Distinguir entre personas y cosas es primario, elemental. Algo que la persona Saramago se niega a hacer con la persona Berlusconi al escribir sobre él una cosa, en la cosa llamada el país, que -en este caso- sí se trata de una cosa (tanto el artículo de Saramago como el diario en que aparece).
Lo anuncia desde el título y lo razona -si eso es razonar- arrancando así su concienzudo y elaborado insulto, tan lleno de desprecio enfático que parece querer ser personal, y no sólo referido al personaje
Quizá es que la persona Saramago piensa (o más bien ha tenido la ocurrencia de) que al tratar de Berlusconi, no como persona, sino como personaje político o figura pública, entonces se convierte en cosa.
Quizá, lo que son las cosas, sin darse cuenta que -por el mismo precio, si esa fuera la razón de su acción cosificante- él mismo, como escritor o como premio nobel o como viejo marxista, deja de ser persona, y se convierte también -de la misma- en cosa.
Por eso entiendo bien que El Confidencial Digital otorgue hoy su "guindilla" Al premio Nóbel José Saramago, que, lleno de autosuficiencia, llama “cosa” a Silvio Berlusconi en El País, con este razonamiento:
En El País, Saramago ha llamado “cosa” a Berlusconi, reificando, hurtando su concepción de persona, a un enemigo, de modo que, despojado de esa condición, ya merece todo ataque.
Ahí se le nota a Saramago todavía la áspera pata comunista pues no en vano cabe recordar que él no ha pedido perdón por haber apoyado a una de las ideologías más sangrientas y equivocadas de la historia. Guindilla a la indignación de los fariseos.
Y conste que, personalmente, Berlusconi -como ya he publicado aquí mismo- me parece de igual calaña populista que Zapatero, si bien éste último me molesta o me preocupa más, entre otras cosas, porque parece más democrático e incluso más honorable, porque no tiene flancos conocidos de fácil ataque mediático: ni juicios pendientes, ni televisiones, ni patrimonio personal que defender, ni líos familiares ni fotos en venta de saraos en su casa, como le pasa a Berlusconi.
Pero no creo estar en la bajeza de apreciar este escribir y publicar que una persona o un personaje público sea considerada intencional y explícitamente una "cosa".
Porque tampoco es una "cosa" cualquier embrión humano. Algo que -a diferencia quizá de Berlusconi- para Saramago y Zapatero, por desgracia, bien puede ser.
¿Acaso te olvidas que el Sr. Cosa (Berlusconi) ha prohibido ayudar al prójimo si este es inmigrante ilegal? Mucho hablar del aborto pero este canalla no quierer ni ayudar a los que sí que estamos vivos. El próximo post que hagas, intenta que sea algo más serio e inteligente.
Publicado por: MArcelino | 09 junio 2009 en 06:28 p.m.
Me parece que el scriptor, (al recordarnos que no se debe confundir al pecado con el pecador y al recordarnos que toda persona humana por el hecho de serla, tiene dignidad y no puede ser un medio -una cosa- sino un fin en sí misma), no ha dejado de ser igual de serio e inteligente que siempre.
Por que Marcelino, de lo que se trata es recordar que hay que respetar a todas las personas, independientemente de sus circunstancias.
¡qué cosas!
Publicado por: medico | 09 junio 2009 en 08:47 p.m.
Por cierto: éso se ve más claro, cuando tienes que atender como paciente a una persona que en su momento mató a su madre y a su hermana, por ejemplo.
Publicado por: medico | 09 junio 2009 en 11:37 p.m.
