un comentario que has hecho sobre mi parecer en otro "post".
En relación con lo que expones, me encantará añadir un par de puntos:
1. Las palabras de Zetapé me traen a la memoria esa obraza literaria llamada "Antígona". Hay que obedecer las justas leyes de los dioses antes que seguir las leyes humanas.
2. El gran problema europeo estriba en el aburguesamiento adquirido. Somos un continente de "nuevos ricos" (clases medias recién acomodadas al mismo nivel que antes resultaba exclusivo).
Ayer coincidí en un club deportivo con quien parecía ser un juez del Supremo. Él charlaba con sus amigos en el vestuario y afirmaba que no estaba dispuesto a dictar sentencias que contradijeran al Gobierno, de modo que, si puede, evita formar parte de los tribunales encargados de "temas sensibles".
En este caso, da igual si este señor era o no juez. Podía ser administrativo o conductor de camiones. Lo relevante es que admitía en privado su nula capacidad o voluntad de mantener en vigor el Derecho, si el ambiente le resulta hostil. Entonces, ¿hay Derecho?
Para terminar, dejaré dos reflexiones sacadas de la cultura cristiana:
1. Santo Tomás Moro era tenido como Canciller honrado y cabal. Fue de los POCOS que se opuso al cisma de Enrique VIII. Y sin violencia. Con la ley en la mano.
2. En el Génesis se relata la destrucción de Sodoma y Gomorra. Para su salvación, sólo hacían falta diez justos. Diez personas decentes que mantuvieran sus principios en medio de una sociedad inmoral (¿aburguesada y relativista?). Pero no había ni diez justos.
Hasta cierto punto, podríamos afirmar que Zetapé hace lo que la sociedad le permite. Asimismo, los medios de comunicación emiten y publican toda la basura que al menos cierta parte de la sociedad está dispuesta a admitir.
Publicado por: José María | 23 julio 2007 en 12:53 p.m.
Muchas gracias, José María, por tu comentario. Y gracias por el recuerdo de Antígona, frente a la cortedad de miras de su tío Creonte. No es cuestión ahora de plantear dicotomías griegas trágicas, pues según Sófocles -tanto en la dignidad de Antígona como, y sobre todo, en la ceguera de Creonte- hay falta de moderación... Hoy, cuando sabemos más de la conciencia, gracias entre otros al Canciller Moro que mencionas, ni unos son como Antígona, ni otros son como Creonte.
Más bien andamos unos y otros en la órbita política que menciona Alejandro Llano y que tú mismo refieres: hasta cuando la ciudadanía hispana va a dejar de ser objeto de abuso por sus gobernantes?
Me temo que de momento, tenemos las medianías y tibiezas ciudadanas en asuntos de conciencia, promovidas y jaleadas por el cómodo relativismo de gobernantes inmorales, junto a manejadores de la opinión pública igualmente inmorales y sin conciencia (moral y ciudadana).
Espero -en mi ingenuidad, dirá más de uno- que asuntos como éste de la EpC resulten ser un despertador que alerte la conciencia cívica de tanto adormilado o atontado como parece circular por ahí.
Un cordial saludo, JJ
Publicado por: JJG Noblejas | 23 julio 2007 en 03:39 p.m.
Querido Juanjo, gracias por el notable matiz que resaltas de Antígona. Cierto.
Aprovecho para pasarte un par de enlaces "off topic" que, empero, no dejan de guardar cierta relación con el meollo de este tema.
http://www.laverdad.es/murcia/20070723/region/juez-murcia-dice-madre_200707231623.html
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_38515.html
Publicado por: José María | 24 julio 2007 en 12:23 a.m.
el periodico de la libertad...
Publicado por: Jordi M. Novas | 27 julio 2007 en 06:24 a.m.
Eh, sí, querido Jordi: el periódico de la libertad, y los periodistas y empresarios y políticos de la libertad... Ya se ve lo que pasa cuando se trata de una libertad que no es traída por la verdad... O si se la menciona, no suele estar por los hoy presuntos andurriales que decía Machado (más o menos): "tu verdad? No, la verdad. Y ven conmigo a buscarla. La tuya, guardatela"... Andurriales (drae: "Paraje extraviado o fuera de camino") en los que andar hoy en día (días de corrección política al dictado de medios y gobiernos) parece cosa de extraviados. En vez de personas cívicas, que entienden la democracia como un modo de dialogar en busca de la verdad, de donde proviene la genuina libertad... En fin, paciencia y barajar. Un cordial saludo.
Publicado por: JJG Noblejas | 28 julio 2007 en 10:14 a.m.