En respuesta a algunos lectores (gracias por insistir, Marta), algo he de escribir acerca del viaje de Benedicto XVI por Tierra Santa, en Jordania e Israel.
Me parece que en este viaje están sucediendo muchas cosas de interés, y que la prensa internacional (tan suya siempre) parece que mira y busca cosas que no encuentra. Con esto y con excepciones (como
éste o
este otro corresponsal, sin desdecir de otros más, ni maldecir de algunos que lo merecen), parece que la prensa va desgranando como con desgana la información, porque no encuentra ocasión para forzar lo llamativo, por no decir lo escandaloso. O quizá por el fuerte control de seguridad policial que rige en este viaje.
Benedicto XVI es el Papa, y es un teólogo, y es un promotor del diálogo racional, real y comprometido, no del intercambio de banalidades al son de las trompetas, como tan acostumbrados estamos a entender tantos y tan prolijos "diálogos" políticos, en los que nadie pone en juego siquiera una parte relevante de sus principios y razones.
Ya sabemos que promueve también que Jerusalén sea "ciudad de la paz", y que nadie niegue la Shoah, y que ninguna religión sea usada para la violencia o para el destrozo de vidas jugando con la idea del "sacrificio", y que el pueblo palestino tiene derecho a una patria soberana, y que el muro israelí en tierra palestina es una trágica vergüenza...
Y lo que le queda por decir y hacer, que no será ni poco ni fácil, en vista de tantos ojos a la espera de encontrar algo con que poder acusarle de otra cosa, y poder quitarle de en medio, aunque sólo sea de forma simbólica. Asunto éste semejante al "tolle, tolle" dirigido a Pilatos, ya conocido desde hace un par de milenios, precisamente por aquella Tierra Santa.
El caso es que, para una parte relevante de la prensa israelí e internacional, si Benedicto XVI dice esto, es acusado de no mencionar aquello. Y cuando se refiere a aquello, no falta quien le eche en cara omitir lo de más allá. Así se hace periodismo y política en estos tiempos recientes de la historia, que -no deja de ser sorprendente- quieren poner en entredicho la religión y más si tiene que ver con el Vaticano.
De todos modos mejor no enredarnos en esos lazos sofísticos que -entre otras cosas- pretenden sacralizar un hecho histórico como la Shoah y desacralizar o reducir a ideología histórica la doctrina de la religión católica.
El caso es que el Papa, en este viaje, da la impresión de que -además de discursos, ceremonias, visitas, encuentros y saludos con gentes e instituciones diversas- sobre todo se encuentra en Tierra Santa haciendo una cosa: rezar.
Benedicto XVI está hablando con Dios, que siendo como Padre el mismo para las tres religiones, también tras la Encarnación como Hijo recorrió esos lugares, y desde esa geografía nos envió al Espíritu Santo. Entiendo que Benedicto XVI, sobre todo, reza y dialoga con el Dios Uno y Trino acerca de tantas cosas que ocupan su corazón y su cabeza.
Por eso, lo que de verdad me ha impresionado hasta el momento, ha sido su oración ante el Muro de las Lamentaciones, o Muro Occidental (Hakótel Hama'araví). Esto ha dicho, y lo reproduzco por si alguien quiere pensarlo por su cuenta:
“Dios de todos los tiempos,
en mi visita a Jerusalén, la Ciudad de la Paz,
morada espiritual para hebreos, cristianos y musulmanes,
llevo ante Ti los gozos, las esperanzas y las aspiraciones,
las angustias, los sufrimientos y las penas de todo Tu pueblo disperso por el mundo.
Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob,
escucha el grito de los afligidos, de los que tienen miedo, de los desesperados,
manda tu Paz sobre esta Tierra Santa, sobre Medio Oriente,
sobre la entera familia humana; ilumina el corazón de todos aquellos
que invocan tu nombre a fin de que quieran caminar humildemente sobre
el camino de la justicia y la piedad.
Bueno es el Señor con el que
espera en Él,
con el alma que lo busca (Lam 3,25)”.
Por lo demás, sigue vigente el viejo dicho castellano, que ha de ser bien entendido: "a Dios rogando y con el mazo dando". Benedicto XVI, además de rezar, usa la razón teórica y práctica como mazo para jugar con los mazos (no siempre racionales) de los demás interlocutores.