Muchas gracias, estimado médico, por tus palabras serenas y el respeto por Marcelino, aclarando al tiempo algo de lo que dice en plan maximalista teórico, con sentido común y práctico -el que exigen estas cosas de la vida práctica. Se me venía a la cabeza añadir que, entre esta y la próxima anotación, dudo mucho que la inteligencia y no digamos ya la seriedad crezcan así de repente en nadie. De todos modos procuraré hacer un esfuerzo, a ver si por casualidad suena la flauta de la inteligencia y la seriedad. Ya de paso, también algo podría decir sobre ayudar a los que de verdad estamos vivos: igual de vivos que los no aún nacidos... Al menos eso era, por ejemplo, algo que el bueno de Maimónides -lo digo por mencionar a un pensador árabe- se planteaba, preguntándose por la sorprendente cualidad que todos hemos tenido en el seno o vientre de nuestras madres, cualidad que supone "respirar" de un modo diverso a como lo hacemos una vez que hemos llegado vivos fuera del seno materno... Si se tratara de hablar de trato humano digno a los inmigrantes, diré que personalmente estoy por la libertad de circulación de las personas, dado que las cosas sí que circulan bien a través de las fronteras... El caso es que esta posición me sitúa en el anarquismo libertario, nada fácil de gobernar. Por eso, entiendo que Marcelino -quizá sin darse cuenta- se refiere a "inmigrante ilegal" en un contexto político en el que la legalidad prima por encima de muchas otras cosas. Entre otras, de entrada, la lucha seria y legal contra los que trafican (ilegalmente, "va de soi") con las personas y sus necesidades, ambiciones y posibilidades como si fueran simples cosas. Y ahí -además de la imagen de africanos en pateras-, habría que incluir la de mujeres del este europeo que son obligadas a prostituirse para salir adelante en la vida. Y los anuncios de sus "servicios" aparecen en la misma prensa que -en otras páginas- condena el tráfico humano y demás. En fin, estimado Marcelino, que bien experimentado está que la complejidad de la dignidad humana y la vida ciudadana no se resuelve con cuatro maximalismos y un par de rotundas y contundentes condenas teóricas y fáciles de repetir, según dice el manual de la vigente corrección política. Al menos si lo que se busca es aportar algo real, que supone de entrada el propio esfuerzo ante las tremendas exigencias necesarias para mover un poquillo la realidad en un progreso real de la sociedad hacia una vida digna, sin limitarse a quedar bien (más o menos de boquilla anónima) como "progre", ante uno mismo, que a fin de cuentas es algo parecido a esos 10 minutos de fama a los que -según Andy Warhol- todos tenemos derecho una vez en la vida. Más o menos, los 10 minutos en los que he procurado escribir tomando más bien en serio lo escrito por Marcelino. Muchas gracias, además, médico, por tu segunda puntualización.
Publicado por: JJG Noblejas | 10 junio 2009 en 12:08 a.m.
Tu sabrás mas de Berlusconi que yo. Pero a mi, me parece un país de chiste Italia. Una corrupción generalizada, una justicia sólo para mafiosos (para proteger a mafiosos como este), una serie de mansiones que son harenes de modelos con las que se acuesta.. en fin, que tipo.
Me da igual que le ataquen. Se lo merece y más aún, se lo ha ganado. El dueño de la televisión que instaló el porno en Italia, se merece un final así.
Publicado por: Claudio | 10 junio 2009 en 02:31 a.m.
Querido Claudio (tras algunos problemas de no-acceso a los comentarios, por causas de un server que no entiendo, parece que al fin puedo hacerlo) y el caso es que probablemente yo sé más o menos lo que tu o cualquier persona informada sabe de Berlusconi. E insisto, dicho delicadamente, en que –por sus maneras y su ejecutoria- no forma precisamente parte de mis posibles amistades preferenciales. Italia, de todos modos, me parece que es -sobre todo en su paisanaje, amén de la industria (Fiat compra Chrysler y quizá Opel, etc.), el arte y sus tradiciones tanto geniales como algunas pocas abominables- es, decía, un país muy distinto de España: más conciliador y menos envidioso y cainíta, en principio. Menos maniqueo, menos dado a dividir las cosas en dos: ellos y nosotros, buenos y malos, trabajadores y vagos, etc. Es un país admirable en muchísimos aspectos, cierto con una economía "sommersa" (que no es necesariamente una virtud, incluso en un país tan estatista como Italia) que ha permitido capear la crisis financiera mejor que otros países europeos. Es cierto que en España se nos ha "vendido" una Italia de opereta (siendo los españoles, por contraste, "gente seria" y demás, que no sale por piernas en Guadalajara), pero eso no responde, ni por asomo, a la Italia real. Una Italia, por ejemplo, más bien laica, pero no laicista, en la que -por poner un poner que ahora mismo me viene a la mente- su televisión pública incluye con naturalidad, sin aspavientos, sin "vender" nada a nadie, sin manipular o tergiversar, casi todos los días en su telediario de "prime time" una noticia de las muchas cosas que dice y hace Benedicto XVI y son dignas de ser referidas. ¿Algo así por la piel de toro? En fin, mejor no comparemos, pensando que Zapatero o las tv comerciales hispanas son ovnis que pronto desaparecerán del panorama…
