El asunto suena así: con las honrosas excepciones de siempre, lo que -desde hace tiempo- está en crisis son los empresarios de la comunicación. Porque son ciertamente empresarios, pero no creo que realmente lo sean de la comunicación, sino que lo son quizá de la política, de una determinada ideología, de las influencias o -sin más- del dinero puro y duro. Podían ser empresarios de cualquier otra cosa, y temo que lo sean de la comunicación como podrían serlo del ganado vacuno o lanar, si es que los ganados -como las audiencias, los votos, las ventas- son un negocio. Justamente, como otro cualquiera.
Dicho en plata, y con una comparación, que es siempre odiosa: si en un hospital (o en un país, o un continente) no hay el número de profesionales de la salud requerido, y hay problemas de salud, hay epidemias, la culpa o el problema no es de los médicos y enfermeras o sanitarios, profesionales natos de la salud. El probema es de quienes dicen hacerse cargo de la salud (siendo políticos o empresarios, que son -o pueden y deben ser- otras dignísimas profesiones, pero con otros intereses y saberes puestos en juego)... y dicen y pretenden hacerse cargo de la salud, pero sin contratar suficientes profesionales de la salud. Y sin ser ellos mismos (o convertirse en) profesionales de la salud.
Pasa eso con la comunicación: no hay crisis de profesionales natos: periodistas, publicitarios, escritores, guionistas, propagandistas, productores, etc. Es decir: hay crisis, pero es de los empresarios que pretenden tener unos medios estupendo y geniales, que prestan un gran servicio de información peridística o publicitaria o ideológica, de cultura, de entretenimiento, a la sociedad, pero haciéndolos con cuatro gatos. O incluso -si fuera posible- con dos o tres. Pero no con los doscientos o trescientos profesionales de la comunicación que necesita un medio para poder desempeñar -con un mínimo de dignidad- su presunto servicio a la sociedad.
Distingamos de entrada las consultas ambulatorias o los despachos de recetas de la seguridad social de los hospitales. Distingamos los chiringuitos de los establecimientos, distingamos los boletines de los periódicos, el blog del website. No es cuestión, necesariamente, asunto de calidad de los profesionales natos. Es en este caso -de entrada- cuestión empresarial: cuestión de contratación de suficiente cantidad de esos profesionales. Si el "mínimo imprescindible" es asunto de empresarios profesionales de la comunicación, resultará que tal "mínimo" es probablemente el doble o el triple del que se contrata si quien lo hace es un "simple empresario", no necesariamente un "empresario nato" de la comunicación.
En los medios (periódicos, radios, televisiones, productoras, etc. etc.) lo que faltan son profesionales natos trabajando. Están ahí, y hay muchos, demasiados, esperando que alguien les contrate.
La crisis que asola el panorama es ésta, desde hace mucho, demasiado tiempo: faltan empresarios que sean o quieran ser -por encima de todo- profesionales natos de la comunicación. Sobran los intrusos.
Coincido en tus críticas a las empresas, pero eludes criticar la mala formación -en mi entender- de los periodistas españoles. Mala formación y, sobre todo, incapacidad de contar cosas interesantes que vayan más allá del politiqueo y chismorreo.
Y el modelo de negocio también está agotado, así que todo apunta a una durísima reconversión en el sector, pues falla todo o casi (como sucede con gran parte del tejido empresarial español).
Fijémonos en los digitales, para el tráfico y usuarios únicos (mensuales o diarios), tener en plantilla a 40 trabajadores era una exageración antes y ahora es una temeridad ante el colapso del mercado publicitario.
http://ojdinteractiva.ojd.es/alfabetico.php?mes_inicio=&anio_inicio=&titulo=&url_principal=&id_categoria=43&campo1=DESC&campo2=DESC&campo3=DESC&campo4=DESC&campo5=DESC&campo6=DESC&orden=uunicos
Y si nos fijamos en la duración/estancia media, caeremos en la cuenta de que gran parte de ese tráfico procede de buscadores, con usuarios que se van tan pronto llegan. Las agencias de publicidad se van a volver mucho más exigentes ahora en tiempos de escasez, así que aquellos digitales que sólo han apostado por la cantidad en vez de la calidad (por desgracia bastante baja en los medios generalistas) van a pasarlo muy mal, máxime cuando tengan que renovar la línea de crédito.
