La ya conocida táctica gubernamental de poner en la agenda pública lo que sea (Bendita crispación), con tal de distraer a la opinión pública y que no aparezcan como tema de conversación las cifras del paro laboral (Los españoles son los europeos más preocupados por perder su puesto de trabajo) o de las personas y empresas en quiebra (Quiebras: aumentan un 173% en un año), ha traído consigo una declaración del Ministro Caamaño, negando la objeción de conciencia a los profesionales de la salud ante el aborto.
La Organización Médica Colegial ya se ha pronunciado ante esta "pulsión totalitaria de un Gobierno empeñado en imponer su proyecto abortista" y ha planteado con claridad la situación profesional: “Objeción de conciencia por las buenas o por las malas".
Por su interés, publico el texto del comunicado de la Asociación para la Defensa de la Objeción de Conciencia (ANDOC):
Consideramos las declaraciones del Sr. Ministro de Justicia sobre el derecho a la objeción de conciencia de los médicos respecto al aborto, como sectarias, imprudentes y reveladoras de un desprecio manifiesto a la jurisprudencia constitucional que considera la objeción de conciencia al aborto como un derecho de los médicos y demás profesionales de la Sanidad.
Para la inmensa mayoría de los médicos, el rechazo al aborto no se apoya en principios morales, sino en la convicción de que supone acabar con una vida humana.
El derecho a la objeción de conciencia está reconocido por la práctica totalidad de las leyes nacionales de los países democráticos en que el aborto está despenalizado o legalizado. Por tanto, la puesta en práctica de una política como la defendida por el Sr. Caamaño colocaría a España entre los pocos países que, desde el poder, coartan la libertad de conciencia de sus ciudadanos.
Conviene reiterar que la objeción de conciencia es un derecho de todos, también del Ministro de Justicia y de los que comparten sus ideas. Para entender la postura de los médicos objetores, le sugerimos que piense, por un momento, cómo reaccionaría un juez como él, si una ley le obligara a condenar a una persona a sabiendas de que es inocente o a profesar unos principios religiosos o filosóficos que rechazara su conciencia.
La objeción de conciencia es la única salida que le queda a un ciudadano cuando la obligación impuesta por una ley genera un rechazo o conflicto moral grave. Estamos seguros de que el Sr. Ministro no querría “probar de su propia medicina” si se encontrara en circunstancias distintas a las actuales.
Desde nuestra Asociación hemos dejado siempre claro que la objeción de conciencia es un derecho individual y que, como todo derecho, tiene sus límites. Afirmar que la defensa de la libertad de conciencia es un llamamiento a la desobediencia civil, sólo cabe en quien sostenga que el único criterio de justicia y libertad en una sociedad democrática radica exclusivamente en los dictados de sus personales convicciones ideológicas.
Sin poner en duda la valía y honestidad del Sr. Caamaño, deploramos “la cruzada” que ha emprendido en las últimas semanas contra la libertad de conciencia. Le invitamos a que aclare ante la opinión pública si su respeto a la libertad de conciencia de los españoles es sincero o está sometido a intereses políticos: la objeción de conciencia al aborto le brinda una ocasión inmejorable de demostrarlo.
---
Actualización 150809: La opinión de Ramón Pi, "Estos nuevos déspotas", mostrando cómo algunos gobernantes que no se atienen a las leyes -eso es ser déspota, en el caso más favorable- o corrompen o destruyen las democracias:
EL ministro de Justicia, Francisco Caamaño, hizo una cala en la opinión pública anunciando que en la nueva ley de aborto no se tendría en cuenta la objeción de conciencia de médicos y enfermeros. La reacción de éstos fue inmediata: una mayoría aplastante declaró que objetaría por las buenas o por las malas. El ministro, entonces, hizo eso que los políticos suelen hacer cuando una jugarreta les sale mal, hacer como que se desdicen sin desdecirse, introducir confusión en los conceptos y echar la culpa a los mensajeros que traen las malas noticias.
Esto sucede cuando el poder político se mete donde no debe y los gobernados se resisten a estas formas de despotismo. Incluso en las dictaduras más férreas los déspotas quieren aparentar democracia y libertades, pero al final se les acaba viendo el plumero, como se suele decir; y al mismo tiempo, hay que decir que incluso en las democracias más acrisoladas los gobernantes tienen propensión a ampliar su poder hasta donde puedan. Por eso las ambigüedades del ministro carecen de relevancia. La cuestión no es lo que el ministro diga o farfulle; la cuestión es que el sistema democrático mismo se pone a prueba con iniciativas como la del señor Caamaño.(...)
Comentarios
Puedes seguir esta conversación suscribiéndote a la fuente de comentarios de esta entrada.