
Según recoge el diario Repubblica, en el rezo el Ángelus desde Castel Gandolfo, Benedicto XVI comentó así en el Evangelio del día, sintetizando la homilía que, momentos antes, había pronunciado en Velletri, diócesis cercana de la que fue cardenal titular y donde celebró hoy la Santa Misa.
"La logica del profitto, se prevalente, - ammonisce il Papa - incrementa la sproporzione tra poveri e ricchi, come pure un rovinoso sfruttamento del pianeta". "Quando invece - commenta - prevale la logica della condivisione e della solidarietà, è possibile correggere la rotta e orientarla verso uno sviluppo equo, per il bene comune di tutti". "In fondo - per il Papa - si tratta della decisione tra egoismo e amore, tra giustizia e disonestà, in definitiva tra Dio e Satana". (...)
Puede encontrarse una versión en castellano de la noticia en Zenit. Entre otros párrafos, no cabe duda del sentido que tiene -en términos de solidaridad y participación, en vez de seguir la mera lógica del beneficio- lo que dice:
La vida es siempre una elección –había recordado en la homilía precedente-: una elección entre honestidad o deshonestidad, entre fidelidad e infidelidad, entre egoísmo y altruismo, entre el bien y el mal.
Y también el hombre se enfrenta necesariamente a una «decisión fundamental» entre la lógica del beneficio «como criterio último» de su actuación y «la lógica de la solidaridad y de compartir», añadió.
Para un discernimiento adecuado, aclaró que «la lógica del beneficio, si prevalece, incrementa la desproporción entre ricos y pobres, así como a ruinosa explotación planeta»; la lógica de la solidaridad, si es predominante, lleva en cambio «a un desarrollo equitativo por el bien común», «el bien de todos».
En este contexto, «la vida del cristiano exige el valor de ir a contracorriente» --advirtió--; debe «rechazar enérgicamente» «la sed de ganancias, el desprecio de los pobres» y explotarles en beneficio propio. (...)
Por eso el Papa advirtió de los peligros del apegamiento desordenado al dinero, a los bienes materiales «y a todo lo que impida vivir en plenitud nuestra vocación de amar a Dios y a los hermanos».
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