Conozco y soy amigo de Juan Manuel de Prada, aunque nos veamos muy de tarde en tarde. Pero leo lo que escribe, como polemista chestertoniano en la prensa y como explorador de arrabales humanos en la novela.
Acabo de ver que publica "La Nueva Tiranía" (Ed. Libros Libres), y que le hacen una interesante entrevista en Periodista Digital (Juan Manuel de Prada: "La izquierda impuso un orden moral y social que la derecha acata"). Recomendo verla: no se pierden los 8 minutos que dura.
La argumentación y el sentido de lo que razona en la entrevista (ver en YouTube) me parece muy claro, acertado, verdadero y digno de ser visto y escuchado. Aunque (y este es el pequeño momento del detalle adversativo) preferiría que hablara, en vez de "izquierdas" y "derechas", de "relativismo dogmático (y socialmente tiránico) " y de "cultura de principios", respectivamente.
Entiendo que cuando se habla de "La nueva tiranía", esas son las cuestiones que están en liza en la sociedad actual. Entiendo también que Juan Manuel de Prada sabe bien que al hablar y escribir de derechas e izquierdas está polemizando y que por tanto aprovecha las categorías que circulan a su alrededor.
Pero corre el peligro de dar la impresión de aceptar, desde una cultura de principios, como es la suya, el "framing" ideológico impuesto por quienes propugnan el relativismo dogmático, en el plano de las ideas, que resulta socialmente tiránico en su conversión política.
Entiendo muy bien y comparto su perspectiva: "Mientras la izquierda admite su derrota en el ámbito económico y acepta el orden establecido por la derecha, a cambio, introduce un orden moral y social que la derecha acata."
Por eso me parece que es más ajustado a la realidad destacar el "frame" de la transversalidad ideológica, una vez que son precisamente cuestiones de orden moral las que están en juego, una vez que todos aceptan el capitalismo de mercado (con sus patentes lacras y crisis morales, no sólo técnicas).
De modo que, en vez de izquierdas, se entiende mejor lo que dice De Prada si se refiere al dogmatismo relativista, que es socialmente tiránico, mientras que lo que nombra como derechas parece entenderse mejor como referido a una cultura de principios.
El caso es que no es difícil encontrar gentes "de derechas" y "de izquierdas" en ambas categorías.
Usted ha dicho:
"preferiría que hablara, en vez de "izquierdas" y "derechas", de "relativismo dogmático (y socialmente tiránico) " y de "cultura de principios","
¿Donde usted ha dicho "relativismo dogmático (y socialmente tiránico) ", podríamos decir liberalismo sometedor de la fe religiosa y los principios de que ella emana?
Realmente yo diría que el socialismo vuelve a su origen inconfesable, el liberalismo radical en el que Dios no cuenta o es un producto de mercado, al yo hago lo que me da la gana, porque me da la gana.
Publicado por: Rafael | 17 junio 2009 en 01:38 p.m.
A la pregunta directa puedo contestar con una respuesta directa: desde mi punto de vista, sí. Pero -pudiendo- viene bien ponerla mínimamente en contexto racional adecuado. Entiendo que tanto el liberalismo como el socialismo pueden derivar con cierta facilidad, como salta a la vista, hacia diversos tipos de materialismo, que para subsistir como ideología necesita permanecer cerrado al espíritu trascendente del ser humano. Y por ese mismo cierre o cerrazón, termina siendo dogmático, al modo de una caricatura (o una "herejía" degradada) de una religión -por ejemplo- la cristiana. En términos de libertad -como dice el filósofo Leonardo Polo (mucho más claro y mejor)- el cristianismo considera necesaria la libre apertura radical del ser humano a la donación y destinación efusiva y trascendente de sí mismo como persona. Por tanto, más allá y sin negar -más bien dándole sentido personal- la libertad vista como "moderna" capacidad del "facere", del hacer técnico dominante sobre la naturaleza -también a veces la humana- que es innovador, produciendo esperanza y progreso según el "principio del resultado": con el problema intrínseco de armonizar jerárquicamente los productos (y de ahí la moderna conciencia de "crisis" generalizada), y de llegar a sustituir la verdad por la certeza, como casualmente decía en la anotación anterior. La religión cristiana habla de la persona como libertad de destinación que también es capaz de dar sentido a la libertad vista como la capacidad "griega" del "agere" moral entendido como crecimiento y armonía interior. La libertad cristiana de las personas va más allá, abierta a la donación y la trascendencia, hacia otras personas y en último término hacia Dios. Abierta y dirigida más allá por tanto del dominio sobre los productos que hacemos y sobre los actos que practicamos; más allá de entender la libertad sólo o sobre todo como autonomía, o independencia o indeterminación, perspectivas que terminan dejando a la persona aislada y condenada a la nada. Espero, Rafael, que esta breve, densa y no sé si clara respuesta, satisfaga un poco al menos, de entrada, la cuestión tan actual y tan de fondo que planteas.
