Zapatero es quizá el gobernante que más atención presta a la imagen, sobre todo si es visual, aunque también cuentan los eslóganes verbales como instrumento de trabajo, es decir -en este caso- de permanencia en el gobierno.
En esto se parece mucho a Ronald Regan, aquel presidente americano al que le daba igual lo que dijeran en off los reportajes televisivos sobre su trabajo en la Casa Blanca, mientras no se repitiera la imagen de su tropiezo al bajar la escalerilla de un avión... Sabía que casi todo se juega en las imágenes.
Con Zapatero, el nivel de atención a la imagen ha subido unos cuantos grados: basta recordar la velocidad diplomática de crucero desplegada para salir en la foto con el poderoso Obama, para salir en la foto con los poderosos del "G-8 / -20 , etc.", para salir en la foto con la selección -ganadora (si no, no pictures, please)- de baloncesto, etc.
En fin, Zapatero, en sus correrías fotográficas, cada vez se parce más a Berlusconi, buscando hacer olvidar sus vergüenzas como el italiano las suyas con sus correrías televisivas entre los "terremotati" de l'Aquila.
La realidad importa poco: la realidad, debe pensar -Zapatero y/o su numeroso equipo de comunicación-, será lo que salga en los telediarios. Y, ya puestos, en las fotos y los titulares de los periódicos.
Por eso me ha llamado poderosamente la atención el realmente poderoso Zapatero empeñado -como bien dice Cristina Losada (y recomiendo leer)- en explicar a los camaradas del Comité Central que está luchando a brazo partido contra "los poderosos". Huelga decir que él no se cuenta entre ellos...
Dice Zapatero: 'Hemos sabido decir no a los poderosos'. Que así son los malos de su película. Y se queda tan ancho.
¿Que hemos sabido decir no a los poderosos? ¿Perdón? ¿He leído bien? La simulación política es un arma de triple filo, porque si el jefe de un gobierno español no es "un poderoso", junto a su gobierno, sus directores generales, su partido y su grupo mediático que le sostien, amén de otros poderes que deberían ser independientes, ¿quienes son los "poderosos" de los que habla?
¿Quién y quienes son los "poderosos", los "mandamases" que hacen y deshacen en España a golpe de decreto (y también de talonario, desde luego), hasta el punto de hacer verosímil aquel latiguillo de Alfonso Guerra: "El día en que nos vayamos, a España no la va a conocer ni la madre que la parió"?
¿Son los empresario, los banqueros? Es decir, ¿esos ricachones como Botín que vamos a visitar en su casa y con los que nos quitamos la chaqueta porque ellos se la quitan (para hacer la foto, no lo olvidemos, quizá a sugerencia de un fontanero de Moncloa)? ¿Esos a los que -por ejemplo- "explicamos" que conviene apoyar al "amigo Roures y su grupo mediático, ya sabes"?
Abreviando ¿Por qué no se pone Zapatero un jerseicillo de colorines a rayas para recibir al pobre Evo, si él lo lleva, dado que precisamente es el compañero de lucha maniquea de los "pobres" contra los "poderosos"?
Quizá es que, ya sabes, nosotros los pobres, siempre por razones revolucionarias, apoyados por el viento de la historia, siempre a nuestras espaldas, podemos hacer como que parecemos poderosos, o quizá incluso debemos hacernos poderosos, pero sólo para mejor ayudar a la revolución. Por eso, ya sabes, aunque la gente diga que somos poderosos por gobernar un país (España, Venezuela, Bolivia, etc.) en realidad somos pobres.
Pobres poderosos y millonarios, como aquel pobre vizconde británico, que era tan pobre, que su mayordomo y sus veinte lacayos eran probres, lo mismo que su pobre mansión de 20 habitaciones, y sus fincas de cientos de hectáreas, etc.
En fin: hay, las fotos! Obsesionarse con ellas implica no cometer estos deslices con los códigos icónicos, como bien podría decir alguno de sus redichos imagineros. Con esas dos fotos a la vista, decir que "Hemos sabido decir que no a los poderosos" es tan ridículo como pretender decir "pamplona" con la boca llena de polvorones.
Lo malo es que el populismo de Zapatero ha hecho olvidar, a buena parte de sus connacionales, incluso el elemental sentido del ridículo.
JJ, impresionante este texto.
Es de las mejores cosas que he leído en los últimos tiempos.
Tanto la política como la televisión se han convertido en una ficción, en una representación. Es pura tramoya. Lo interesante es que parte de la diégesis (en realidad, del folletín) está desconectada de la realidad. Me explico: no paran de alarmarnos con -verbigracia- con el cambio climático. La causa ecologista se ha convertido en un dogma que no necesita corroboración.
Si osas discutir los dogmas, quedas anatemizado, porque supones un peligro para la sociedad y el planeta. De esta guisa, los políticos acaban por convencer al ciudadano de que, por su propio bien, le suben impuestos. Dado que los impuestos cumplirán con un cometido de lucha contra el cambio climático.
Otrosí. Si los políticos luchan contra los "poderosos", ¿a qué viene la pleitesía con la mayor parte de los dictadores e involucionistas? ¿O por qué no renuncian a sus sueldos vitalicios como ex-ministros o ex-diputados? La Pajín o Solbes ganan un pastizal al mes; ¿por qué no lo reparten con la famélica legión de desheredados de la tierra?
Publicado por: José María | 24 septiembre 2009 en 06:40 p.m.