Los británicos tienen fama de excéntricos. Mejor dicho, se les da esa fama. No es raro, en cualquier caso, que hagan cosas distintas de lo que se considera un "standard" por parte de quienes -viéndose a sí mismos como el centro de la cuestión- destacan la excentricidad de los británicos.
En este caso, resulta admirable que tres ministros del gobierno laborista de Su Majetad, es decir, del primer ministro Gordon Brown, han decidido votar en contra de una ley que propone su mismo gobierno.
No se van del Gobierno. Por el momento, no les echan. Y ante la sugerencia de Brown para que se abstengan, no acudiendo ese día a la Cámara de los Comunes, han decidido ir a votar en contra.
¿Qué está en juego con esa ley? Entre otras cosas -investigación embrionaria en fertilidad, adopción de hijos por parejas homosexuales-, por ejemplo, y dicho en plata, la experimentación genética mixta entre seres humanos y animales.
¿Por qué se ha armado revuelo? Porque el periódico "Daily Telegraph" dice que -puesto que esos tres ministros laboristas resultan ser católicos- la cosa tiene una razón de fe religiosa. Y así, esa es la razón que ha llegado a otros países asociada con la noticia (así titula con escándalo El Mundo: Brown afronta una rebelión de sus ministros católicos por la investigación con embriones), cuando resulta patente que lo que los tres ministros de Su Majestad han dicho que lo que les lleva a votar contra de tal ley es su conciencia personal.
¿Es lo mismo la religión y la conciencia personal? No necesariamente, según la mera evidencia: hay muchos votantes que votan en conciencia y se dicen ateos.
¿Será que los políticos aluden a su conciencia cuando quieren esconder otras razones, que no quieren o no pueden razonar? ¿Es esa una manera genuina de encuadrar las cuestiones de conciencia, por parte de algunos políticos y medios de comuncación? Cierto que vivimos tiempos sofísticos, cínicos, escépticos, pero ¿todos somos mentirosos: sofistas, cínicos o escépticos?
¿Entonces? Entonces, es momento de leer el análisis de esta noticia que escribe Rafael Serrano en Aceprensa. Valga como muestra un párrafo acerca de la actitud de los tres disidentes, Des Browne, secretario de Defensa; Ruth Kelly, secretaria de Transporte, y Paul Murphy, secretario para Gales:
(...) ¿dónde está la religión en este asunto? Sostener que no es bueno para un niño privarle de tener padre y adjudicarle dos madres legales no es creencia religiosa alguna. Tampoco es ningún artículo de fe reclamar para los embriones mayor respeto y protección que el previsto en el proyecto.
Son convicciones éticas y políticas, y si resultan congruentes con la religión de los tres ministros, es señal de que ellos no acostumbran defender ideas incompatibles, como la generalidad de las personas en su sano juicio; pero eso no convierte en creencias religiosas a las convicciones mismas.
Al menos con respecto a los embriones, los tres coinciden no solo con la autoridad de su Iglesia, sino también con Jürgen Habermas, sin que ello les valga el ingreso automático en la Escuela de Frankfurt. (...)
De nuevo, la vieja cuestión de Dios y el César: de nuevo malentendida.
¿Son -además- realmente excéntricos quienes están más atentos a su conciencia que a lo políticamente correcto y al "qué dirán" los periódicos?
querido Scriptor: algo sobre el Tibet?
Un abrazo!
Publicado por: marta salazar | 16 marzo 2008 en 01:14 p.m.