Hace unos días leí lo escrito y meticulosamente descrito por mi amigo Juan Manuel De Prada (Vidas al desagüe), acerca de lo que sucede en las clínicas (!) abortistas. Quizá no estaba preparado. Por eso, no pondré ilustraciones de lo mencionado en esta anotación.
El caso es que al imaginar antes de pensar las nociones que las palabras decían, fue como si alguien hurgara en la profunda herida de la sensibilidad, abierta por palabras e imágenes de aberrantes hechos nazis. Ya sé que la comparación es odiosa, pero más odiosa es la realidad que la produce:
FORZABAN los partos inyectando a las embarazadas sustancias químicas que provocaban fortísimas contracciones en el útero; a los fetos de siete u ocho meses, les inyectaban calmantes para evitar que pataleasen y luego, apenas asomaban la cabeza, los decapitaban, o les introducían un catéter por la región occipital que les succionaba el cerebro. Para desprenderse de sus cadáveres, los introducían en una máquina trituradora que los reducía a papilla orgánica y los arrojaban al desagüe. La truculencia de los métodos empleados en esos mataderos barceloneses que, misteriosamente, la prensa insiste en llamar «clínicas» ha servido para que, siquiera durante unas horas o días, la opinión pública se estremezca de horror. Por supuesto, se trata de un estremecimiento hipócrita, el repeluzno momentáneo del monstruo que no soporta contemplar su monstruosidad reflejada en un espejo; pero basta dar la espalda al espejo para que el monstruo pueda seguir viviendo plácidamente. En apenas unos días, nuestra memoria selectiva habrá borrado la reminiscencia de tanto horror; y se seguirá abortando a mansalva, con idénticos o parecidos métodos, ante la indiferencia de los monstruos. (...)
Luego he topado con el artículo de Santiago Mata (Los instrumentos del Dr Morín), que describe con la detenida precisión de los folletos de equipos técnicos, las cualidades del triturador industrial utilizado en esos macabros menesteres de :
El modelo STR-2000 es un triturador industrial de gran utilidad en los lugares en que es necesario eliminar grandes cantidades de desperdicios en la alimentación”.
“En los mataderos, pescaderías, fábricas de conserva y mercados de todo tipo, se depositan grandes cantidades de residuos de materias orgánicas que producen malos olores y originan trabajo y preocupación de su transporte a los vertederos y medios de limpieza”.
“Con la instalación del triturador STR-2000 en cualquiera de estos casos, se consigue eliminar todos los desperdicios en el momento en que se producen, sin necesidad de envasarlos y transportarlo, consiguiendo de este modo un ahorro considerable de la mano de obra”. (...)
Ahorro aquí los detalles siguientes del uso de dos trituradores en sendas clínicas barcelonesas del doctor Carlos Morín.
Por último, recibo hoy de Bioética en la Red un largo informe (Del hilo de Ginemedex al ovillo del aborto: las claves de un gran entramado) en el que se exponen detalladamente las claves legales, políticas y económicas del sistema que acompaña este macabro asunto. Comienza así:
El caso del doctor Morín y Ginemedex no es un caso aislado, un suceso truculento particular de máquinas trituradoras y embarazadas inglesas, periodistas y cámaras ocultas. Tiene una lógica económica y política. Una lógica que vicia a capas de la administración, de la profesión médica y a parte de la justicia y la policía. Y, por supuesto, la prensa. (...)
Quien quiera razonar apelando, de modo tremendista y con apariencia de piedad, a los sentimientos de los demás para promover lastimeramente abortos, tendrá que dar cuenta también de los sentimientos que producen las palabras de estas informaciones, que ni siquiera se recogen aquí.
Sabiendo estas cosas, se entienden mejor los traumas -reales, profundos, dolorosos- de quienes abortaron. Y se entiende mejor aquello -bien conocido- que Jerôme Lejeune argumentó a Jacques Monod en un debate televisivo, y que viene también a la memoria y la imaginación por contraste con tanta inhumanidad bienpensante:
En la televisión francesa, el famoso investigador y defensor de la vida, Jerome Lejeune, le hizo al científico Jacques Monod la siguiente pregunta: “Un padre sifilítico y una madre tuberculosa tuvieron cuatro hijos: el primero nació ciego, el segundo murió de cáncer, el tercero nació sordomudo y el cuatro contrajo la tuberculosos. La madre quedó de nuevo embarazada.
Sr. Monod, usted, ¿qué hubiera hecho?” Monod respondió con total seguridad: “Desde luego, yo interrumpiría ese embarazo”. Jerome Lejeune le contestó: “Entonces, tengamos un minuto de silencio. Usted hubiera matado a Beethoven”.
Sirva para situar las cosas, tras saber de las razones y técnicas mecánicas, legales, económicas y políticas que están implicadas en esos abbatoirs, slaughterhouses, Schlachthaus, slachterij o mataderos (humanos).
Hola Juanjo,
Como sé de tu sanísima pasión por el rigor en el uso de palabra -evitar malosentendidos y dejar claro los sobreentendidos- me tomo la libertad de comentarte un término que utilizas en este post. Se trata de un término del que difiero en su uso por mor de ese rigor que persigues y que, personalmente, admiro sinceramente.
