El Premio Principe de Asturias de la Comunicación es para Google.
Ha sido una elección polémica, como bien dice el diario El Mundo ("Un premio Príncipe de Asturias que llega acompañado de polémica"), al recordar que
"los estatutos del galardón señalan que debe otorgarse a "una persona, equipo de trabajo o institución", finalmente ha sido una herramienta, un buscador de internet, el premiado. Tras una dura e intensa jornada de deliberaciones, en la los miembros del jurado debieron votar hasta en siete ocasiones, hubo 'fumata blanca'. Una decisión que no terminó de convencer a todo el mundo."
Hasta cierto punto, me hubiera parecido interesante este premio, si algún miembro del jurado hubiera razonado la decisión argumentando sobre el carácter "institucional" de Google. Que -a mi modo de ver- realmente lo tiene. Pero por desgracia, a nadie parece haber interesado siquiera semejante cosa.
Según el diplomático español José Luis Pardos, quien propuso la candidatura de Google formando parte del jurado, estamos en uno de los momentos "más importantes de la Fundación" con la concesión de este premio porque ello simboliza estar en "la cresta de la ola del modernismo".
Vale. Con razonamientos de este tenor es mejor ni siquiera dialogar. Basta dejarlos abandonados a su suerte...
Y tiene razón Fernando González Urbaneja en hablar de "patetismo" (en sentido de "infundir dolor, tristeza o melancolía" como dice el Drae) en esta decisión. Porque -entre otras cosas- deja de lado a personas e instituciones conocidas y muy válidas candidatas al premio. Y no sólo me refiero a Wikipedia, Bob Woodward, Manu Leguineche o a la agencia Magnum o la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra. Con cada uno de ellos me hubiera sentido más a gusto.
Pero fin de cuentas, el Príncipe de Asturias sigue siendo aún un premio necesitado de adornarse a sí mismo con plumas ajenas. Un premio para salir en la foto junto a gentes o instituciones importantes bien vistas por la opinión dominante.
Temo pensar que entre los presupuestos nunca explícitos del premio está la cuestión "¿cómo quedamos nostros al dar el premio ante la modernidad, la opinión pública y el poder político más bien autocomplaciente en considerarse gentes de progreso o así?".
Aún no tiene el Premio la autonomía y personalidad necesaria para formar un jurado que pueda actuar en leal saber y entender acerca del asunto en cuestión con cada premio.
Entre tanto, parece seguir haciéndolo según vayan a juzgar la decisión los bienpensante y bienhablantes en ámbitos de poder. Según vaya a ser el rédito en recortes de prensa. Una pena. También esta vez.
Hubiera sido interesante para el Premio Príncipe de Asturias haber tenido un poco de paciencia con Google, y esperar al 2155, cuando -según sus mismos cálculos- llegará a leer un "googol" de páginas.
Olé
Publicado por: maj | 12 junio 2008 en 10:49 a.m.
Quierido JJ: Gracias a tu post me entero de lo que es un gúgol.
Ese premio es un signo de los tiempos. Hoy vivimos bajo la superstición del Google. Lo citamos como autoridad con más reverencia que a Aristóteles.
Está muy extendida la ingenua creencia de que “todo está en la red”. Pese a su obvia falsedad, muchas personas cultas argumentan como si lo creyeran:
- Lo he metido en Google y ni un resultado. O tantos resultados para A y sólo tantos para B.
Pero más peligrosa es la supersitición que partiendo de que la información “está” en la red llega a creer que la red “sabe” las cosas: que Google suple al hombre en la función de entender el mundo. En el fondo, como para Google la información no son más que bits sin sentido, lo que se niega es la inteligibilidad del mundo.
En tiempos de Cervantes se decía «más sabio que Salomón». En los de Jardiel, al que sabía mucho le llamaban “el Espasa” (erudición fragmentaria). Y hoy se dice «Sabes más que Google» (información sin intelección).
Enhorabuena a ese eficaz motor de búsqueda.
Publicado por: Atilano | 12 junio 2008 en 12:44 p.m.
Profesor!
Comparto tu opinión, y ciertamente somo algo papanatas, y siendo genial el buscador, no pensamos en los efectos de "concentración" de distribución que genera.
Saludos
Publicado por: Loreto Corredoira | 12 junio 2008 en 05:36 p.m.
Estimados Miguel Angel (maj), Atilano y Loreto, muchas gracias por los comentarios. Las tres letras de maj son ya un exceso para su locuacidad... Atilano: muy interesante la perspectiva de la tecno-superstición... Loreto: profesora!, una vez más en el clavo: la concentración.
Un saludo agradecido, JJ
Publicado por: JJG Noblejas | 12 junio 2008 en 07:47 p.m.
Juanjo, MAJ y demás, buenas.
Al principio, el Príncipe de Asturias galardonaba, sobre todo, a intelectuales, científicos y artistas españoles o hispanoparlantes. Pero en los últimos años, las candidaturas de olor patrio tienden a quedarse arrinconadas en favor de lo extranjero, sobre todo si lo extranjero es joven. Las únicas excepciones a esta deriva son Fernando Alonso y la selección de baloncesto.
La Universidad de Navarra quizá huele a rancio para quienes integran el tribunal. Un tribunal que, en general, se confunde con la "intelligentsia" políticamente correcta. Por el contrario, Google suena "cool".
Resultando quizá algo simplón, podría decirse que pensar conlleva aislarse. Quedarse aislado, fuera de las luces y los sonidos de la feria. Cultivarse no significa enfrentarse a los demás: significa enfrentarse a uno mismo. Y eso cuesta. De modo que mejor comprar algodón rosita de azúcar y darse un garbeo por el parque de atracciones.
Publicado por: José María | 23 junio 2008 en 11:11 a.m.
Muchas gracias, José María, por ese comentario. Un cordial saludo, JJ
Publicado por: JJG Noblejas | 23 junio 2008 en 06:49 p.m.