No tengo especial empeño en publicar aquí cosas que tienen que ver con la Iglesia católica, o con Benedicto XVI. Este es un blog dedicado a asuntos de comunicación pública y sociedad, escrito desde una perspectiva cercana al humanismo cívico, por decirlo con brevedad.
Me encuentro, sin embargo, publicando un dia sí y otro no, cosas referidas a la Iglesia católica o a Benedicto XVI. No creo excesivamente en las conjuras, aunque entiendo y comparto al menos el sentido deportivo e incluso el sentido político clásico de las conspiraciones, y en este sentido, he escrito algo sobre los medios de conspiración social. Cosa que, no nos engañemos -a efectos prácticos- tampoco tiene hoy -con los tiempos de populismo revuelto y generalizado que corren- muy buen cartel. En fin, como en Galicia con las meigas: creer no se cree, pero haberlas hailas.
Pues bien, con o sin una situación conspiratoria, el hecho es que la Iglesia católica y el Papa Benedicto XVI tienen en los últimos tiempos un sorprendente "protagonismo negativo" en los medios de comunicación, pues las noticias tienden a ser planteadas y desarrolladas en términos de escándalo, a base de tergiversaciones, malentendidos, manipulaciones, insultos e improperios en grandes titulares, a lo que luego -en ocasiones- siguen , si es que siguen, desmentidos en pequeños titulares.
El asunto había quedado en los medios de comunicación, hasta que, hace poco, el parlamento belga ha hecho un movimiento ridículo, situado entre lo surrealista y lo demencialmente diabólico, por no decir otra cosa acerca de la ponderación propositiva de esos parlamentarios. No daré eco a lo que han dicho esos caballeros belgas, por no repetir imbecilidades, pero sí doy eco a la nota o comunicado que la Secretaría de Estado del Vaticano ha hecho pública hace un rato, sobre este asunto político de comunicación. No entro en pensar alternativas comunicativas o políticas ante la provocación del parlamento belga, que no siendo tan inmediata, podrían haber sido diversas. Lo que hay, en todo caso, es esta nota. No se la pierdan, aunque sea por curiosidad:
Se entiende bien que el Vaticano esté cuando menos perplejo y "disgustado" y que diga que "deplora" que un "fragmento manipulado" de una declaración sea utilizado con pretensiones de "intimidación" (que es una de las labores últimamente de moda -es curioso, pardiez- en algunos políticos y comunicadores). Una vez que no se manda a freir gárgaras al embajador con su extraña embajada de parlamentarios ahítos, si no de soberbia, arrogancia y cerveza, al menos quizá de sus típicas pommes frites, entonces se hace una nota es este tenor, en la que se entiende bastante bien el uso diplomático y caritativo, sin dejar de ser irónico, de palabras tales como "disgusto" y "deplorar".
Lo suyo hubiera sido mandarles a hacer puñetas por presuntuosos y estúpidos.
Publicado por: Rafael | 18 abril 2009 en 12:08 a.m.
Pienso lo mismo, haciéndolo de modo diplomático: no dando por recibida la carta del embajador, por ejemplo... Pero en fin, esto son cosas de la diplomacia internacional que se me escapan... Muchas gracias y un cordial saludo.
Publicado por: JJG Noblejas | 18 abril 2009 en 09:48 a.m.
difícil es saber cómo acertar...
Publicado por: javier m | 22 abril 2009 en 01:38 a.m.