De todos modos, dudo que estas elecciones sean el final de Berlusconi el político. Su partido es el que más votos ha sacado en Italia, con gran diferencia sobre el siguiente. Ha ganado en las regionales y municipales (votadas al tiempo que las europeas) muchos gobiernos y ayuntamientos hasta ahora en manos de socialistas. Copio de primera página de Repubblica de hoy, no precisamente amiga del PdL y Berlusconi: "Amministrative, domina il centrodestra: 15 province strappate al centrosinistra. Ballottaggi alla Provincia di Milano e ai comuni di Firenze, Bologna e Bari." Otra cosa es que Berlusconi se haya forrado con negocios inmobiliarios y televisivos no siempre trasparentes en su legalidad ni respetuosos con la dignidad humana, haya emprendido una carrera política con la que ha logrado estar alejado de los tribunales, y crea ser Supermán, o Napoleón, o un Kennedy o Clinton de cintura abajo y que después de él, el diluvio... En fin, no suele ser habitual una democracia seria como es Italia, que el ciudadano más rico de una república sea elegido por tres veces casi consecutivas su primer ministro. Pero eso no justifica pensar que la república italiana ni el país pueda ser considerado ni de lejos como algo bananero. Eso -me parece- es algo que corre sobre todo a cargo del cainismo que se vive en el solar hispano, también hacia fuera. En fin, mejor no calentarse ni con Italia ni con Berlusconi, que -guste o no- ahora me parece que aportan el máximo número de votos nacionales entre los del mayoritario partido popular europeo. La vida, una vez más, es compleja y rica en matices. Un cordialísimo saludo, y perdón por lo extenso de esto, escrito a vuelapluma, estimado Claudio.
Publicado por: JJG Noblejas | 10 junio 2009 en 04:23 p.m.
me ha servido mucho tu largo comentario. Nobody is perfect, se podría decir. Italia tiene sus cosas, y España tiene las suyas. Lo que no me gusta es ese escándalo permanente que se transmite con Berlusconi. De verdad, no lo soporto.
En España, tenemos la Guerra Civil. El gran Julian Marías, lo entendió bien, y lo sufrió en sus carnes. En 2015, se cumplirán 40 años de la muerte de Franco, y seguiremos el juego cainita, que siempre es el juego de los mismos de siempre, del Krausismo, la Escuela de LIbre Enseñanza, y la legión de iluminados elitistas, que desprecian al sector tradicional español, creyendo que son los dueños de todas las esencias de la libertad. En fin.
un abrazo, y gracias por la aclaración, de alguien, que como tú conoce el paño mas de cerca.
Claudio
PD: me sigue pareciendo escandaloso ese Berlusconi. Parece, lo siento, da esa imagen, que ha transformado su pais en un burdel.
Publicado por: Claudio | 12 junio 2009 en 12:50 p.m.
Estimado Claudio, no te quepa la menor duda de que el personaje Berlusconi "es" escandaloso. Italia, por fortuna, es otra cosa, aunque en ella cabe ese señor como presidente del consejo de ministros. Es un percal que circula por casi todas las historias de casi todos los países.
Publicado por: JJG Noblejas | 12 junio 2009 en 01:58 p.m.
Eres un idiota redomado .El artículo de Saramago es simplemente magnífico , no hay mejor manera de tratar a Berlusconi (Il Capo o padrino)que como una cosa ,simple y llanamente .
El tema del aborto no viene a cuento , ya se que es el argumento preferido de la derechona franquista de este país pero no lo pódeis utilizar para todo.
Saludos
Publicado por: asd | 24 junio 2009 en 01:12 a.m.
Muchas gracias, anónimo "asd": es un honor ser calificado por un gran oráculo inquisidor que -guardando humildemente su nota identidad bajo tres letras- sabe juzgar lo que corresponde a cada uno y dictamina qué viene a cuento o no de una cosa y otra y distribuye a los habitantes del planeta, con amable gentileza y justicia sin par, entre cabritos a la izquierda y ovejillas a la derecha ¿o es al revés? [Y, quede entre nosotros, entiendo que el personaje Berlusconi es, sencillamente, un sinvergüenza impresentable, como tantos otros que han sido, son y serán gobernantes]
Publicado por: JJG Noblejas | 24 junio 2009 en 09:55 a.m.