Y esto lo escribo interrumpiendo la lectura del libro recién publicado en Italia por Lindau, titulado "Fede, ragione, verità e amore. La teologia di Joseph Ratzinger". Es una antología de textos (820 pp.), hecha por Umberto Casale y con prólogo del cardenal Camillo Ruini, en la que brilla la luz en la que puede verse con claridad las amenazas del relativismo y su dictadura, tanto como el amplio alcance de la propuesta ratzingeriana de "un iluminismo sinónimo de inteligencia y de búsqueda de la verdad".
[
Traducción de la oración en el Muro tomada de Benedicto XVI en Israel. Por cierto: ¡qué difícil ha sido encontrar una versión en buen castellano escrito!, entre tantas buenas y rápidas traducciones desde otras lenguas, en espera de una traducción oficial].
Al principio me pareció divertido. Pero viendo lo dolido que está BXVI por los injustos mamporrazos que se está llevando, borré esa mueca de mi cara.
Y es que -y no descubro nada que TODOS ya sepamos- los mismos que crucificaron a JPII durante su pontificado, ahora alaban la figura del Papa polaco con el único objetivo de empequeñecer -mediante la miserable técnica de la falsa comparación- la de BXVI. Eso en mi pueblo se le llama querer tener mala memoria y cultivar la mala leche.
Intentan tratarnos como si las hemerotecas no existieran y está convencidos que los que les escuchan son unos desmemoriados. Unos "opinadores"que se mueven cómodamente al viento del todo vale para arrearle a la Iglesia.
Detenerse a valorar estas expresiones ("Dios de todos los tiempos" o "ilumina el corazón de todos aquellos que invocan") daría para cosas muchísimo más enriquecedoras que todo el tiempo invertido en averiguar si el responsable de prensa se equivocó en aquello o lo otro.
Pero no: analizar el contenido no sirve, es inútil. Lo que "mola" es (re)interpretar los códigos no verbales. Parece como si esos opinadores -que tanto pueden glosar deportes como prensa del corazón como las claves del diálogo interreligioso- se hubieran convertido en los nuevos mentalistas: esos actores de feria que hace años intentaban hacer creer a su (incauta) audiencia que tenían poderes paranormales porque "sabían" lo que la señora de al lado llevaba en el bolso.
(En realidad, creo que estos neomentalistas de la opinión son incapaces de entender que se esconde detrás de una frase tan poderosa como: "llevo ante Ti los gozos, las esperanzas y las aspiraciones, las angustias, los sufrimientos y las penas de todo Tu pueblo disperso por el mundo." Es mejor detenerse en el disgusto de un rabí que valorar esas 25 palabras. Me temo que no se atreven a valorar, por ejemplo, esa frase porque, en el fondo, no pueden ni quieren entender lo que leen)
Publicado por: Jordi | 13 mayo 2009 en 07:28 p.m.
Tuve la fortuna de poder acompañar a BXVI en Israel estos días.(La misma fortuna tuve el año 2000, ya que viajé por primera vez a Tierra Santa por la visita de JPII). A pesar de no poder asistir a todas la celebraciones (solo nos dejaron ir a Nazareth por temas de aforo/seguridad) he podido repasar, con algo mas de calma, lo que se dijo allí.
La homilía en el Monte del Precipicio estuvo perfecta; sin accesorios, al grano, contextualizada (teníamos vistas a la Basílica de Nazaret) y con un mensaje firme para los que allí estábamos.
Ese mismo día, ya por la noche, la volvimos a leer con el grupo de jóvenes que fuimos de Navarra. Ya con mas calma, las palabras de BXVI sobre la familia como base de la sociedad, los valores que se dan mediante el perdón; hacen referencia a aquello que hoy en día escasea. En este punto recuerdo la crisis económica, que a mi parecer, es crisis de valores. Y como BXVI daba la receta en la figura de José; silencio, trabajo duro y fidelidad a la palabra dada.
Creo que BXVI fue valiente y dejó un mensaje de Paz en esta tierra.
Publicado por: Pablo Guerrero | 18 mayo 2009 en 08:14 p.m.