Hace unos meses, bajo el título Obama: gran campaña en verso, veamos cómo gobierna en prosa, recogí unas palabras de Hillary Clinton, la entonces contrincante de Barack Obama.
Hemos asistido al vistoso espectáculo visual que la televisión ha ofrecido, con los rostros conocidos de unos que vienen y otros que van, con los millones de ciudadanos entusiastas, las fanfarrias y coros militares, el pulcro ritual (que ha empezado con 10 minutos de retraso), los colores violáceos marcando la moda junto al juego de blancos, negros, azules y rojos, amén del especial amarillo cubano de la nueva primera dama.
Y junto a este espectáculo, hemos asistido a un discurso inaugural del presidente Obama que ha resultado más bien pacato, de factura y condición significativamente pacífica, tranquila y moderada en modos y contenidos.
El
New York Times ha publicado el discurso instantes después de pronunciado, junto a los discursos de todos los antecesores de Obama. Y
ha destacado las palabras más pronunciadas, formando una nube que algún sentido tendrá:
“Today I say to you that the challenges we face are real (...) They are serious and they are many. They will not be met easily or in a short span of time. But know this, America — they will be met.”
Es la prosa que comienza, tras los versos electorales. Tenía razón Hillary Clinton en lo que decía. Aunque es algo que tendrá que hacer Obama.
Es el sentido de la realidad -el "pragmatismo" que se atribuye al nuevo presidente- que se impone a las idealidades, aunque no -quizá- a las ideologías.
No creo que sea un tipo de populismo refinado, mucho más refinado que el que puede conocerse incluso en algunas regiones de Europa. En todo caso, será distinto.
Será una ceremonia inaugural que sin la menor duda se recordará mucho más por el color de la piel del nuevo presidente que por lo dicho en el discurso.
El gobierno, la prosa, comienza hoy. Los retos está ahí. Veremos qué soluciones plantea. Por sus obras le conoceremos, dichas ya las palabras que llevan hasta la casa blanca.
No será buen síntoma si ha de volver a tener que desplegar su brillante oratoria, con ayuda de los fuegos artificiales del eficaz pero inmaduro
John Favreau. O si debe jugar demasiado la baza real de ser un "Presidente 2.0", pendiente de su nuevo blackberry y participando en redes sociales en internet.