La información ya no es lo que se intentó hacer creer: asunto netamente relacionado con la búsqueda de la verdad, con el prever según el bien común.
La información periodística, hoy por hoy, distribuída entre publicidad y propaganda, parece que no cuenta entre los contenidos del diario que el personaje de El Roto tiene entre manos.
Qué difícil se está ponendo hoy para los profesionales de la comunicación vivir lejos del cinismo y del relativismo.
Qué difícil distinguir entre saber, creencia e ideología; entre hablar de la realidad en modo de ficción o en modo periodístico, publicitario propagandístico; distinguir entre bien propio y bien común, entre la propia conciencia y la línea editorial del que paga.
Qué difícil dar como verdadero lo que se tiene por verdadero. Lo cierto como cierto. Lo que se opina como opinión. Los deseos y preferencias (de cualquier tipo) como tales. El producto que se pretende vender o la idea o mentalidad que se pretende difundir, también como tales.
Qué difícil saber cuál es el saber propio que manejan los profesionales de la comunicación, al estilo de los médicos con la salud o los abogados con la justicia, o los ingenieros con cualquier tipo de ingenios.
Todo esto y mucho más, viene a la mente con esta viñeta. Incluyendo la publicidad y la propaganda como nobles actividades, siempre que se presenten como tales. Como el periodismo.
Porque en todo esto, lo que además está en juego es el lector o espectador como número o como persona.
Qué difícil, pero para nada imposible. Saber y querer hacer las cosas profesionalmente, pero según lo que está en juego con cada profesión. Respetandose y respetando al destinatario: sin engañarle, confundirle ni manipularle, convirtiéndole de persona y ciudadano en "objeto mercantil". Otro día, más.
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