Era de prever, era de esperar, y está sucediendo: hay boicot (mejor, boicoteo) cívico al paso de la antorcha olímpica.
De entrada, anteayer (Olympic flame arrives in London ) ya se sabía algo de lo que iba a pasar:
y ayer (Clashes along Olympic torch route) efectivamente sucedió en Londres:
A flaming mess at Downing Street
Hoy, y esto tiene una fuerte carga simbólica que a nadie escapa, la antorcha ha tenido que apagarse a paso (en autobús cerrado) por París (Le parcours de la flamme olympique à Paris émaillé de nombreux incidents):
La flamme a été rallumée après avoir été éteinte et mise en sécurité dans un bus.
Es realmente un modo eficaz de despertar y popularizar la justa y merecida impopularidad de China, a propósito de su política de dictadura violenta en Tibet (punta del iceberg del sistema chino) al pretender que en el Occidente democrático no pasa nada especial. Es decir, al pretender que el paso de la antorcha olímpica resulte un evento pacífico y popular en las calles de las principales ciudades europeas.
Menos mal que el detonante tibetano está permitiendo enterar a la ciudadanía occidental de la realidad china, más allá de su potente y gigantesca maquinaria propagandística de sonrisas protocolarias y más allá de sus millonarios acuerdos comerciales con los respectivos gobiernos occidentales.
También lo cuenta Pajamas Media: The Tortuous Journey of the Olympic Torch. Beijing may be able to keep a lid on unrest at home - but the Olympic torch relay has become a moving target for protests againsts China's unsportsmanlike repression in Tibet.
La antorcha olímpica tiene por delante un itinerario de 137.000 kilómetros a lo largo de 130 días y con escalas en 134 ciudades. Veremos qué pasa en San Francisco, dentro de un par de días.
Recuerda Wikipedia que el trayecto planeado está fuertemente ligado al Continente Asiático (dando una ligera idea de la antigua Ruta de la Seda), pasando solamente por una ciudad en África, dos en América y cinco en Europa. Además cabe señalar que es un recorrido que pasa por muy pocas ciudades que han realizado anteriormente Juegos Olímpicos, sólo pasará entre éstas por Atenas, Londres, París, Nagano y Seúl.
Y no pasa por España. Los gobernantes sestean tranquilos al margen del asunto de la antorcha de la vergüenza, cuidando sus intereses comerciales en China.
Quizá alguno, como el distinguido miembro del COI Hein Verbruggen ("País Vasco/Guantánamo/Tibet/etc."), habrá insistido en que el deporte olímpico nada tiene que ver con la política.
Ni con la economía.
Ni con la publicidad.
Ni con la propaganda.
Decididamente, falta civismo.
Quizá alguien se anime a hacer un estudio comparativo de lo que nosotros vemos y leemos, y lo que los chinos pueden leer y ver del recorrido de la antorcha. Sería un buen capítulo sobre la historia de la manipulación y la censura de la información y el entretenimiento.
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