He participado en el acto académico que ayer ha celebrado los primeros 50 años de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra. Como ha dicho la Decana, ya hay gente preparando la próxima celebración del primer centenario. Es un modo rotundo de apostar por el futuro, con respaldo en el pasado y apoyo en la raíces de siempre.
Entiendo que merece la pena destacar también unas palabras de la decana, Mónica Herrero, previas al acto, en las que hace hincapié -como titula el Diario de Navarra- en que "Los periodistas han de ganarse la autoridad que se da a quien sabe".
Pensaba que es todo un programa, que suscribo y aplaudo, y que dura toda la vida profesional, no sólo de los periodistas, sino del resto de los profesionales de la comunicación pública, sean éstos publicitarios, propagandistas o comunicadores institucionales o agentes de relaciones públicas, o profesionales del entretenimiento y de la creación de ficciones literarias, teatrales, audiovisuales. O académicos de la comunicación.
Los profesionales de la comunicación pública han de ganarse a pulso el respeto social dministrando un saber que tiene que ver con lo dicho por el rector Gómez-Montoro: con la búsqueda práctica de la verdad, dando cuenta de lo que acontece desde la libertad personal y sus responsabilidades en la vida social. Porque sólo desde la libertad -o desde suss ausencias- se engendran noticias, relatos o historias, proyectos de vida.
Lo mismo que la autoridad que públicamente se da o se quita a los juristas tiene que ver con los saberes de la justicia, y la que se otorga a los médicos con los saberes de la salud, y la que detentan los ingenieros depende de la seguridad de los ingenios que construyen, la autoridad de los comunicadores tiene que ver con un saber propio profesional, y no de entrada con el manido asunto del "cuarto poder", que enseguida queda asociado con el poder de la política y el dinero.
Los profesionales de la comunicación han de aprender a ganarse dia a dia la autoridad de quien sabe acerca de buscar la verdad al contar las aventuras y desventuras de la libertad.
Hace tiempo que acabaron las gracietas acomplejadas de aquellos que decían algo así como que "el que sabe, hace; el que no, enseña". Por eso, los académicos, genuinos profesionales de la comunicación, investigan, piensan, razonan, dialogan y enseñan acerca de lo que realmente supone ese buscar la verdad contando las aventuras y desventuras de la libertad. Es otro modo profesional de practicar ese mismo apredender a ganarse la autoridad que les une a sus colegas.
De no ser así, ni los unos ni los otros estarán a la altura de nuestra sociedad -que es del saber y de las profesiones que lo cultivan racionalmente- demanda a todas y cada una de las profesiones y los profesionales. También de la comunicación.
Y todo esto, con humor fino y del bueno. Todo un programa para seguir preparando el primer centenario de la Facultad.
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