Publica Francesc de Carreras en La Vanguardia (Universidad: ¿ciencia o profesión?) un bien armado alegato, tomando pie en el Código de Justiniano, acerca del necesario valor científico y no sólo profesional -en el ámbito jurídico- de los nuevos "planes Bolonia" para los estudios universitarios.
Advierte que hoy la Escuela de Bolonia es un referente ineludible de la cultura jurídica. Y sostiene con Juan Antonio García Amado que, paradójicamente,
El interesante artículo se centra en defender el carácter científico necesario para los estudios jurídicos, que quizá desaparezca con los planes Bolonia", para convertirse en meros planes de escuelas profesionales de abogados.
Sobre el asunto cabe discutir -cosa que se puede dejar para otro momento- según se considere que el saber que se supone adminisra socialmente toda profesión, es sólo de tipo técnico, o bien necesita al tiempo incluir sus raíces científicas.
El caso es que he publicado un breve comentario al pie del artículo, agradeciendo su publicación, pero discrepando de un punto.
Francesc de Carreras dice que
El turismo, la administración y dirección de empresas, el periodismo, la publicidad o las relaciones públicas, son saberes meramente profesionales a los que les resulta adecuada una enseñanza de este tipo. En cambio, la biología, la física, la medicina, el derecho o la economía, son saberes básicamente científicos, lo cual implica que para ser un buen profesional en la aplicación de los mismos hay que conocerlos, previamente, como tales saberes científicos.
Entiendo que las profesiones de Comunicación pública a que alude explíticamente, si responden a exclusivos estudios técnico-profesionales, pronto pueden caer en profesiones sofísticas (cuenta el poder, el dinero y las palabras; no cuenta el ser de personas y cosas, sino lo que se diga de ellas, en vista del poder y el dinero), como de hecho puede apreciarse, si se mira un poco en derredor.
Entiendo que estas profesiones, como otras que el mismo artículo señala a continuación, necesitan -si se desea llegar a ser un "buen profesional", y no una especie de mero "currito" (dicho sea con el Drae: "Trabajador que realiza labores sin importancia")- apoyarse en sus propios saberes básicamente científicos, que en muy buena partie tienen que ver con saberes humanísticos, en el entorno de la filosofía práctica (desde la ética a la política, o la retórica a la poética, pasando por la estética), que es la que se ocupa de saber acerca de lo que entra en juego con las deliberaciones y decisiones libres.
En las Universidades caben sin duda las escuelas de formación profesional. Y en las Facultades universitarias caben materias de formación profesional. Pero unas y otras no pueden reducirse a esas materias, sin correr el grave riesgo del relativismo (científico) que trae consigo las urgencias por la eficacia técnica y el beneficio económico inmediatos.
Porque entonces, entre otras cosas, el que contrata y paga, manda. Y en asuntos del saber humanístico y científico, a veces hay que saber razonar y contradecir los deseos del poder (también ministerial educativo) y sus tendencias -como decía Tocqueville- hacia "tiranías suaves", cuando prefiere disponer de "curritos" y no de genuinos profesionales.
Querido Juanjo,
me han parecido excelentes tus puntualizaciones al artículo de Frances de Carreras y tus alusiones certeras al llamado "buen profesional"("trabajador que realiza labores sin importancia").
No sé si para conducir un automóvil, para manejar hábilmente un odenador o para conocer los resortes del último móvil hacen falta saberes humanísticos; creo que no. Pero para - siendo un "buen profesional" en los intrumentos y en las habilidades - transmitir conocimientos, comparar sabidurías,dar claves sobre el mundo y el hombre a través del papel o la pantalla, sí que es necesaria la retórica, la poética, la ética y la estética, que no se aprenden sólo dando una tecla en Google para darse un barniz de información.
Viejo tema el de la sabiduría de los comunicadores y de la formación de los informadores para que no todo el mundo crea que basta con las meras "habilidades intrumentales" del rápido periodista servidor de la última máquina y no al servicio de la primera verdad.
Felicitaciones, y un abrazo.
JJP
Publicado por: José Julio Perlado | 06 junio 2009 en 01:42 p.m.
Muchas gracias, José Julio, por lo que dices, que produce no escaso consuelo sobre todo viniendo de quien sabe mucho desde todos los lados de este coso multifacético, o casi esférico y escurridizo mundo real de la comunicación pública. Como dices, hay mucho servidor de la última máquina y menos de la primera verdad. Algún día tendríamos que reunirnos unos cuantos a hablar de las verdades prácticas de nuestro oficio... Un cordial saludo, JJ
Publicado por: JJG Noblejas | 07 junio 2009 en 07:06 p.m.