Habrá muchos otros que lo conocían mejor y pueden decir cosas estupendas de su vida como amigo y su obra como escritor, poeta, traductor, crítico.
Cuando anoche me llegó el escueto sms en el que un común amigo decía que Pedro Antonio, "Pau" para los amigos, había fallecido, sólo pude colegir, entre sensaciones y recuerdos comunes, una sola imagen.
Sin cursilerías, es una imagen trasparente de Pedro Antonio llegando, al fin, más allá de la meta, en la carrera común de la muerte. Lo he visto como en esta vieja foto, con el rostro radiante, y apartándose un poco, como dejando sitio para el amanecer.
Una imagen como la de esos atletas victoriosos, agotada la energía, en los que -vistos como en un ralentí televisivo- hay como un vigor inusitado que nace de dentro y salta con sorpresa en la mirada, como sin querer.
En esa imagen de Pedro Antonio, ayer colegida, había también un ya interminable repaso de nuevos detalles en las minucias de cada grano de arena en la playa, en las hojas del manzano, en los bártulos del carromato, en los trinos del gorrión, en las películas mínimas y -desde luego- en las palabras del salterio de David...
Así, sin título:
Con ayuda de escala
alcanzó el alero,
y allí se está
-la mano en el tejado-
sin subir todavía.
La valeriana, el musgo
amarillo y verde
con hilillos de hierba,
y una caléndula...
Ellos ya están allí,
pequeños y grises,
pardos, inquietos:
con sus patitas raspan
la resbalosa teja.
En fin, Pau, te he imaginado o pensado llegando al tiempo sin tiempo de vivir esas inagotables locuras teológicas de tu "Filocalía".
El pico hacia delante
por donde viene el viento.
¡Ya asoma la cabeza y
sube al fin!
Le han hecho sitio ellos;
al borde del tejado,
él les imita
y levanta su cara
contra el viento,
por donde ha de venir...
Ya no volveremos a hablar de la escena de Kierkegaard el seductor, ni del Pulitzer que John Kennedy Toole ganó a título póstumo por su “Conjura de los necios”, por la tozudez de su madre y de Walker Percy.
Pero quizá hable alguna vez de alguna de tus particulares "sabias conjuras" de poeta genuino, fiel y tozudo con palabras secretas, como no hay otras. Como aquella rosa que viste, al atardecer, entre las piedras de Peñavera.
Acuérdate, Pau, que -por lo que a mí toca- aquí queda un amigo. Y muchos otros, también.
-- Biografía de Pedro Antonio Urbina
-- Ignacio Peyró: Memoria y exaltación de Pedro Antonio Urbina
-- Javier Táuler: Entrevista con Pedro Antonio Urbina
--Antonio Millán-Puelles: prólogo a "Filocalía o el amor a la belleza"
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