Como te decía... veo que utilizas el término "doctor" (entiendo como sinónimo de "médico") para encabezar la profesión del señor Morín y que, en verdad, personalmente no me suena muy bien.
Para definir el término "medicina" el Diccionario afirma: "Ciencia que estudia las enfermedades que afectan al ser humano, los modos de prevenirlas y las formas de tratamiento para curarlas". De "doctor/médico" dice que es aquella persona que "la ejerce legalmente".
Y me parece evidente que el señor Morín no busca como prevenir ni curar las enfermedades de sus pacientes, y mucho menos lo hace legalmente. Es decir, Morín ya no es doctor/médico porque hace mucho tiempo que dejó de serlo. Es probable que tenga determinados conocimientos médicos. Incluso avanzados y profundos. Que en su día se licenciara en alguna facultad de reconocido prestigio. Es probable que lo hiciera con buenas notas. Pudiera ser que brillara en el MIR. Que llegara a sanar a enfermos y, no dudo, que también buscara cómo prevenir enfermedades. Pero si todo eso ocurrió, fue en otro tiempo.
En sentido estricto creo que el señor Morín hace tiempo que dejó de ser realmente un Doctor/Médico.
De hecho el señor Morín, una (mala)suerte de Menguele de estética posmoderna, hace tiempo que no practica la medicina.
Quizás pueda hablarse de él como "médico" porque actualmente posee un número de colegiado -aunque espero que el Colegio de Médicos de Catalunya decida a desempolvarse de su cínico corporativismo y lo eche de su comunidad. Pero el señor Morín ha hecho gala de un insano cinismo ya que que no asiste al paciente para prevenirle enfermedades o curarle. Lo atiende para matar a un tercero "que pasaba por ahí". Ha renunciado voluntariamente a ejercer la medicina para pasar a ser un carnicero de hombres y mujeres.
Lo suyo no es por culpa de un arrebato. Ni de una ofuscación. El señor Morín estaba ocupado y preocupado en tejer una larga, densa y oscura red de muerte junto a sus compinches.
Con ese historial de muertes a sus espaldas y a cambio de importantes sumas de dinero, no creo que sea justo hablar de él como "médico". Hacerlo sería como insultar a los médicos de verdad, aquellos que se han dejado, precisamente, su salud en beneficio de terceros. El señor Morín será otra cosa.
De todos modos, sabiendo que torres más altas han caído, me viene a la memoria el caso del redimido Dr. Nathanson.
Y esa es la (bendita) suerte que nosotros tenemos: poder confiar en que un día decida a volver a ser Médico. Y esa es la (bendita) suerte que él tendrá: mucha gente rezando por él; para que algún día pueda quitarse la venda de los ojos.
En fin... disculpas mil por semejante soflama. Pero es que este tema me hierve la sangre. Ya no es un asunto de Educaciones Ciudadanas, Homonomios y otros estúpidos logros progres. Estamos hablando de algo muy gordo. De algo extremadamente serio. Estamos ante algo que o se toman medidas de una vez por todas o nos aboca peligrosamente a un abismo ante el que, desgracidamente, soy muy pesimista.
Anyway, muchas felicidades Juanjo por todos estos posts. Exponen con mucho criterio cuál es la Verdad de todo esto. En Barcelona estamos perplejos por esta situación: el Colegio y las clínicas abortistas con estúpidas amenazas para que se suspendan las investigaciones, la Generalitat mirando hacia otro lado aunque suya es la responsabilidad -quiero creer que por incompetencia- de este tristísimo episodio... ¡ah sí! ¡Están mirando si eso que se ve en lontananza es el AVE que llega a Barcelona! Eso parece ser más urgente y más importante que este monstruosa eugenesia encubierta.
Te recomiendo la columna de Daniel Arasa en La Vanguardia de hace un par de semanas donde, desde su certera y tranquila exposición de los hechos, pone en evidencia una cierta complicidad/incompetencia de la Consellería de Sanitat sobre este perverso y enfermizo asunto.
Un abrazo enorme y que tengas -tengáis- una gran entrada de 2008!
Publicado por: Jordi | 31 diciembre 2007 en 01:39 a.m.
Caro Jordi,
te agradezco mucho el largo desahogo que escribes, acerca de los nombres y las cosas, de los oficios y de los abusos de los nombres para los oficios. Y del comportamiento de personas e instituciones ante lo que no debería pasar. No debería pasar, y no sólo ya -digamos- en plan ontológico, o trascendente -porque clama a la dignidad humana y clama al cielo-, sino que no debería pasar en plan puramente legal o jurídico-positivo, al menos según la ley vigente desde hace no pocos años.
Un gran abrazo para tí y también para los tuyos (espero que quepan todos en el abrazo). Recuerdos, y de nuevo muchísmas gracias: bien visto, seguro que 2008 será un gran año: algo toca a cada uno, "nel suo piccolo", ante tanta pena y brutalidad ambiental!
Publicado por: JJG Noblejas | 31 diciembre 2007 en 01:43 p.m.