Publicado por: JJG Noblejas | 17 junio 2009 en 04:13 p.m.
Gracias por la anotación, llevaba tiempo intentando salir de lo de izquierdas y derechas y aquí veo un punto de arranque. Lo leeré con más calma y veré el vídeo.
Deberíamos crear una especie de seminario online sobre cultura de principios. A ver si empieza a circular en la blogosfera.
Publicado por: Montse | 17 junio 2009 en 07:01 p.m.
Gracias, por el tiempo que me ha dedicado y por su respuesta que voy a tener que leer varias veces para captar todos sus matices. He estado leyendo algo sobre la vida de Leonardo Polo, se ve que le gustaba la filosofía más que un carmelo a un niño.
Publicado por: Rafael | 18 junio 2009 en 07:35 p.m.
La situación es clara (la verdad de la realidad siempre acaba imponiéndose).
La cuestión es cómo hacerle frente.
Cómo conseguir que las personas que vivimos en este siglo XXI volvamos a ponernos de acuerdo sobre la verdad de la realidad.
Poder ver, pensar y decir que el jamón 5 jotas es mejor que la mayoría de los jamones de Carrefour.
¿donde se compran las gafas necesarias?.
Por cierto, la declaración de los obispos españoles no tiene desperdicio.
Publicado por: medico | 20 junio 2009 en 12:15 p.m.
Montse, las gracias, como bien sabes ,a tí y lo que haces. Por lo demás, he de decir que ando en esas mismas tareas -más inconscientes que trabajo en firme- de salir del maniqueo y beligerante asunto de "izq. vs. der.". La referencia explícita a "cultura de principios" ha salido simplemente al pensar y escribir esta anotación. Pero es algo que me parece que responde a algo más bien estable y repensado de vez en cuando, y que desde luego es digno de ser explorado, como dices, en una especie de seminario online... Aquí me tienes, encantado de poder hacer algo en ese sentido. Con tres o cuatro más, de entrada, bien se puede hacer algo del estilo -para empezar- de lo que veo hecho en http://www.proyectocivico.org/ , dentro de un soporte como http://www.elconfidencial.com/ por ejemplo. ¿Se te ocurre algo por el estilo, en plan cultura-y-comunciacion-civica o algo así? Un cordial saludo y muchas gracias por todo.
Publicado por: JJG Noblejas | 20 junio 2009 en 01:08 p.m.
Rafael, muchas gracias por el tiempo dedicado. Es claro que no se tomó Zamora en una hora, pese a lo que diga la publicidad o la propaganda... En todo caso, entiendo que sin integrar la dimensión trascendente en serio, no se habla realmente de las personas. Otra cosa es que haya quien ponga su amor verdadero en el dinero, en el poder, o algo menos relevante pero hoy en efervescencia, como el sexo, la fama o así. Por lo que dices, veo que has leído bien sobre o de Leonardo Polo: le gusta filosofar y filosofa sin límite.
Publicado por: JJG Noblejas | 20 junio 2009 en 01:24 p.m.
Médico: de nuevo gracias por pensar por escrito. No es fácil -como imaginas- lo que planteas, nada ingenuamente, acerca de "conseguir que las personas que vivimos en este siglo XXI volvamos a ponernos de acuerdo sobre la verdad de la realidad." De entrada se me ocurre una medida esencial, tampoco ingenua, que consiste en empezar por ponernos cada uno mismo de acuerdo acerca de la verdad de la realidad, de su "ser". No de negociar y "acordar" entre unos y otros qué sea la realidad o la verdad acerca de ella, que a eso ya se aplicaban los sofistas desde hace 25 siglos. El diálogo verdadero entre personas exige comprensión como capacidad de ponerse en lugar del otro (o los otros) y veracidad como compromiso de búsqueda común de la verdad más allá de la sinceridad de decir lo que se me ocurre... Ars longa, vita brevis.
Publicado por: JJG Noblejas | 20 junio 2009 en 01:35 p.m.