Para mí, el próximo en caer será soitu.es en función de tales datos y contar con 40 nóminas. Y caerá si no rectifican pronto su política informativa, pero allá ellos y su tozudez por apostar por un modelo basado principalmente en contenidos inanes con mucha letra. Si se apuesta por tales contenidos, mejor menos letra y más audiovisual como el exitoso en la web 20minutos (en tráfico y con una duración media de casi el doble, que tiene mérito).
Es un periodismo centrado en el entretenimiento y no en la calidad, el cual se verá más afectado por la crisis publicitaria, sin duda. Es mejor tener menos tráfico pero más selecto, pues se logra contratar publicidad más lucrativa.
Sólo les queda el recurso a la publicidad, porque nadie está dispuesto a pagar por unos contenidos tan penosos en general y que pueden encontrar gratuitamente en internet. Y si saben idiomas, inglés principalmente, ni de... Ningún medio español puede compararse con FT, WSJ, NYT, WP... en cuanto a contenidos realmente interesantes para atraer a unos lectores que arrastren consigo una buena publicidad. Con todo, dichos medios también tienen plantillas sobredimensionadas, pero tras los duros e inevitables recortes de plantilla serán los vencedores.
Como bien sabes, llevo años diciéndolo, exigiendo calidad en los contenidos, pero era como predicar en el desierto a unos cuantos sordos. Todo esto se veía venir, pero preferieron emular a las avestruces.
Publicado por: maty | 16 febrero 2009 en 06:03 p.m.
Tienes razón, Maty. Hay falta de formación profesional en estas profesiones, lo mismo que hay falta de formación en la ciudadanía (¡Ah, la genuina Educación para la Ciudadanía!) acerca de lo que supone someterse pasivamente, sin más, a los medios de comunicación.
No todos saben que una profesión se distingue por administrar un saber determinado en la sociedad. Y no todos los profesionales de la comunicación saben -de modo más explícito o implícito- cuál es el saber que administran socialmente.
Si –por poner otras comparaciones, no siempre felices- nos fiamos de los productos nutritivos que hacen los profesionales del ramo y verifican otros de quienes también nos fiamos, con sus análisis de componentes, fecha de caducidad, etc. ... algo por el estilo no sucede -ni es necesariamente bueno o recomendable que suceda, porque podríamos toparnos con alguna “pravda” oficial o alguna policía orwelliana del pensamiento oficial- pero no deja de ser viable hablar de analogía con lo que nutre la imaginación, la memoria y la inteligencia y la voluntad de los ciudadanos...
Quizá hay que saber distinguir –a título personal- qué nos echamos al coleto mental por nuestra cuenta, a diferencia de lo que nos echamos al coleto corporal, que viene controlado como nutritivo por las autoridades, preocupadas por la salud pública.
En todo caso, nosotros los ciudadanos –como personas sociales que somos, no sólo individuos, votantes o consumidores aislados de alimentos o de productos mediáticos- sí que tenemos que saber discernir personalmente (y no está de más para eso disponer de consejo de expertos para mejor discernir acerca de lo que nos llega como comunicación pública), para no ser excesivamente manipulados.
Porque, pese a todo, es bien cierto que hay no pocos titulados en profesiones de comunicación pública (periodistas, publicitarios, propagandistas, gentes de la ficción y el entretenimiento, etc.) que no pasan de ilustres indocumentados o de sofistas en busca de mejor postor para su pluma.
Y a fin de cuentas queda el público, que si recibe todo lo que le llega como si fuera oro de ley -el consumidor pasivo de comunicación- suele terminar desconfiando pronto de quienes no le adulen o no le confirmen en su ignorancia... Entiendo que uno de los grandes asuntos por promover está precisamente en movilizar al público, en lograr espectadores personalmente “activos” y responsables, en fuerte contraste con tanto “couch potatoes” ante los medios.
Publicado por: JJG Noblejas | 17 febrero 2009 en 11:02 a.m.