José Jiménez Lozano, premio Cervantes, acaba de recibir el premio Bravo!.
"No es lo mismo, desde luego, el ámbito de la escritura literaria que el de la escritura filosófica y la periodística, y, a poco que se apuren las cosas, hay que subrayar que no se puede reducir, ni siquiera y sin más, el periodismo a un simple medio material de comunicación o bocina, como diría Kierkegaard; y, cuando esta reducción se ha dado, ello no ha sido precisamente lo mejor que ha ocurrido al periodismo.
(...) ciertamente hay mensajes que no pueden ser transmitidos por todos los medios, o quizás no son sencillamente transmisibles por ningún medio de comunicación; sencillamente, porque éstos “media” sólo pueden manejar información pero no historias, pongamos por caso.
De tal manera que de cualquier noticia que comunica, ahora mismo, - por ejemplo, un drama urbano - en realidad sólo comunica datos, que son meramente externos, y toda narración y toda humanidad – y desde luego la noción misma de lo trágico -quedan disueltos en aquéllos. (...)
(...) como dice Lévinas, que “la palabra en su esencia original es un compromiso ante un tercero en nombre de nuestro prójimo… La función original de la palabra no consiste en designar un objeto para comunicar con otro, ni en un juego sin consecuencias, sino que alguien asume una responsabilidad ante alguien”. Y esto me parece que es lo que nos impide hacernos ligeros en el habla, porque sabemos que las palabras matan, y seguramente ninguno de nosotros quisiera encontrarse implicado en el terrible juicio que a la palabra vana o malvada se hace tanto en el Evangelio de Mateo como en la Carta de Santiago.
Y creo sinceramente que, sean como quiera que sean las cosas, quien escribe, como quien habla, sabe que al margen de las complejidades todas de la comunicación mundanal que he descrito sumariamente, no precisa, al fin y al cabo otra cosa, sino poner cuidado en no hacerse objeto de estos terribles e implacables juicios acerca de la gloria y de la perdición de la palabra, y en no ignorar la responsabilidad para con alguien y ante alguien que la palabra que decimos o escribimos implica, tal y como apunta Enmanuel Lévinas. (...)
Consideraciones nada banales, tras repasar sin acritud la realidad superficial del uso de la palabra en la comunicación periodísticia, publicitaria y propagandística de nuestros días.
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