El desastre y las pérdidas de demasiadas vidas y bienes en Birmania/Myanmar ha sido en muy buena parte debido a la falta de responsabilidad por parte de la junta militar que allí gobierna.
Trae Hermann Tertsch esto a colación en España, porque -en otro orden de cosas, y con buen tino político- entiende que hay una semejanza, en la medida en que el gobierno birmano "ha ocultado la dura realidad durante el tiempo crítico necesario para preparar las medidas que habrían evitado que la catástrofe adquiriera las tremendas dimensiones que tiene".
Aquí no estamos en Birmania, y las amenazas no son medioambientales de tipo geográfico. Pero hay amenazas medioambientales morales y cívicas a las que el gobierno de Zapatero hace ojos ciegos y oídos sordos y pesados silencios, cuando no torpes jerigonzas de consentimiento:
(...) Abolida en España y sus partes divergentes la ética de la responsabilidad -ese fundamento del poder civilizado del que hablaba Max Weber- aquí todo es posible y no pasa nada. Cuando pase, a nuestros políticos, en Gobierno y oposición, se les podría poner cara de miembros de la Junta Militar birmana.
La «ética de la responsabilidad» (Verantwortungsethik), por la que clamaba Weber, es la cualidad del estadista de valorar las consecuencias de sus actos y confrontar los medios con los fines, las consecuencias y las diversas opciones o posibilidades ante una situación específica. Ni más ni menos.
Es decir, todo lo contrario al aventurerismo sentimental e ignaro que nos gobierna ahora desde esa patraña socialista que mezcla frivolidad, oportunismo e ideología rudimentaria.
Aquí ya todo se justifica y disculpa por el hecho de no tener motivación asesina. Pero después pasa lo que pasa.
Zapatero habla de las ansias infinitas de paz que le regurgitan desde las entrañas. Mientras, sus cachorritos coreaban ayer por la Castellana: «Hay que quemar, la conferencia episcopal».
Con un poco más de Verantwortungsethik weberiana, de simple y llana responsabilidad y prudencia, cosas propias de cualquier gobernate que se precie de un mínimo de decencia y seriedad, Zapatero podría -al menos- reconsiderar
1) la manía del la laicidad-laicismo (y no neutralidad) estatal en sus relaciones con la Iglesia, según puede colegirse leyendo alguna prensa afín a la idea y
2) las conniventes sonrisillas de ánimo a esos cachorritos que tiene por ahí, coreando cosas de juzgado de guardia en el Paseo de la Castellana.
No es cuestión de comparar, ahora que se celebra el 60 cumpleaños de Israel, lo que esos cachorrillos hispanos, en principio normales, corean con lo que coreaban otros cachorrilos alemanes, en principio normales, que terminaron quemando unos cuantos millones de seres humanos...
No es exactamente lo mismo, ya se sabe, pero el caso es que la comparación viene a cuento porque un mismo tufillo totalitario y connivente se huele de lejos. Y viene el recuerdo de lo dicho por Hannah Arendt acerca de la espantosa y terrible banalidad del mal:
las peores atrocidades pueden salir a borbotones de cosas, personas y situaciones que son aparentemente inocuas:
"en la base de la participación en los eventos más terribles puede encontrarse, no la diabólica elección del mal o el placer ante el sufrimiento ajeno, sino la mera superficialidad. El alejamiento de la realidad, la incapacidad de pensar y juzgar y -por tanto- la tendencia a soportar y seguir clichés y órdenes, incluso los más terribles." (Cfr. V. Sorrentino, "Introduzione" a H. Arendt, Verità e politica, Bollati Boringhieri, Torino, 1995, p. 8)
Lo dicho: la superficialidad y el alejamiento de la realidad, de entrada.
Un antídoto a mano -mínimo, en apariencia lejano del asunto, pero válido- que recomiendo, tras haber hecho uso de él: al hacer la declaracion de l renta, marcar la casilla X de la Iglesia Católica.
Es al menos una muestra de «ética de la responsabilidad», y quizá -en plan memoria histórica- de saber algo acerca de lo que el Estado Español sigue debiendo a la Iglesia después de las desamortizaciones (expropiaciones) del s. XVIII al XX.
Por lo demás, también tiene razón José María Carrascal, en ¿Dogma de fe o dogma de Estado?: "Tan peligroso como la religiosidad por decreto es el laicismo por decreto, al convertirse en religión de Estado. En este terreno tan personal e importante, la única norma que debe regir es aquella tan vieja, tan liberal y tan sabía de «no pienso como usted, pero estoy dispuesto a morir para que usted siga manteniendo lo que piensa»".
Tiene razón, pero ya Hermann resulta un poco cansino. Tiene una pluma muy buena que está ahogada por la amargura. Debería volver a su estilo mas mesurado de El Pais.... siento decirlo. Siempre le sigo, pero, estoy un poco agobiado por su excesiva amargura.
Publicado por: Claudio | 10 mayo 2008 en 04:21 p.m.
Claudio, tienes toda la razón, y no es necesario sentirlo, si no es por la misma razón que das: recuperar la mesura. Así que, una vez más, coincido con tu atinado modo de ver. De todos modos, no es fácil encontrar firmas reconocibles del lector en general que traten estos asuntos en vivo y en directo.
También me da que pensar lo que dices: en un blog, al ser bastante transparente, puede resultar "cansino" insistir en los mismos asuntos, cosa que no sucede en un "medio" algo más opaco o solo traslúcido -en el sentido de variopinto- como sucede con los diarios de información general, incluso on-line, en los que parece que se diluye el "frame" o la perspectiva en que se mira lo que hay y lo que pasa.
En fin, muchas gracias de nuevo, estimado Claudio.
Publicado por: JJG Noblejas | 10 mayo 2008 en 06:02 p.m.